Sentado en la sala de espera, a escasos centímetros alejado de aquella oficina en donde veía entrar a varios jóvenes que venían al igual que él, con el propósito de obtener ese puesto de secretaría que se había dado a conocer la semana pasada, cuando la empresa de negocios internacionales había despedido terminantemente a su anterior empleada por haber estado realizando el famoso lavado de dinero a la prestigiosa empresa junto con una organización que se dedicaba a tal cosa.
La prensa inmediatamente se hizo presente con las clásicas preguntas respecto al caso que se dio, ninguno de los trabajadores tenía permitido decir ni una sola palabra por los acuerdos de seguridad que se les dieron, mucho menos el jefe quien se encargó personalmente de deshacerse del fastidioso chismorreo. Después de aquel escándalo se restauró nuevamente la tranquilidad en las oficinas. Los abogados de la empresa se encargaron también de la sentencia de la mujer quien tras pasar un largo interrogatorio confesó haber permanecido en una peligrosa banda de delincuentes y que ingresó al trabajo con documentos falsificados.
- el siguiente por favor.
La voz tosca de la mujer en el marco de la puerta hizo erizar los bellos de la nuca a cierto jovencito de cabellos rubios quien tan solo se levantó de su asiento con la mirada firme, no podía darse el lujo de estar nervioso, aunque mentiría si dijera no estarlo, bueno, al menos un poco, pues durante una hora vio como los jóvenes postulantes al puesto salían con todo y cara larga, mientras se quitaban la corbata exageradamente frustrados. Las señoritas pisando fuertemente sus tacones caminando con prisa hacia la salida. Sabía lo molesto que era no ser aceptado en aquel campo laboral pero más vale intentar que no hacer nada.
Lástima, para la próxima será, pensó el simpático rubio con la mirada puesta en esos jóvenes.
Y por último ingresó a la oficina encontrándose con una dama de tonos pelirrojos en sus cabellos y facciones finas en el rostro. Ella le dirigió una mirada sería mostrándole de pasada sus intensos ojos color ámbar muy bonitos a su parecer, diciéndole también que tomará asiento obedeció la mismo tiempo en que saludaba educadamente a dicha joven quien le devolvió el gesto.
- dime nombre, edad y estudios universitarios - dijo la mujer mientras se recargaba en su asiento cruzándose de brazos.
- mi nombre es Lloyd Garmadon y recientemente cumplí veintitrés años. Estudié en la universidad privada de los Ángeles, California también recibí mi título por haber estudiado idiomas hace un año atrás.
Respondió sin titubeos y además de eso, sin dejar de mirarle a los ojos a cierta mujer quien veía atentamente cada expresión o gesto que el hacia.
- de acuerdo... - dijo agotada soltando un pesado suspiró y una breve mirada hacia el techo de aquella anticuada oficina - ¿Cuántos idiomas has aprendido?
- cuatro señorita.
- ¿No me dirás también el nombre los idiomas? - fruncio levemente el ceño, está vez apoyando los antebrazos en el escritorio de vidrio.
- usted sólo me dijo la cantidad no los nombres - se tomó la libertad de relajarse al notar que aquella tipa sólo quiere hacerle quedar mal.
La pelirroja alzó los ojos ante la sorpresa y ahorrándose la molestia de protestar le pidió la carpeta que tenía el joven el las manos y comenzó a revisar los papeles que traían más información del rubio atrevido ese como acabó con definirlo y aunque le irrita a admitirlo aquel jovencito poseía el carácter necesario como para ocupar un puesto agotador.
Pasaron alrededor de media hora o la parecer más puesto a que había muchas preguntas que responder. Y la final la pelirroja quedo convencida con Lloyd.
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Mi Secretario (Ninjago) [Finalizado]
FanfictionDespués de culminar sus estudios universitarios Lloyd Garmadon, un joven de veinte y cuatro años de edad, logra conseguir un empleo en una empresa publicitaria en el área de secretaria, sin imaginar que su vida cambiaría al conocer a su jefe. ... ...