Capítulo 8

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Tsuki... ¿qué pasa? –El pelinegro correspondía apenas el abrazo ya que su altura y el agarre que le propiciaba el más alto lo aprisionaba-.

Noya-san perdón yo... -justo ahí se dio cuenta que llevaba rato apretujando al más bajo-.

Tranquilo Tsuki, traje pastel –el pelinegro acaricio la espalda de Kei para soltarse y mostrarle la bolsa que traía consigo-.

Noya-san siempre me salvas, gracias por haber venido hoy –ahora se soltó completamente del abrazo e invitaba a su apartamento a su senpai-.

Otra velada juntos hablando, riendo o simplemente apoyándose el uno al otro como si uno complementara al otro, como esas cosas que uno no planea y simplemente surgen así los sentimientos se cuelan en el alma para darle momentos como estos que compartían ambos.

Noya-san no tengo un futon extra –Kei nunca había invitado a nadie por eso nunca se preocupó por conseguir uno-. Ya se tu duerme en la cama y yo dormiré en el sofá.

Estás loco Tsuki mira el sofá y mira tú altura, yo dormiré en el sofá.

No tu eres invitado no puedes dormir en el sofá Noya-san –el rubio insistía con una expresión seria-.

Ya sé, tu cama es amplia y si dormimos juntos –esa idea le vino sin ninguna intención pero al momento de salir de su boca se dio cuenta de lo que había propuesto y su rostro se ruborizo-.

Si no es incómodo para ti, yo no tengo problema Noya-san –la verdad que no había notado el rubor en las mejillas del mayor y el que durmieran juntos no parecía tan descabellado después de todo eran amigos-.

No... yo no... está bien por mí –vociferaba sin saber exactamente que decía-. Primero iré al baño.

En cuanto Nishinoya salió de la sala Kei se dispuso a acomodar las cosas en la habitación para que pudieran dormir era verdad su cama era amplia ya por alguna razón que no entendió su hermano Akiteru le había sugerido conseguirse una cama de dos plazas alegando que tendría más espacio.

Una vez juntos en la sala nuevamente Kei le ofreció a Nishinoya uno de sus pijamas para que este pudiera dormir más cómodo, entregándoselo para que se cambie mientras él tomaba un baño, cuando Noya se dispuso a colocarse el mismo noto que era demasiado largo para su estatura por ello solo opto por utilizar la parte de arriba ya que esta le cubría hasta centímetros por arriba de sus rodillas.

Noya-san le fue... -la voz del rubio se interrumpió cuando vio al mayor vestido con su pijama que se asemejaba a la camisa del novio, esto hizo que su corazón se acelerar y un calor subiera desde el mismo hasta sus mejillas-.

Ya se Tsuki no te rías me queda grande –la vergüenza hacia que sus mejillas estén más rosas que lo habitual-.

No, esta... bien mientras estés cómodo –el rubio no podía articular bien las palabras la sola imagen del pelinegro vestido así lo hacía sentirse nervioso sin entender la razón-.

Ambos se acostaron espalda con espalda, nerviosos y algo incomodos pero una vez que el sueño los venció la noche paso tranquila, en la mañana fue Nishinoya el primero en despertar al sentir algo cálido a su alrededor esa sensación eran los brazos del rubio que lo rodeaban, cuando abrió por fin los ojos la imagen de Kei abrazándolo lo hizo estremecer y un escalofrió recorrió su cuerpo, preso del miedo a la situación se levantó evitando despertar a su kohai y huyo simplemente dejando una nota explicando que debía hacer algo del trabajo.

Cuando Kei despertó encontró la nota y no le dio mucha importancia a que Noya se haya ido sin decir nada, lo que si se sintió extraño fue que aun permanecía en su cuerpo una calidez que no se explicaba como si aún quedaran rastros del calor del mayor, entonces recordó que un momento de la noche volvió a aferrar ese pequeño cuerpo entre sus brazos y que eso fue la única razón por la cual pudo dormir sin ningún problema.

El Guardián y la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora