—Ya te dije que no pienso recibir ni una sola entrega más —sentenció con firmeza.
—Lo siento, señorita —el repartidor frente a ella hizo una ligera mueca. — Tiene que recibirlo, si no lo hace no van a pagarme, y si no me pagan voy a morir de hambre. ¿Acaso usted quiere que eso ocurra?
Lauren cruzó sus brazos a la altura de su pecho y dejó escapar un gran suspiro. Llevaba más de cinco minutos discutiendo con aquel sujeto acerca de no querer recibir ninguna otra de las entregas que habían sido enviadas a su apartamento ese día, y tal vez había llegado el momento de ceder.
Al parecer el chico era más cabezota que ella y había conseguido hacerla cambiar de opinión.
—Voy a hacerlo sólo porque no quiero ser la culpable de tu muerte.
—Se lo agradezco —el sujeto sonrió, y le mostró el papel y la línea donde debía poner su firma. — Firme aquí, por favor.
Lauren tomó el bolígrafo y firmó en el lugar indicado para luego regresarle la tabla que sujetaba un montón de papeles al chico en su puerta, quien al recibir aquel objeto de regreso, le entregó un gran ramo de rosas rojas. El quinto arreglo floral que recibía en el día.
Estuvo a punto de cerrar la puerta, pero uno de los pies del sujeto impidió que lo hiciera.
—¿No va a darme propina?
—Te di propina las primeras dos veces, Glenn —le dijo con el ceño fruncido. — Creo que ha sido suficiente.
El sujeto gruñó por lo bajo y se retiró, permitiéndole a la morocha que cerrase la puerta. No dudó en dirigirse a la cocina para colocar aquel ramo de rosas en el cesto de basura, junto al resto de los que había recibido en el transcurso del día. Todos por parte de Bradley Simpson. Las flores habían sido acompañadas por pequeñas notas pidiendo disculpas, diciéndole que la vida sin ella era imposible de vivir y cosas por el estilo. Cosas a las que la pelinegra decidió no dar importancia alguna. Ni siquiera las flores iban a conseguir que cambiase de opinión acerca de su relación con él. Era verdad que en ocasiones le echaba de menos. Tal vez mucho. Pero siempre llegaba a la conclusión de que su vida era más tranquila desde que Brad había salido de ella. Tenía menos drama, menos discusiones, menos llanto, menos corajes. Más sin embargo, tenía más sexo. Muchísimo más del que solía tener antes, y con una mujer que la volvía loca en el mejor sentido de todos. No le quedaba duda que haber pactado aquel trato con Camila Cabello había sido una clase de salvación. El que la morena llegase a su vida había evitado que la invadiese una gran depresión y no podía hacer nada más que agradecer por haber aceptado su propuesta. Camila había aparecido en el momento indicado. Pero tampoco había olvidado por completo al imbécil de Brad, no era tan fácil el sacar a alguien de su corazón en menos de un mes. Mucho menos luego de haber compartido tanto con él, luego de haber estado a punto de casarse con él. Todavía había ratos en los que sentía unas inmensas ganas de poner alguna de sus películas románticas favoritas en su televisor y echarse a llorar en compañía de una gran cantidad de comida chatarra; todavía había momentos en los que se sentía desdichada y la invadía una gran pena, e incluso había momentos en los que ponía a Lana del Rey o a Adele a todo volumen en su aparato de sonido, momentos en los que se permitía a sí misma desahogarse mientras cantaba a todo pulmón, pero era en esos momentos en los que comúnmente buscaba a la rubia para buscar consuelo entre sus sábanas. Parecía ser que el cuerpo de la morena resultaba ser mejor alternativa que la música de Adele. No mejor que la de Lana del Rey, por supuesto. No existía nada en el universo entero que llegase a superar a la gran Lana del Rey. Según Lauren, claro. También había momentos en los que volvía a sentir que estaba haciendo mal al acostarse con ella sólo porque sí. Es decir, era cierto que ambas habían estado de acuerdo con el trato, tanto ella como Camila, y también era cierto que el sentimiento de culpa que solía invadirla luego de haberse acostado con ella había desaparecido casi por completo, pero había algo que simplemente no se sentía bien. Tampoco era remordimiento o arrepentimiento, pero había algo que simplemente no encajaba, una sensación dentro de ella, algo que inquietaba a Lauren de vez en cuando. Pero no tenía ni idea de qué era, y por lo mismo prefería ignorarlo. Alguien llamó a su puerta de nuevo.

ESTÁS LEYENDO
"Tu seras mi Perdicion" (Camren)
Romance"Los poetas casi siempre describen el amor como un sentimiento que escapa a nuestro control, que vence a la lógica y al sentido común. En mi caso, fue exactamente así. No esperaba enamorarme de ti y dudo mucho que tú tuvieras previsto enamorarte de...