Reencuentros

5.5K 710 13
                                    

Maldijo en todos los idiomas que conocía al sentir el choque de su cuerpo con el hielo, odiaba todo, odiaba el maldito accidente, odiaba los malditos doctores que le habían dicho que todo era cuestión de paciencia odiaba al maldito de Víctor Nikiforov, odiaba haber tomado hábitos de su esposo como el estar entrenando cada vez que se sentía nervioso e incluso enojado pero sobretodo odiaba su maldita mala suerte.

Se levantó sacudiendo su ropa e intentó de nuevo el salto que practicaba sin lograrlo del todo, volvió a maldecir ya se le hacía bastante raro tener tanta felicidad a cambio de nada, intentó despejar su mente de aquellos pensamientos y concentrarse en el programa que estaba preparando para la siguiente competencia, no ayudaba demasiado el hecho de que Yuuri fuese el que le ayudó a coreografiar la pista, suspiró pesadamente decidiendo dejar el entrenamiento por la paz, salió de la pista se sentó en el banquillo hundiendo el rostro en las manos intentando controlar los sentimientos que le atacaban en ese momento.

Recordó la primera vez que le vio después del Grand Prix, las tantas veces que intentó disimular sus celos al verlo junto a Víctor, la manera tan "madura" como le había dicho Otabek que se había comportado al saber del rompimiento de Katsudon y el Anciano, las pláticas nocturnas, los pañuelos de lágrimas, el transcurso de la amistad al amor, lanzó su maleta de entrenamiento contra la pared, no era justo, había pasado por tanto como para que el destino le hiciera una mala jugada como esta.

Se levantó lanzando todo a su paso hasta la pista, encendió la grabadora y comenzó a practicar, al diablo todo, al diablo el anciano, al diablo el maldito destino, otra caída, vi un poco de sangre salir de su mano y suspiró lo que le faltaba.

-¿No te lastimaste?- una voz conocida le interrumpió, cerró los ojos y llevó su mano al pecho, al parecer su mente no se cansaba de burlarse ahora le hacía tener alucinaciones auditivas, no volteó, no quería voltear y que todo fuese producto de su imaginación

-Yurio... gatito...- volvió a repetir la voz ahora más cerca de su espalda –Déjame ver tu mano... ¿Cuántas veces te he dicho que tengas cuidado en tus entrenamientos?-

Volteó encontrándose con la mirada chocolate que tanto amaba, viéndole con el mismo brillo de siempre y una cariñosa sonrisa en sus labios

-¿Estás bien?- volvió a repetir el japonés y lo siguiente que sintió fue el hielo bajo su cuerpo y los brazos de su esposo rodeándole con fuerza.

Don't you remember? [yuuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora