Parte 13

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Muchas gracias a todos los que dedicáis vuestro tiempo a leerla y en especial a las que os habéis tomado la molestia de dejarme vuestros comentarios.

OoOoOoO

Capítulo 13

Abrió los ojos sintiéndose mucho mejor que la primera vez. Cuando había despertado de su estado de inconsciencia, una especie de niebla embotaba sus sentidos y entumecía sus músculos. En cambio, el sueño normal le había sentado bien, tal como predijo Snape, y ese nuevo despertar había sido casi perfecto. Si no fuera por el hecho de que en aquellos momentos él no la abrazaba.

Con esfuerzo, se alzó un poco en el colchón para mirar a su alrededor. La luz del día inundaba la cueva y pudo ver a Hermione y a Neville al fondo, de espaldas a ella, trabajando en algo muy concentrados. Por el olor suponía que se trataba de la comida. Sintió el estómago retorcerse de hambre y se incorporó aún más. Entonces fue cuando vio la silueta de Snape, también de espaldas y recortada al contraluz, a la entrada de la cueva. Estaba mirando al exterior como si esperase algo. Trató de ponerse en pie, pero en el primer intento le fallaron las piernas. Volvió a probarlo, con más éxito, y dio unos tambaleantes pasos hacia él apoyándose en la pared de piedra de la cueva.

—Estoy muy enfadada contigo —se quejó, y el hombre se giró hacia ella con las cejas enarcadas. Por un instante, Sandra se quedó muy sorprendida al verlo. Su percepción de él cuando era su profesor de pociones quedaba muy lejos, y desde que lo había conocido como prisionero no habían estado nunca los dos de pie, uno al lado del otro, por lo que no se había dado cuenta de que fuera tan alto. A la luz del día, además, su rostro mostraba complejidades que habían quedado ocultas en la penumbra de la celda. Sus ojos negros contenían universos enteros.

—Ah, ¿sí? —dijo él entonces, con aire divertido—. ¿Y eso por qué?

Recobrándose de la impresión, Sandra simuló hallarse ofendida.

—Abusaste de tu situación de superioridad al ponerme a dormir sólo para acallar mis protestas. Yo no estaba en condiciones de defenderme.

Snape sonrió de medio lado.

—Con eso contaba —se mofó—. Por cierto, ¿sabes que no deberías estar levantada?

—Eres un abusón —insistió ella.

—No eres la primera que me lo dice, pero ten en cuenta que tú ayer tampoco estabas en condiciones de decidir lo que más te convenía, así que decidí yo por ti.

Ella consideró sus palabras en silencio y después sonrió de medio lado, satisfecha.

—En ese caso, te perdono. Al fin y al cabo, yo hice lo mismo por ti en la celda —replicó, y el rostro del hombre se ensombreció.

—No es lo mismo, aquello fue una locura —dijo—. Y, tal como te expliqué, totalmente innecesaria.

—Si crees que hice lo que hice sólo por ayudar a revivir a Harry Potter estás muy equivocado, Severus —dijo ella, con total seriedad—. Ayer no me dejaste hablar, pero ahora me vas a escuchar. Lo sé, sé que él es el único que puede derrotar de una vez por todas al Lord, que la profecía de la que hablaba todo el mundo es real y que no hay otro modo de vencer a Voldemort si no es con él, y me alegro mucho de que tú seas el que puede despertarlo, pero lo cierto es que en aquel momento todo eso me daba igual. Cuando vi que no podía liberarte de tus cadenas me desesperé. Yo sólo quería sacarte de allí, era lo único que me importaba. Por eso hice lo que hice. —Iba a añadir algo más, pero entonces Hermione se acercó a ellos y los interrumpió.

—Buenos días, Sandra, o buenas tardes, mejor dicho, ya que falta poco más de una hora para que oscurezca. Me alegro de ver que estás mucho mejor, aunque no sé si deberías haberte levantado todavía.

Mi fiel traidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora