Fede, tenemos que hablar

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– N-no... - dije casi en susurro, pero el ambiente era lo suficientemente silencioso para que mis papás me escucharan.
– Hija, sabemos que no es fá...-
– ¡Y no lo es! - dije en un grito ahogado.
Mis lágrimas salían sin parar, no me gustaba estar así, menos frente a mis padres, era la faceta que menos me gustaba usar de mi. Ellos sólo me veían en silencio, podía sentir sus miradas sobre mí, miradas de lástima, lástima por mi estado.
Pasaron al menos unos 5 minutos desde aquel momento, luego sentí la mano de mi madre acariciando mi cabeza, eso me hacía sentir peor. Las lágrimas seguían, pero ya no sollozaba, solo lloraba en silencio.
-Pero los papás de Fede también trabajan en el mismo lugar que ustedes, eso quiere decir que también se va a Querétaro ¿no? - dije con lágrimas en los ojos, estaba tratando de ser positiva, pero las lágrimas me delataban.
- Como nos gustaría que fuera así hija pero no, déjame explicarte; a todas las personas que trabajamos en esa planta nos ascendieron, unos se quedan aquí en Monterrey y otras se van a diferentes partes de la republica mexicana, como por ejemplo nosotros, nos toco Querétaro - mi papá dijo de la mejor manera para que no me afectara tanto pero aun así se sintió como si me cayera un balde de agua fría.
– Hija, sabemos que esto es muy repentino, para nosotros también lo fué -
– Tu madre tiene razón, Valeria, tienes que entender que no es porque nosotros queramos irnos -

No podía seguir escuchándolos, no quería, solo hacían que me sintiera peor. Les dije que estaba bien, que entendía que no fue su decisión pero solo lo hice para que se fueran de mi cuarto, yo no estaba bien, no quería ver a nadie, quería estar sola.
Pero, ¿cómo se lo diré a mis amigos?...¿Cómo se lo diré a Fede?, ¿cómo se lo tomará?, esas y más preguntas aparecían en mi mente, el simple hecho de pensar que no podré estar con Fede y hacer cualquier tipo de cosas locas y divertidas con él me abrumaba.
Sonreí, aunque aún tenía lágrimas por mis mejillas, sonreí, recordando esos momentos tan divertidos con él, por todo lo que hemos pasado estos últimos años.

–Te extrañaré a ti más que a nadie - dije al aire mientras veía por la ventana de mi cuarto como miles de gotas de lluvia resbalaban por la misma.
Y sin más, caí rendida, sólo dejé cerrar mis ojos, no quería abrirlos y ver esta horrible realidad, así, terminé en un gran sueño.

Ya era casi de noche, debí haberme quedado dormida mucho tiempo. Me asomé fuera de mi habitación y pude escuchar la conversación que estaban teniendo mis padres en la sala.
–¿Sigue en su cuarto, verdad? - oí decir a mi papá
–Si, y, no parece que quiera salir - dijo mi mamá - No me gusta verla así, sabía que se iba a poner de esa manera, aquí tiene su vida, el que se la quitemos repentinamente obviamente se habría puesto así-
–Lo sé cariño - suspiró- Pero no tenemos de otra, a mí tampoco me gusta verla así, pero tampoco es nuestra culpa - Será mejor ir a verla, no ha salido desde hace horas de su habitación.
Escuché los pasos de ambos subir por las escaleras, se aproximaban. Cerré la puerta lentamente para que no se escuchara, pero lo suficientemente rápido. Me metí entre las sábanas y fingí que seguía durmiendo, solía hacerlo mucho de niña y siempre funcionaba, espero que esta vez no sea diferente.
–Está dormida, es mejor hablar con ella después, con más calma - dijo mi mamá
–Si supongo - Vamos abajo-
Oí como cerraron la puerta y se iban de regreso a la sala. Tenía la respiración un poco agitada, creí que me descubrirían. Solté un suspiro y me levanté de la cama, pensaba en marcarle a Fede y contarle de la noticia, aunque sabía que si lo hacía iba a comenzar a llorar de nuevo, y no quería estar así hablando con él. Pero no, tenía que ser fuerte, él tenía que enterarse, tenía que hacerlo...

Un beep....
Dos beeps...
Tres beeps...

–¿Bueno?
–Fede...tenemos que vernos, tengo que decirte algo muy importante.


Una difícil decisión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora