Tentación 1:5

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Los pasillos del hospital estaban en completo silencio y las luces se encontraban apagadas para el descanso de los pacientes, aparentemente nada podía interrumpir la tranquilidad de los enfermos pero unas carcajadas hacían eco en uno de los cuartos de los casos de enfermedades terminales. La muerte se mantenía como un niño pequeño sentado en el sofá de visitante retorciéndose de la risa al causarle dolencia al pobre hombre que le quedaba tan solo unas horas de vida. Naturalmente formaba parte de su terapia de perdida de humanidad pero solo actuaba como tranquilizante a esta molestia humana que no lo dejaba en paz.

Estaba disfrutando tanto del dolor de ese mortal, que no percibió en que momento satanás se encontraba en la misma habitación con la mirada perdida en el furor de su molestia y con la clara señal de que él recibiría el castigo por su enfado. Lo estaba viendo venir pero no pudo reaccionar a tiempo para desviar el violento puño que se encajó en su rostro, llevándolo hasta el suelo de manera agresiva. Vaya que pegaba fuerte.

     —¡Me querías engañar infeliz! Debería enviarte de regreso al sheól por intentar verme la cara de idiota.

     —¿De qué hablas, ahora?— dijo la muerte, mientras se masajeaba la mejilla.

     —Así que aun quieres jugar. Bien. Deja que te refresque la memoria.—le respondió acusadoramente.—Hoy que intento meterme en la mente de la Eva, Zafiel me hecha de la casa con su estúpida protección presencial. Y recuerdo que dijiste que ¡no sabía de la existencia de mi víctima!

La muerte se levantó del suelo y una risa histérica salió de su garganta hasta convertirse en carcajadas que hicieron enfurecer a satanás, quien se debatía entre creer que se había vuelto loco o que era su forma de decirle que no le tenía miedo a su amenaza. Sabía que era difícil entender a ese maniático.

   —Ah. Así que era eso.

    —Estas colmando mi paciencia.—le advirtió satanás.

    —¿Qué quieres que te diga?—exclamó la muerte despreocupado.—Cuando la descubrí no sabía que Zafiel la estuviera cuidando, y cuando me diste los tres días para encontrarla solo fue una excusa para asegurarme que no la estuviera protegiendo.

    —Eres un maldito sínico.

    —Sabía que si te decía eso, no querrías seguir con el trato. Tenía que salir de ese lugar o me iba a volver loco. Así que esa fue mi única alternativa.

    —¿Quieres ganar tiempo?—contesto satanás, exasperado. —déjame decirte esto, esta vez me las vas a pagar, ese estúpido ángel me tomó desprevenido y cree que me venció.

    —Y eso lastima tu orgullo  ¿no?—preguntó con un tono a la vez divertido y burlón. —pues metete esto en la cabeza, no pienso regresar al sheól. Me tengo que liberar de esta ¡maldita humanidad primero!

    —Claro, se nota que no la controlas bien. Y tampoco te salen bien las mentiras.

    —¿Que esperabas? Tú me creaste, soy igual a ti.

Satanás entrecerró los ojos.  

    —¿Te quieres justificar?

    —Es solo una aclaración pero tú y yo sabemos que soy muy listo. Tengo trucos bajo la manga y un seguro por supuesto. Así que no hagas tonterías,  y para que veas que no hay rencores te diré como atacar a la humana, eso te va a ayudar.

Al parecer la muerte sabía que cuando descubriera su desfavor lo mandaría directo al sheól sin remordimiento. Así que se aseguró de tener una forma de librarse de esto. No tenía ninguna cosa para tentar a la "nueva Eva" y él sí. Podría ser tan fácil darle la seguridad que quería, obtener la información y luego echarlo a donde pertenecía pero sabía que su creación era listo y tal como le había dicho, eran iguales, sin duda tenía algo bajo la manga para cuidar su pellejo.

Felony (la tentación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora