Cuando se acercó la hora estipulada para la cena, los nervios de Naomi parecieron incrementarse rápidamente.
Ansiaba tener tiempo a solas con él, quería preguntarle tantas cosas que las palabras se le agolpaban en su mente y no la dejaban concentrarse en las tareas de la cocina. Más de una vez estuvo a punto de tirar los platos con comida que debía servir y derramar la bebida de los rebosantes vasos. Para su alivio, Sean no había aparecido en toda la cena, así como tampoco Lyndon y Herger. Hubiera sido peor con ellos molestando todo el tiempo, y ella no tenía paciencia para eso.
Apenas había terminado su horario de trabajo se las arregló para escabullirse de la cocina antes de que la obligaran a lavar los platos. La encargada de la cocina se le hubiera reído en la cara si le decía que tenía una cena programada con nada más y nada menos que el Comandante de las Tropas de Reconocimiento.
Sólo cuando comenzó a ponerse el vestido que le habían regalado, comenzó a pensar que quizás todo eso fuese una mala idea. Se sentía raro, muy raro usar algo así.
No era que no estuviera acostumbrada, pero le resultaba extraño tanto lujo. El vestido susurraba con cada movimiento que hacía, tan largo que casi rozaba los zapatos de charol blanco que usaba. La mesera la había ayudado a peinar y arreglar sus cabellos y hacerla parecer un poco más a una niña de buena cuna, adecuada a ese vestido.
Eso casi la hizo reír. Ella era una rata de alcantarilla, vestida con las ropas de una niña noble.
Pero frente a las puertas de la habitación del Comandante, su mente se enfocó en creer que era lo que aparentaba.
Escuchó como la soldado que hacía guardia en la puerta, se aclaraba la garganta antes de hablar:
-La Srta Frost está aquí, Comandante.
-Hazla pasar, cadete. Gracias- la voz de Erwin sonaba cansada y levemente ronca.
Naomi caminó hacia el centro del despacho, el vestido susurrando tras ella mientras se movía.
El hombre se veía cansado, con una arruga marcada en su frente y haciéndole arquear las cejas pobladas a medida que se enfrascaba en la lectura que tenía en su mano. Y por algún motivo que ella no entendía, las luces de las velas lo volvían mucho más sombrío ante sus ojos.
-Estaré contigo enseguida, Naomi- dijo Erwin mientras seguía leyendo- debo terminar de leer esto. Puedes sentarte a la mesa si deseas.
La niña observó la mesa de la que el hombre hablaba, unas velas iluminaban los platos y cubiertos dispuestos pulcramente sobre un mantel bordado.
Algo le dijo que no era correcto sentarse, algo le decía que debía esperar a su tutor. Así que se quedó donde estaba y entrelazó las manos sobre su falda, donde la tela suave le acariciaba la piel.
-Esperaré- dijo.
Erwin la observó fugazmente antes de volver a la lectura.
Naomi trató de no dejarse llevar por la sensación de vértigo que sentía en su estómago y buscó distraerse con lo que hubiera en la habitación para no temblar como una hoja frente al Comandante.
La mesa de la que Erwin hablaba esperaba por ellos no había estado allí en sus visitas previas así que ella no pudo pensar en otra cosa de que había sido puesta allí por esa ocasión. O quizás se debiera a que solía trabajar hasta tarde y cenaba allí para no perder tiempo. Examinó la posibilidad de usar el trabajo de las Tropas como tema de conversación pero la descartó de inmediato. No consideraba oportuno hablar de ello, no cuando se lo veía tan ocupado. Probablemente hablar de más trabajo sólo haría la situación más incómoda.
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Anything but Love
FanfictionLibertad. Naomi Frost no conocía su significado hasta que Levi la salvó de la oscuridad. Y ahora ella luchará por darle a él la mísma libertad más allá de los muros que los rodean. Aunque le cueste absolutamente todo, Naomi sabe que jamás podrán qui...