diecisiete

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es oficialmente el fin del mundo.

no sé de dónde saqué la estúpida idea de escribirte todas estas cartas,

no sé cómo pensé que él no las iba a encontrar.

llegué a casa después de haberme visto con unos amigos

y cuando entré a mi cuarto lo encontré leyéndolas,

la caja donde las guardaba abierta a sus pies.

cuando me vio se empezó a reír:

dime que esto no es lo que creo que es, se burló. ¿desde cuándo eres...? deja, no importa. ¿no tendrás algún videíto grabado con esta amiga tuya? tu madre no está de humor y no me vendría nada mal...

me temblaba todo el cuerpo,

en una mezcla de asco, vergüenza y miedo,

pero sobretodo furia.

estaba tan fuera de mí que empecé a decirle cosas que jamás me hubiera atrevido a decirle,

le escupí en la cara todo lo que me estuve callando durante meses,

le grité con enojo todo lo que estuve escondiendo durante años.

pero desde un primer momento supe que me saldría caro:

antes de que pudiera darme cuenta ya me había puesto la mano encima,

y podría haberme callado, soportar todo el calvario,

pero no.

tuve que seguir provocándolo,

hasta que dejé de sentir mi propio cuerpo.

traté de no pensar en que mi madre había estado en la habitación de al lado todo el tiempo

y que ni por un segundo mostró señales de querer intervenir.

salí de aquella casa hecha pedazos,

desesperada por encontrar un hogar.

me imagino que ya sabrás a dónde me dirigí.

corazón que no sienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora