Capítulo 4

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Ooh sí que te la complicas.

¿No te da asco Noya-san digo no es raro?

Para nada Tsuki, uno no decide de quien enamorarse, pero creo que debemos seguir esta conversación luego.

Sin darse cuenta ya estaban de vuelta en la puerta del departamento de Hinata y no podían seguir hablando de los sentimientos, ahora era tiempo de la reunión y de que Kei fingiera que no le molestaba que Kuroo y Bokuto estuvieran juntos. La velada transcurrió como todos esperaban risas charlas nadie podía notar como los ojos dorados del rubio se clavaban en Kuroo cada vez que Bokuto tomaba su mano.

Ey Tsuki ya te vas, espera iremos juntos –Bokuto le gritaba desde la sala-.

Yo voy con Tsuki, disculpa Bokuto-san es que prometí mostrarle algo y lo llevare justo ahora –otra vez el pequeño libero al rescate-.

Oh bueno Noya-san nos vemos, Tsuki nos vemos el lunes en la práctica.

Si adiós –el rubio no entendía porque el pelinegro había dicho eso pero le dio igual, hubiera sido un infierno volver con Kuroo y Bokuto-.

Dime Tsuki es Kuroo ¿no es así?

¿Eh?!... –sorprendido no entendía como se dio cuenta si había disimulado todo lo que creyó-.

Sabes yo miraba igual a Asahi, la misma mirada que tu tenías fue un reflejo de mí mismo, por eso me di cuenta.

Espera ¿Qué? Asahi-san, en serio.

Si, estuve toda la preparatoria enamorado de él y nunca me atreví a decirlo y fue tarde para mí, pero sabes no quiero que sea tarde para ti, anímate –le dijo mientras golpeaba con su puño el hombro del rubio-.

Pero Kuroo esta con Bokuto y yo no quiero interferir, Bokuto es mi capitán además lo considero mi amigo, no podría causarle dolor. –era verdad a pesar de su personalidad fría y distante no quería lastimar a nadie con lo que sentía-.

Pero Tsuki si no sacas afuera eso que sientes, los sentimientos te pesaran más y solo terminaras lastimándote a ti mismo.

¿Eso te paso a ti Noya-san?

Sí, yo jamás pude confesarme y eso al final solo me hiso mal a mí, por eso no quiero que pases por lo mismo, aunque te parezca una locura lo mejor es poner en palabras lo que sientes.

Así fueron todo el camino hacia la casa de Noya hablando de sus experiencias, mientras el rubio se convencía más de que debía decirle lo que sentía a Kuroo aunque este no sienta nada por él, para no ahogarse nuevamente en su sentir, pero como lo iba a hacer, esa pregunta daba vueltas y vueltas en su cabeza.

Esa semana paso sin más encuentros con Kuroo, por alguna razón no había venido en toda la semana, eso por un lado lo aliviaba ya que no tenía que ver las muestras de afecto de la pareja, pero en su corazón se sentía triste extrañaba verlo otra vez.

Ey Bokuto-san ¿paso algo con Kuro-san? –Pregunto sin malicia al mayor-.

Tsuukiii...-el mayor le dio un espectáculo de los suyos abrazando al rubio, que no entendía bien que le pasaba- Tsuki, él se enojó conmigo y yo no sé cómo hacer para que me perdone ayúdame.

¿Eh? Y yo como voy a ayudarte, y ¿Por qué se enojó? –si bien quería ayudar a su capitán muy en el fondo brillaba una chispa de esperanza para él-.

Bokuto paso todo el camino a los dormitorios hablándole de cómo se enojó Kuroo, al parecer fue a causa de su antiguo armador el amigo de la infancia del pelinegro, Kenma había ido a pasar el fin de semana con Kuroo y a Bokuto no le hiso gracia y armo uno de sus tantos berrinches haciendo que su pareja se enoje por no confiar en él.

Pero Bokuto ellos son amigos desde la infancia –el rubio trataba de calmar al lloroso búho-.

Si pero, pero yo soy su novio y no me quede en su cuarto –el mayor repetía enojado-. Y si vas tu a hablar con Kuroo, a ti te escuchara dile que me conteste las llamadas.

¡Yo!, Pero porque me va a escuchar a mí.

Porque tú siempre le caíste bien por eso, ten esta es la dirección de su departamento a esta hora ya debe estar, ve Tsuki por favor –el mayor le rogaba-.

Está bien Bokuto iré pero no prometo nada.

Esta era la oportunidad de Kei de estar a solas con Kuroo, se animaría a decirle lo que siente, que debería hacer todo en su cabeza era un embrollo no sabía si debía o no, lo único seguro era que quería verlo más bien que necesitaba verlo.

Llego a un complejo de departamentos cercano a un parque, piso 5 departamento b ahí estaba parado frente a la puerta sin saber si tocar o no, mientras su mente se debatía la puerta se abrió frente a él mostrando la figura del pelinegro mirándolo sorprendido por su presencia.

Tsuki ¿Qué haces aquí? No me digas que ese búho idiota te pidió que vinieras.

Yo, bueno si Bokuto me pidió que venga –algo nervioso el rubio no podía mirar directo a los ojos a Kuroo-.

Bueno pasa, te traeré té o prefieres comer algo –el pelinegro observaba a Kei con su habitual sonrisa-.

Eh! Si... té está bien (mierda cálmate Kei)-pensaba en sus adentros, sin entender por qué estaba tan nervioso-.

Y bien Tsuki que te pidió que me dijeras ese tonto –el pelinegro se sentó en un cojín frente a Kei observándolo con esa mirada avellana, esperando que este hablara de su novio pero el rubio no quería hablar de Bokuto quería decirle lo que sentía lo que llevaba arraigado en el corazón-.

Tsuki ¿estás bien? –Kuroo lo miraba confundido-.

Kuro-san yo... (mierda no puedo) –el rubio peleaba consigo mismo para no decir nada-.

Y bien Tsuki ¿vas a decir algo o no?

¡Kuro-san me gustas! –Kei ya no aguanto y lo dijo, más bien lo grito-.

Mientras Kuroo lo veía sorprendido sin decir palabra alguna, el rubio no aguanto sentía que había traicionado a Bokuto pero se sentía aliviado ese peso había desaparecido, pero ahora que iba a hacer, si Kuroo lo odiara por decir eso y si le correspondía Bokuto lo odiaría, todo se le mezclaba en el pecho, hasta que el pelinegro habló.

Tsuki... la verdad es que cuando te conocí me había enamorado de ti...

Eh (¿Qué dice? ¿Es enserio?)-el rubio miraba sorprendido ante las palabras de Kuroo-.

Pero –volvió a hablar el pelinegro- eso fue hace mucho, ahora estoy enamorado de ese idiota que tienes por capitán, no quiero lastimarte Tsuki pero no puedo corresponder a lo que sientes.

Ahí estaba su primera confesión y su primer rechazo, sentía como si el mundo se hubiera detenido y pudiera escuchar cómo se quebraba su corazón y como sus pedazos uno a uno caían en un profundo abismo, le dolía tanto que no pudo hacer más que salir corriendo mientras sus mejillas se cubrían de lágrimas ahora lo que sintió por tanto tiempo tenía un nombre pero también tenía un fin. Corrió hasta llegar a ese parque que vio antes dejándose caer en el columpio dejo salir todo el dolor entre esas lagrimas que se desbordaban de sus ojos, tal vez de esa manera pueda dejar ir también el dolor.

El Guardián y la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora