Capítulo XXV"Enfrentamiento"

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Abrió sus ojos un momento, y la luz que entraba por la ventana la cegó por completo, provocando que sus párpados volvieran a cerrarse de inmediato. El dolor de cabeza no tardó ni la mitad de un segundo en hacerse presente. Se quejó con un extraño sonido que su ronca garganta produjo mientras se desperezaba entre las sábanas que cubrían su cuerpo. Abrió sus ojos de nuevo, el izquierdo primero, para acostumbrarse a la luz, y luego, el derecho. Parpadeó un par de veces para aclarar su vista y finalmente pudo ver que se encontraba en su habitación. ¿Qué demonios?, se preguntó. Era de día, estaba en su habitación, sufría de dolor de cabeza, su boca estaba seca y lo último que recordaba de la noche anterior era estar bailando el Y.M.C.A. junto a sus colegas. Volvió a desperezarse una vez más, y entonces se percató de algo. Era de día, estaba en su habitación, sufría de resaca y había ropa esparcida por el suelo. Se sentó de golpe, y la sábana que cubría su cuerpo descendió hasta su cintura, dejando al descubierto su pecho y abdomen. Fue entonces cuando se dio cuenta que estaba desnuda. Se observó a sí misma y soltó una palabrota en voz alta mientras tomaba la sábana y volvía a cubrirse con ella. Inspeccionó la habitación con la mirada, en busca de alguna otra persona que pudiese estar ahí, pero no encontró a nadie. ¿Qué demonios?, se preguntó de nuevo. Dudosa, se aclaró la garganta para luego preguntar en voz alta por su compañera de piso, pero no obtuvo respuesta por parte de Dinah, quien seguramente se encontraba durmiendo en la cama de Normani, a quince minutos de distancia. Luego, un tanto temerosa pero esperanzada al mismo tiempo por recibir respuesta esta vez, preguntó por Lauren. Guardó absoluto silencio y esperó por alguna señal de vida, algún ruido o lo que fuera que le avisara que tenía compañía, pero no obtuvo nada como respuesta. Sólo podía escucharse el cantar de un par de pájaros en su ventana. Su preguntó qué hora sería. Se puso de pie y comenzó a buscar sobre el suelo su ropa interior, mientras mascullaba otro par de palabrotas y se quejaba verbalmente por su fuerte dolor de cabeza. Maldita sea la hora en la que decidió volver a tener veintidós y beberse todo rastro de alcohol que le pusieran enfrente. Ahora recordaba por qué no le gustaba asistir a ese tipo de fiestas. Ahora recordaba por qué había comenzado a evitar esa clase de salidas a toda costa: toda buena fiesta terminaba en una terrible resaca. Sí, se había divertido, tenía que admitirlo. Se había divertido demasiado, probablemente como nunca en los últimos cinco años. Pero ahora pagaba las consecuencias de haber abusado de las bebidas embriagantes. Deberían agregarle una etiqueta de advertencia a las bebidas alcohólicas, pensó. «ADVERTENCIA: Puede causar amnesia». Volvió a gruñir al tomar su sostén, y cuando se reincorporó para ponérselo, descubrió a alguien en su puerta. Soltó un grito agudo, parecido al de las chicas en las películas de miedo cuando ven al asesino de manera inesperada, y saltó a su cama de inmediato para cubrirse con las sábanas.

—Veo que ya has despertado...

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó rápidamente, con una expresión de horror en el rostro. Como si en verdad hubiese visto al asesino de la película y ahora estuviera rogándole con la mirada que por favor no le hiciera daño. De todas las personas que se cruzaron por su cabeza desde que se dio cuenta que estaba desnuda, nunca pensó que Stacy Heathcliff pudiese ser la persona que se encontraría en su apartamento.

La castaña seguía de pie en la puerta, con una taza de café humeante entre sus manos, con uno de sus albornoces puesto, y el cabello desarreglado. Camila sintió pánico. De pronto todo comenzaba a aclararse, todos los puntos comenzaban a unirse y la situación parecía ser obvia. Stacy no respondió, y Camila se aferró a las sábanas contra su cuerpo desnudo e intentó hacer memoria, recordar qué era lo que había ocurrido exactamente la noche anterior, cómo es que Stacy había terminado en su apartamento si ni siquiera habían conversado dentro del pub durante más de cinco minutos. Pensó en preguntar, pero estaba más claro que el agua. Stacy estaba técnicamente desnuda. Ella estaba desnuda. La ropa de la noche anterior seguía esparcida por la habitación. Las sábanas de su cama estaban más desordenadas de lo normal. Era obvio que algo había pasado ahí. Cerró los ojos con fuerza mientras soltaba un gemido de lamento, o malestar, más bien, debido a su dolor de cabeza que no hacía nada más que incrementarse minuto a minuto.

"Tu seras mi Perdicion"   (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora