Nubes, algodones, un cielo azul infinito en el que vuelo y me deslizó, asciendo y desciendo, todo es una magnífica y satisfactoria contradicción, no existe tiempo ni espacio y el disfrute se hace eterno. Esto es probablemente aquello que los creyentes religiosos llaman la gloria, quizás estoy muerta y todas mis blasfemias, pecados y dudas acerca de alguna deidad han sido perdonadas y milagrosamente se me ha sido asignado este paraíso en donde se me permite ser etérea, soy aire y me mezclo con el mismo viento. ¡Joder, yo soy el viento!... Espera, creo que hay alguien más en mi paraíso privado y ese alguien está haciéndose escuchar muy fuerte... crash trac toc, crash trac toc... El sonido es estruendoso, de un cielo totalmente pacífico me han mandado sin aviso alguno a este infierno de ruidos, pero ¿qué hice mal? Yo solamente estaba dedicada a ser viento. Abro los ojos, sonrío de manera burlona y murmuró para mi misma -Lexa Woods, tú no eres viento, tú eres fuego.
He despertado por completo, son las seis de la mañana y el ruido sigue martillando mi cabeza, no era parte del sueño, esos sonidos eran el anuncio de una realidad infame, esa realidad que me decía que alguien había comenzado obras de construcción muy cerca de mi apartamento.
Permanezco veinte minutos más en la cama con los brazos cruzados por encima de la cabeza, imaginando, o más bien implorando que el ruido cese de un momento a otro pero no tengo tanta suerte y eso no sucede.
En contra de cualquier ápice de voluntad en mi cuerpo decido levantarme, son tres horas antes de lo que acostumbro a hacerlo pero volver a dormirme está descartado ante la imposibilidad generada por ese infernal sonido externo. La ducha siempre suele relajarme, me dirijo al baño, abro la llave izquierda de la regadera, espero unos minutos hasta que el vapor ha inundado toda la habitación, ya comienzo a relajarme y los productores de ese ruido parecen haberse apiadado de mi trayendo el silencio de vuelta.
Decido que es suficiente vapor y disminuyo la salida de agua caliente e inmediatamente abro la llave derecha para dar salida al agua fría y permitir la mezcla de ambas para lograr la temperatura deseada, esto lo confirmo con la mano y cuando estoy segura de ello me despojo de mis ropas y entro bajo el agua, por un par de segundos un ligero escalofrío recorre mi cuerpo pero luego todo es tranquilidad. Siento la corriente de agua tibia descender sobre mi cuerpo, escucho las gotas de agua haciendo contacto, tenía razón, el baño siempre funciona pero de repente crash trac toc crash trac toc -¡Maldita sea! -grito a todo pulmón. No, la ducha no ha servido.
No suelo tomar café, el doctor dice que no es adecuado para mí, no ayuda a despejar mi problema, pero hoy es un día que lo amerita y voy a beber cuantas tazas sean necesarias. Elijo granos de café tarrazú pero finalmente decido que mi amargo día requiere un amargo café y decido agregar algo de granos robusta -hoy merezco altos grados de concentración de cafeína -balbuceo para mi misma a modo de justificación.
Enciendo el molino, colocó el filtro en la cafetera y después el café, lleno el depósito de agua y entonces la echo a andar, el aroma empieza a minar cada rincón de mi apartamento. Entre tanto pienso que esto sucede con tan poca frecuencia y comienzo a cuestionarme el motivo por el que gasté más de mil dólares en un equipo para café y otro tanto en una amplia selección de granos arrumbados en la alacena si el uso que le doy es casi nulo, entonces la máquina suena para avisarme que el café está listo y con ello también doy por terminado todos mis cuestionamientos.
Tomo una taza pero el ruido externo sigue sonando como si estuviera llamando a mi puerta y quisiera quedarse por siempre, me quedo parada en medio del apartamento miro hacia los ventanales, decido ir al que está enfrente de mí a la derecha, me asomo e inspecciono. Tomo un sorbo de café, suspiro al darme cuenta que de ese lado no encontraré el origen de mi actual molestia, entonces decido ir al lado izquierdo, a la esquina del piso y ¡voalà! Exactamente paralelo a mi apartamento, hay una esquina con un pequeño edificio antiguo que antes de que me mudara o quizás antes de que naciera solía hacer las funciones de un mini cinema, nunca había sido ocupado, estaba bastante deteriorado, de la marquesina sólo quedaba un esbozo de estructura, las paredes estaban descoloridas y descascaradas y la gran puerta doble de madera seguía firme gracias a algunas cadenas que la cerraban y sostenían pero se veía tan roída. Entonces entendí que alguien había comprado o rentado ese viejo edificio y lo estaba remodelando, ¡Que desastre! ¿Cuánto tiempo llevarían estos trabajos? De haber sabido que esto sucedería me hubiera asegurado de sacar mis ahorros y comprar el edificio para garantizar mi tranquilidad, no, esto hubiera sido una locura pero ha sido mi pensamiento más automático.
Los minutos trascurren y me parecen horas, es imposible vivir con este estruendo, doy vueltas por todo el piso, pongo tapones en mis oídos pero las vibraciones me hacen sentir que el ruido sigue ahí. Enciendo la computadora, intento escribir una reseña del servicio a domicilio de comida hindú que ordené, pero simplemente no puedo concentrarme, mi mente sólo puede procesar crash trac toc crash trac toc. Cualquier intento por evitar pensar en el ruido es inútil. Aunque normalmente prefiero permanecer en mi apartamento y evito lo más que puedo el exterior,. En estos momentos debo salir a despejarme, encontrar un lugar con menos bullicio, debo recuperar mi cabeza.
Una cafetería a diez cuadras ha sido mi resguardo. He terminado la crítica y probablemente fui muy dura debido al humor que me ha provocado este día, pero sí, en verdad la comida no fue buena anoche. El biriyani fue un desastre, utilizaron un arroz de grano corto en lugar de basmati y el plato en general era insípido al igual que el pani puri que también ordené, ambos carecían de su respectivo masala decente, de hecho ese era el problema, en ese supuesto restaurante hindú no sabían que era un masala, lo que me hace deducir que los cocineros y propietarios nunca han leído algo acerca de la India, además de que la entrega tardó más de una hora, no hubo disculpa alguna y el precio era demasiado alto. Entonces me convenzo que no he sido demasiado dura, sólo brutalmente honesta.
En cambio la cafetería donde estoy ha sido aceptable. He ordenado una de sus crepas con queso Edam y un jugo de fresas y naranjas, el licuado estuvo bien, la posibilidad de fallar es casi nula debido a la sencillez de su preparación y la crepa no ha estado mal pero he sentido cierto sabor a margarina en lugar de mantequilla.La masa de la crepa no era tan suave debido a que ligeramente se pasó de huevo y la cantidad de queso hacía que el plato en general resulte un poco salado, merece un regular, no ha sido malo y la atención y el lugar han sido excelentes. Está decidido será una asignatura pendiente por redactar.
Las horas han pasado entre la cafetería, paseos y el cine, son la siete de la noche y regreso a mi apartamento. Mi primer instinto es mirar hacia aquel viejo edificio esperanzada en que un milagro haya ocurrido y las obras estén terminadas,. Abro la ventana me coloco en el borde, veo movimiento, hay personas dentro de ese edificio. Estoy en un quinto piso así que no logro entender lo que dicen, sólo distingo las luces interiores del primer piso encendidas, las enormes puertas principales abiertas y murmullos que no descifro, al cabo de quince minutos sale un grupo de personas, todos se van y desde lo que logro distinguir parece que se despiden de una mujer rubia a quien no logro verle el rostro debido a la oscuridad y a esta hipermetropía y astigmatismo de 7.5. que me aqueja.
Ella se detiene frente al viejo edificio, al parecer lo está contemplando mientras yo la contemplo a ella. No se porque, pero sonrío y en ese instante ella se voltea, alza la cabeza y está mirando a mi edificio, a mi ventana, seguramente me está mirando directamente, mi vista me engaña porque no se si es real o sólo hizo un movimiento en el que me pareció que me miraba. A esta luz y a esta distancia no distingo bien lo que sucede, pero mi instinto me hace agacharme inmediatamente, en cuestión de dos minutos tomo valor y asomo mis ojos por el borde, no me atrevo a pararme completamente hasta que confirmó que se ha ido.
No hay luces, las puertas parecen cerradas y la rubia no está más en la calle, entonces una luz en el segundo piso se enciende y a los pocos segundos se apaga pero inmediatamente el tercer y último piso está iluminado y una silueta femenina deambula por él, al parecer me equivoqué y la rubia no se ha ido.
Sin saber porque, me alegro que esté en el tercer piso, primero porque la distancia de mi vista mejora y segundo porque este es el único piso que tiene casi en su totalidad paredes de cristal y aunque lo cubren unas persianas, estas son demasiado viejas y por el momento dejan traslucir muchas cosas que ocurren en el interior para alimentar mi curiosidad. Los otros dos pisos no dejan ver mucho, el primero solo tiene unas ventanas que nunca se abren y la gigantesca puerta doble. El segundo piso solamente muestra una pequeña parte con cristal que da acceso a unas escaleras, además que es obstruido totalmente por la ya destruida marquesina. Durante un largo rato la mujer ha caminado, se ha ido y regresado, se ha sentado y levantado, al parecer ha hablado por teléfono, no ha hecho demasiado tiempo y luego ha apagado todas las luces pero no ha salido del edificio.
Seguramente se ha ido a dormir, quizás es hora de que yo también vaya a dormir.
