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No vi a Erwin el lunes por la mañana y me sentí aliviada, aunque quisiera con todas mis fuerzas aferrarme a él, sabía que alejarnos ahora sería la mejor opción, ya que no iba a tener tiempo para estar con Erwin y al mismo tiempo seguir a Bill, además de que no me gustaba el hecho de que Erwin me escondiera cosas.

Me encontraba en mi puesto de trabajo aquella mañana, era el último día antes de mis esperadas vacaciones y tenía varias cosas que organizar antes de terminar.

Tina entró junto a Dave por la puerta de la clínica, sonreí al instante en que los vi, la barriga de la chica había crecido en aquella semana transcurrida y se la notaba agotada

—hola Lis— saludó la colorada

—¡Tina! Que gusto me da verlos, la ginecóloga debe estar por llegar, tomen asiento — explique saliendo detrás del mostrador y la guíe hacia uno de los bancos de espera, al sentarse suspiro aliviada

—mis pies palpitan, estoy demasiado gorda — sonreí ante su comentario

—yo creo que estás genial — Dave a su lado rodo los ojos

—él no cree que estoy genial — murmuró la pelirroja frotando el bulto que sobresalía de su cuerpo, mientras hacia un puchero.

—claro que si, ¿no Dave?— el chico frunció el seño cuando lo mire, suspiró segundos después y asintió con la cabeza —vez, todos creemos que estás genial— Laila apareció con papeles en sus manos

—la doctora Páez ya está aquí— asentí

—llego la ginecóloga chicos, pasen por el consultorio tres— Tina asintió y se levanto, Dave hizo ademán de seguirla cuando ella lo detuvo con la mirada

—no entraras conmigo — anunció frunciendo el seño, pareciendo otra persona al hablarle, como si las hormonas jugarán a interpretar papeles en esa ocasión

—Tina — bufo el chico molesto

—no, quédate aquí — y aquellas fueron sus últimas palabras antes de comenzar a caminar hacia el consultorio.

Mire a Dave quien la seguía con la mirada y luego la fijaba en mi

—no te nos acerques— murmuró en tono amenazante cuando Tina ya no era visible en el lugar, mi sangre subió hasta mi cabeza, el miedo se hizo presente al escuchar su voz tan punzante en cada palabra —nada va a salir bien si lo haces

—¿q-que qui-quieres decir?— tartamudeé

—que te mantengas lejos chiquilla— habló antes de levantarse de su asiento y dirigirse a la salida

—¿que fue eso?— preguntó Laila cuando me acerqué a ella. Observe a Dave a lo lejos, quien ahora se encontraba parado en la entrada fumando un cigarrillo

—no lo sé

—¿de donde se conocen?

—trabajaba para los Anderson hace un tiempo— explique y mire el rostro pálido de la enfermera a mi lado —¿te encuentras bien? — Laila se sostuvo de mi escritorio y asintió con la cabeza dándome una sonrisa de lado

— si Lis, no te preocupes— murmuró agitada

—siéntate, por dios — ayude a que se sentara y corrí por un vaso con agua

—gracias — dijo cuando se lo tendi

—¿cuando comenzaba la quimio?— ella bebió un par de sorbos y me devolvió el vaso antes de contestar

—mañana por la mañana— respondió cerrando los ojos

—Lai, no has descansado nada— sonrió aún con los ojos cerrados

Life And Concern Donde viven las historias. Descúbrelo ahora