Capítulo I"Camila Cabello"

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Bajó el cubre bocas de su rostro, retiró de sus dedos aquellos blancos guantes de látex manchados de sangre, los depositó en el pequeño cesto de basura y lavó sus manos Antes de salir de la sala de quirófano. La operación había sido un éxito. Era la quinta vez que entraba al quirófano durante su corta trayectoria como médico, pero Para Camila Cabello se sentía como la primera. La satisfacción que sentía al terminar una operación era inigualable. Sin duda alguna, el ayudar a montones de personas a Mantener su vida hacía que ella misma se sintiera de aquella manera: viva. Se detuvo frente a la recepcionista y le miró.

—¿Están los familiares del señor Anderson presentes?

La mujer detrás de la pequeña barra divisora asintió, y luego señaló con su dedo índice a un pequeño grupo de personas que se encontraban sentadas en la sala de espera. La morena siguió la dirección indicada con la mirada y decidió acercarse. Le gustaba ser ella quien le informara a los familiares lo exitosa que había resultado la operación. Sí, tal vez era un tanto presumida, pero en aquellos casos era bueno serlo.

—¿La familia Anderson?

—Así es —respondió un hombre bastante mayor, con el cabello emblanquecido por las canas y con el rostro arrugado debido a los años, aunque no tan decrépito para su edad.

—Bien. Vengo a informarles que... —esperó unos instantes antes de continuar. Le echó un vistazo a las otras tres personas que le miraban impacientes: una mujer también de la

tercera edad, otra mujer un tanto más joven, tal vez de unos cuarenta y tantos; y un chico de aparentemente un par de décadas menor. Posó una leve sonrisa en su rostro y continuó: — la operación ha sido todo un éxito. El señor Anderson está estable. Las cuatro personas se dedicaron una ronda de sonrisas llenas de alivio y le agradecieron una y otra vez a la doctora Cabello por su trabajo, a lo que la castaña simplemente respondió con una sonrisa.

—Será trasladado de regreso a su habitación. Dentro de un rato les avisarán cuándo podrán verle. Ahora, si me disculpan, tengo que regresar a mi trabajo.

Dicho aquello, dio media vuelta y emprendió su camino hacia la sala de descanso. Tenía más de diecisiete horas continuas de trabajo y necesitaba un buena porción de cafeína.

—Felicidades, doctora Cabello —sentenció Stacy, una de las enfermeras que le habían acompañado durante la operación. La castaña giró el rostro para localizarle a su derecha, caminando por el pasillo a pasos lentos y cortos junto a ella. La sonrisa en el rostro de la castaña era deslumbrante, coqueta y hasta hablaba por sí sola. Recibía sonrisas de aquel tipo todos los días, siempre provenientes de aquella chica de cabello oscuro.

—Felicidades a ti, Stacy —sonrió. No con tanta emoción como la chica lo hacía, pero sonrió sinceramente. Le dedicó una de aquellas sonrisas que pocas personas lograban robarle.

—Deberías felicitarme el día en el que consiga que salgas conmigo. La castaña giró los ojos disimuladamente, aquella chica no se cansaba de rogarle. Aunque no le molestaba en lo absoluto, pues ella tampoco se cansaba de tenerle siempre a sus espaldas, como un pequeño perrito faldero. Pero a veces resultaba cansado el tener que inventarse excusa tras excusa para rechazar sus constantes invitaciones.

—He oído que en la sala de descanso preparan un delicioso café —vaciló. Le miró por el rabillo del ojo y apretó los labios un instante para reprimir la pequeña risa que buscaba salir de entre este par

—. Puedo invitarte uno, si quieres. La enfermera rió.

—Te alcanzo luego. Tengo algunos pendientes en la sala de urgencias.

"Tu seras mi Perdicion"   (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora