Epílogo

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Ninguna de las dos podía decir que habían sido los meses más tranquilos de sus vidas, porque lo cierto es que no los habían sido. Habían sido los meses más locos de sus vidas. Hubo momentos en los que querían simplemente romperle la cara a la otra, en los que querían estar lo más alejadas posible la una de la otra porque sentían estar perdiendo la cabeza. En resumen, juntas eran un desastre, pero separadas, se extinguían. Tampoco podían decir que las cosas no se habían tornado difíciles de vez en cuando, porque lo habían hecho muchas veces. Después de todo, seguían siendo polos opuestos. Sin embargo, el amor que se tenían la una a la otra parecía ser la cosa más fuerte del mundo puesto a que, a pesar de todo, no se atrevían a separarse. Y no es que peleasen todos los días, pero cuando peleaban, peleaban en serio. Pero, al final de cada día, terminaban entre sus brazos, recordando que estaban hechas la una para la otra, a pesar de las diferencias. El resto del tiempo, en el que no discutían o querían matarse, todo era felicidad pura. Su amor era sinónimo de desastre, sí. Pero también lo era de felicidad. Era un desastre hermoso que llenaba sus vidas de plenitud. Tanta, que habían decidido mudarse juntas. Camila le había pedido que se mudara a su piso un mes después de haberse reencontrado, una vez que las cosas estuvieron claras y ya no había enredos ni malentendidos entre ellas. Era tan gratificante despertar por las mañanas y ver el rostro de la otra al abrir los ojos por primera vez durante el día, luego de haber hecho el amor la noche anterior. Se había vuelto tan placentero pasar las noches de los sábados sentadas sobre su sofá de cuero, frente a su televisor de cuarenta pulgadas, teniendo una maratón de películas mientras comían comida vegetariana preparada en su cocina. Se sentía tan bien poder llamar a ese apartamento su hogar. Suyo. De ambas. Se sentía tan bien dormir una al lado de la otra, en su cama, y despertar de la misma manera. Se sentía tan bien poder hacer todas esas cosas al lado de la otra, como una pareja de verdad, como novia y novia finalmente.

Camila entró a la cocina, encontrándose con la pequeña de espaldas frente a la estufa, moviendo algo sobre la sartén con una espátula. Por el olor, pudo adivinar que se trataba de tocino. Sonrió mientras se acercaba, y rodeó la cintura de su novia para apoyar su barbilla sobre uno de sus hombros.

Lauren sonrió.

—Buenos días, Bella durmiente.

—Buenos días, bonita.

La morena dejó un pequeño beso sobre su mejilla.

—¿Despertamos carnívoras el día de hoy?

Lauren rió y le dio un ligero codazo en las costillas.

—Es para ti —respondió. — Yo prepararé algo diferente, y con menos grasa, para mí.

—Con menos carne...

—Con nada de carne.

Camila cerró los ojos e inhaló una gran cantidad de aire.

—Mmm... Huele delicioso...

—Ya me ha quedado en claro tu obsesión por el bacon, Camz...

—Me refería a ti...

La pelinegra se mordió el labio inferior, intentando reprimir la traviesa sonrisa que aquello le había provocado, y permaneció en silencio.

—Vamos... —volvió a hablar la morena. Tomó la espátula de la mano de Lauren y la dejó sobre la superficie de madera, — préstame atención a mí.

Giró el menudo cuerpo de Lauren para que ambas quedaran frente a frente, y sus miradas se encontraron de manera inmediata, como dos imanes. Sin titubear, la morena se inclinó hacia ella para atrapar sus labios con los propios, de manera suave y lenta.

—Se va a quemar tu desayuno —murmuró Lauren.

Camila no dijo nada, simplemente se dedicó a girar la llave de gas de la estufa con una de sus manos para apagar el fuego, luego volvió a aferrarse a la cintura de la ojiverde. El beso que comenzó de manera tranquila, no tardó ni siquiera cinco segundos en comenzar a subir de volumen e intensidad. La lengua de Camila se abrió paso entre los labios de Lauren para encontrarse con la suya, y la garganta de ésta misma generó un ronco y leve gemido. Lauren rodeó el cuello de la morena con sus brazos y saltó hacia ella, rodeando su cintura con ambas piernas, Camila se aferró a ella con más fuerza y dio media vuelta, dio un par de pasos hacia el frente y colocó a la ojiverde sobre la pequeña isla de la cocina, derribando un par de frascos al hacerlo. Las manos de la pequeña pasearon por el despeinado cabello castaño de su novia, mientras que las manos de ésta vagaban por sus firmes y desnudas piernas, ocasionando que un par de jadeos comenzaran a hacer acto de presencia. Luego las manos de Camila dejaron sus piernas en paz para ascender hasta sus pechos, por debajo de la delegaba blusa de tirantes que Lauren vestía, y los presionó con fuerza, provocando un nuevo gemido en ella. Sonrió y se apartó. Lauren le miró frunciendo el entrecejo, completamente desconcertada.

"Tu seras mi Perdicion"   (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora