Capítulo Dos

101 18 23
                                    


Erwin sabía que la niña estaba asustada.

Se tomó el tiempo para observarla con más detenimiento, no había tenido la oportunidad de conocerla desde que se la entregaron a su cuidado.

Lo primero que notó fueron sus ojos. Eran grandes y de largas pestañas, tan azules que se maravilló. Sus cabellos eran unos preciosos rizos castaños que caían libremente sobre su espalda y sus hombros y le llegaban hasta la cintura. Era una criatura pálida, menuda, de suaves rasgos, labios rosados y mejillas rellenas salpicadas por pequeñas pecas.

No tardó demasiado en reparar que sería una mujer hermosa cuando creciera, tan exótica como delicada. Aún no podía entender como un cuerpo tan frágil, tan bonito y pequeño había podido soportar el peso de una vida en las entrañas de la ciudad sin quebrarse.

Se compadeció. Parecía bastante recuperada pero tendría que cargar con las cicatrices por el resto de su vida. Eso lo enfureció durante un instante, quizás había sido ese sentimiento el que le hizo hablar con tanta frialdad cuando le mostró lo que le trajeron del cuartel esa mañana.

Naomi no sabía a ciencia cierta si lo que le había pedido a la enfermera estaba bien o estaba mal, sin embargo trato de optar por que nadie se enterara del favor. La voz del Comandante dejo un clima extraño en el ambiente y ella se sintió intimidada.

Se armó de valor para mirarlo nuevamente a los ojos esperando encontrar rechazo. Sin embargo, no supo reconocer que veía en ellos, quizás algo parecido a la ternura o a la comprensión.

Quizás no estaba tan mal lo que había hecho.

-¿Quieres ser una cadete, Naomi?- preguntó Erwin con tranquilidad.

Pero si no estaba mal ¿Porque se sentía así?

-Sí, señor- musitó ella.

-Y lo que quieres es entrar a las Tropas de Reconocimiento ¿Verdad?

Quiso irse, tan lejos de esos ojos y ese papel como le permitieran las fuerzas pero sabía que si lo hacía estaría en problemas peores. Era lo suficientemente lista como para saber que con ese hombre no se podía jugar a las escondidas.

Asintió y bajó la mirada.

-No tienes porque tener miedo. Suelo ser algo rudo cuando hablo, pero no es mi intención hacerte sentir incómoda. No te estoy regañando, solo te estoy enseñando. Ese es mi deber como tu protector y tutor.

Con la misma mano que le había mostrado el formulario que la llevó hasta allí, le indicó suavemente que se sentara en la silla que estaba al lado de la niña. Naomi entendió el mensaje y se sentó con cierta dificultad, la piel de las heridas le tiraba y escocía pero intentó ignorarlo tratando de no arrepentirse de suspender las medicaciones.

Erwin la observó pacientemente y esperó a que terminara de acomodarse. Con sus dedos, golpeó vagamente el papel.

-Prometí cuidarte, pequeña y el permitir que entres a un entrenamiento militar no está entre las opciones a elegir. Es un trabajo peligroso el ser como nosotros, nunca sabremos si volveremos a casa o si estaremos completos al terminar el año. Una vida como esta no es la que yo quiero para ti.

Sabía perfectamente que clase de vida quería el Comandante para ella. Hasta hace un tiempo no le hubiera parecido mal vivir en la superficie y ser cuidada por alguien que le diera todo lo que sus padres nunca llegaron a otorgarle, seguridad, sobre todo. Sería la niña de alguien, vestirá ropas bonitas y tendría tres comidas al dia, una cama para ella sola y la luz de la mañana iluminando su rostro.

Pero esa manera de vivir no era la que Naomi aceptaría ahora. No después de lo que tuvo que pasar. Esa clase de vida te volvía débil y manipulable, te hacia dependiente...un esclavo.

Anything but LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora