Capítulo 11

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Chico malo.

Camina tras de mí, con paso lento, fresco, sin preocupación, aspiro el aroma frío del viento sonriendo por la paz que tengo ahora, por la libertad que él me brinda. Escucho sus pisadas, un paso, dos pasos, si tan solo así fueran todos los días de nuestra vida, chico malo, chico malo, tan perfecto, tan irreal, mi bendición. Tú, Ojos de universo, sonrisa confiable, mirada estremecedora, labios de pecado, brazos que acunan, tu pecho mi hogar. Suspiré, cuanto amor, amor, amor, cuanto amor.
Vimos la casa de hyung, habíamos vuelto de nuestro viaje a la playa, por primera vez experimenté la bella sensación de volver a mi hogar, pero aquella grata sensación de paz efímera pronto se extinguió, DongHae venía corriendo a toda prisa rumbo a nosotros, aún estaba herido, podría lastimarse.

—DongHae hyung tus heridas podrí… —al ver su rostro cubierto en lágrimas supe que lo inevitable había pasado, EunHyuk salió corriendo tras de él con la boca y nariz cubiertas de sangre, todo ocurrió tan rápido que me cuesta mucho explicarlo, pasó a un lado mío cual ventisca fresca en verano, y lo que siguió no lo esperaba, golpeó a JongWoon en el rostro, tan fuerte fue el golpe que cayó de espaldas, su nariz empezó a sangrar inmediatamente.
—¡Maldito cabrón¡ —lo tomó del cuello de su camisa, mi chico malo no se defendió.
—DongHae-ssi — susurré al ver como lo golpeaba incesantemente en el rostro, mis ojos se llenaron de lágrimas y no pude evitar que el dolor no se manifestara en mis ojos desahogándome.
—Como eres un maldito huérfano crees que todos queremos quedar como tú ¡Jodido egoísta! —gritó DongHae lleno de ira.
—Ya basta DongHae —EunHyuk lo separó tomándolo de ambos brazos.
—¡Malditos traidores! ¡Asesinos de mierda! ¿Por qué?, ¿por qué a mi? —el corazón se me estrujó al verlo caer al piso y llorar con tanto dolor, me recordaba tanto a mi yo anterior, aquél que vivía solo dentro de mí, oculto tras una apariencia falsa.

No sabía que hacer en una situación como esta, al parecer no había nadie en casa, quien más pudiese ayudar. EunHyuk se había quitado la camisa y limpiaba la sangre que había salido del rostro de mi chico malo.

—¡Me duele! —gritó DongHae mientras tiraba de sus cabellos, EunHyuk solo lo observaba llorando tanto como DongHae, era un llanto de dolor distinto pero igual de mortal. Yo no sabía que hacer, odiaba mi estulticia, solo era un alfeñique incapaz de ayudar. JongWoon se acercó a él, alejó sus manos de su cabello y lo abrazó tan fuerte que DongHae incrementó su llanto. Les di la espalda mientras que con mi mano suprimía los sollozos que pugnaban por salir, me dolía tanto como a ellos, los amaba.
—Perdóname Hae —susurró mi chico malo.
—Estoy solo, solo…
—No, jamás estarás solo  te lo prometo.

Vi pasar a mi chico malo con DongHae en sus brazos, a EunHyuk detrás de ellos, tan abatido, tan roto, sequé mis lágrimas y caminé hacia ellos, los sollozos de EunHyuk me partían el corazón al igual que los gritos de dolor de DongHae.

—Mi mamá… mi papá…

Subí a la habitación de JongWoon sin poder evitar mi cobardía, no sabía que hacer, de verdad no sabía, ¿que le diría?, lo hicieron porque te aman, pero eso él lo sabe. Les dolía verte así DongHae-ssi, pero el también sabe eso… me acerqué a la ventana y vi el cielo, estaba nublado, había soledad en él, había angustia y dolor. Al cabo de aproximadamente una hora, escuché la puerta abrirse y vi a mi chico malo entrar y lanzarse a la cama sin fuerza aparente, me di prisa en ir por el botiquín que siempre tienen en el baño, estás situaciones son muy frecuentes en esta casa, al volver vi su mirada abatida, tan llena de dolor y arrepentimiento. Acaricié sus oscuros cabellos y besé su frente mientras una lágrima traviesa corría por su mejilla.

—Pensarás que soy débil y cobarde porque siempre me ves llorar, no puedo mostrárselo a nadie más. Antes que llegaras, solo lloraba para mí, ahora somos tu y yo.
—No creo que eres débil o cobarde, demostrar tus sentimientos es sinónimo de fortaleza, los niños lloran por cualquier cosa, las personas fuertes lloran cuando algo les duele en el alma, y te he visto llorar cuando tu cuerpo ya no resiste, llorar no es de cobardes.
—Yo los maté, no pensé que el sufriría así, solo quería… que jamás le pusieran un dedo encima.

Otra lágrima tierna se deslizó por su mejilla perdiéndose entre la cama, agarré un poco de algodón y le vertí un poco de alcohol, lo puse boca arriba y comencé con la delicada faena de limpiar su rostro, tan atractivo, tan varonil, tan perfecto que es casi incierto, etéreo, sublime.
Chico malo, chico malo, estoy tan enamorado de tu imagen impetuosa, de tu mirada, ¡Oh…! suspiro, esa mirada que siempre me ha dejado sin palabras, el chico de ojos profundos tan negros como el pelaje de una pantera, de labios apasionados, de corazón cálido, de sueños esperanzadores, de libertad voraz y contagiosa. No hay segundo en que no piense en ti, en mí junto a ti, en el mágico mundo que se crea al estar juntos y es que ya no podría vivir sin ti, ya no podría respirar igual, no podría y no querría ver igual si no estás conmigo, y es que el amor se desborda de mis ojos, de mi corazón que lucha por estar junto a ti hoy y siempre. Pletórico de amor anhelado y compañía, pletórico de JongWoon, mi chico malo.
Sus ojos me observan detenidamente mientras mis dedos recorren la tersa piel de sus mejillas, mientras mis ojos no se separan de esos labios que a gusto besaría cada segundo, la cicatriz en su labio, esa que lo hace tan perfecto y único.

—Bésame, te lo ruego.

Susurra apenas con voz, con ojos deseosos y sin más, lo hago, tomo sus lindas mejillas entre mis manos y lo beso lento, tan despacio que suspiramos, él cuela sus manos entre mi camisa haciéndome temblar cual resto de hoja de otoño en inicios de invierno. Me acomoda sobre su cuerpo, acaricio sus fuertes brazos mientras nuestros labios siguen con un beso que ya no es tierno, es hambriento, desesperado como un águila en una jaula, lame mi mejilla y comienza a mecer sus caderas haciéndome suspirar y jadear entre su boca.

—Te amo… chico malo

Lo vi sonreír y pronto quedé bajo su cuerpo mientras temblaba ansioso por sentir sus manos acariciarme, por sentirlo junto a mí, en mí.
—Me encanta eso, soy el chico malo con más suerte en el mundo, no necesito ganarme la lotería, te tengo a ti. —Sonreí estafermo delineando el tatuaje que decoraba su trabajado brazo izquierdo. —Quiero hacerte el amor.

Mi boca se abrió en sorpresa, el arrebol que adornó mis mejillas las calentó, respiré agitado sin poder emitir palabra alguna, no hubo más que decir, entendió mi lenguaje corporal y besó mi cuello ahogándome en puro y sano placer. Deslicé mis torpes dedos por debajo de la camiseta que se ceñía a su trabajado cuerpo, lo escuché gruñir y jadear deseoso de mi tacto, nos vimos a los ojos sin romper esa bella conexión, se sentó en mis caderas y comenzó a desabrochar mi camisa, dejándola completamente abierta, me hizo sentar para retirarla completamente, besó mi cuello, mi manzana de Adán, yo deslicé mis manos hasta sus pezones, mis mejillas ardían de amor, mi cuerpo en deseo, mi corazón de alegría, mi alma de libertad. Desabrochó el cinturón de mi pantalón y luego este, lo bajó ligeramente junto a mi bóxer, me estremecí ante la mirada hambrienta de mi hyung…

—Te demostraré por qué soy un chico malo.

Metió a su boca un dulce de menta ante mi mirada curiosa, me sonrió de una forma tan fascinante, tan malévola que le sentaba tan bien. Estiré mi mano para acariciar su mejilla, una gota de sudor se deslizó por su frente. Pronto se deslizó y dando una lamida a mi miembro haciéndome jadear ante la frescura de la saliva causada por el dulce, metió mi hombría en su boca y pude sentir la desesperación de querer correrme y no poder, el frío y la sensualidad de sus movimientos estaban llevándome a sentimientos contradictorios, se separó de mí, desplegando la piel de mi miembro, dejando salir la cabeza únicamente, soplando fuerte para hacerme temblar las piernas y gritar extasiado.

—Hy..ung… —susurré entrecortado.

Esa sonrisa de nuevo, tan bella, tan perfecta, tan triunfante, volvió en su faena de tomar mi miembro en su boca, me dolía demasiado, sentía que explotaría en cualquier momento, se separó para regalarme un jugoso beso y desfallecer en su boca, tomé sus cabellos y los acaricié con ternura, suavidad, mientras él besaba con loco frenesí mis labios, Matándome en cada suspiro.

—Te amo RyeoWook, no te imaginas cuanto.

Se levantó de mi cuerpo, tomó algo de una gaveta, se sacó la camiseta, los pantalones medio rotos ceñidos a su cuerpo junto a su ropa interior, y si la noche anterior no pude apreciar ese cuerpo por la pena inconsciente que sentí, lo haré ahora. Sus hombros anchos, sus brazos fuertes, su abdomen marcado, sus piernas firmes, su hombría tan majestuosa como todo en él, aunque me pregunté ¿cómo entro eso ayer? Tenía un tamaño considerable.

—Me encantaría que jugaras conmigo, pero tenerte en mi cama desnudo, con un rostro adormitado de placer, las mejillas ardientes, y carita inocente es demasiado erotismo hasta para mi, estoy a punto de correrme con solo verte y sé que tú tampoco aguantas más.

Sonreí por su consideración y pos sus palabras que me hacían sentir bonito, sexy, deseable. Se posicionó sobre mí, untó sobre sus dedos algo que parecía ser lubricante,  una gota cayó en mi pelvis haciéndome gemir y vibrar, su sonrisa y su mirar me hicieron suspirar, todo en él me encantaba. Untó lubricante también sobre su miembro, me sentía terriblemente rojo, acalorado, asfixiado en este delirante aroma del amor. Abrí las piernas apoyadas sobre la cama, él mordió su labio ante la vista y yo cubrí mi rostro avergonzado con mi manos, lo escuché reír y decir “adorable” antes de deslizar un dedo en mi entrada apretada. Él era tan grande, yo tan pequeño, éramos tan diferentes, éramos la amalgama perfecta. Metió un segundo dedo seguido de un tercero, gemí al sentir su boca aún fresca sobre mi miembro, cubrí mis ojos con mi antebrazo sintiendo que pasar saliva se me dificultaba, era tan exquisito, el amor de mi vida haciéndome el amor, ¿qué más podía pedir? Poco a poco sentí sus dedos salir y ser remplazados por algo más grande y latente, mordí mi labio, dolía, igual que la noche anterior, pero pronto me acostumbre a él.

—Déjame verte —quité mi brazo de mi rostro, lo vi a los ojos y me sonrió. —Eres tan hermoso —tomó mi mano derecha, la besó con amor para luego entrelazar nuestros dedos y comenzar a moverse.

No pude evitar gemir quedito, por pena a que nos escucharan, sus movimientos eran un deleite que traspasaban el cielo, me llevaban al universo, me envolvían en un grato calor, en un sentimiento inenarrable. Cada movimiento, cada suspiro, cada contacto, cada gota de su sudor que caía sobre mi plano abdomen… ¡Dios! Era perfecto. Separó nuestras manos, me tomó de la cintura y me levantó haciéndome sentar sobre él que se encontraba de cuclillas sobre la cama, lo abracé por el cuello para estabilizarme. Las estocadas fueron tan profundas que causaban mareo en mi cabeza, mi miembro se rozaban entre nosotros mientras el me apretaba más contra él. Me atreví a besar su cuello lentamente lo que hizo que jadeara con más fuerza y buscara mi boca para besarnos. Ese vaivén exquisito con sabor a gloria, con caricias íntimas, con besos que nadie en el mundo podrá dar igual, un cosquilleo encantador recorría cada nervio de mi cuerpo haciéndome jadear con alevosía. Fue tan divino, tan celestial, no había palabras para describirlo, grité tan fuerte cuando mi miembro explotó, mis paredes se apretaron con saña alrededor de su miembro, aumentó su velocidad y pronto grité de nuevo al sentirlo llenarme por completo. Caímos en la cama, él sobre y aún dentro de mí, me dediqué a acariciar sus cabellos mojados mientras nos recuperábamos.

—No sé como soporté tanto tiempo durmiendo contigo sin atreverme tan siquiera a rosarte —yo sonreí.
—No sé por qué yo ni siquiera me atrevía a hablarte.
—Fuimos hechos el uno para el otro, ¿nunca te irás verdad?
—Nunca JongWoon hyung. Jamás.


Abrí los ojos, no me había dado cuenta el momento en que me había dormido, estaba cubierto por una sabana, sonreí, seguía desnudo con alguien abrazándome fuertemente. Intenté levantarme pero esos cálidos brazos no me lo permitieron.

—¿A dónde crees que vas sin mí?
—Quiero tomar una ducha.
—No se diga más, vamos juntos.

Se puso de pie completamente desnudo, me cubrí con la sábana antes de ponerme de pie pero reí fuertemente cuando me tomó en brazos llevándome a una ducha de agua helada. Podría pasar horas en la ducha si él se encarga de mimarme como esa tarde. Iban a dar las cinco cuando llegamos al comedor. SungMin nos sirvió la comida y le preguntamos por DongHae, nos dijo que estaba hablando desde hace varias horas con EunHyuk, al poco tiempo entró Henry con su maravillosa sonrisa contagiosa.

—¿RyeoWook vamos a comer helado? —mi chico malo le dio un golpe en la cabeza; hizo un puchero tan adorable que no pude evitar reírme de Henry.
—¡YeSung! Eso dolió... —se quejó tan dulce y tierno como siempre.
—Yo lo llevaré a comer helado, no tú, hámster horrible.
—¿Qué? ¿No me llevarás a mí? —dijo indignado, bebí un poco de café.
—Dile al chino que te lleve.
—Él está con SiWon y HeeChul —vi a mi chico malo apretar los puños, ¿aun le causaba molestia eso?
—Bien, iremos los tres —sonreí, sería un padre excelente, de pronto aquel pensamiento azaroso me llenó de terrible melancolía, él no dejaría descendencia por culpa mía, no quedaría un mini JongWoon en el mundo —¿Quieres ir verdad? —me preguntó tomando mi mano y haciéndome olvidar ese extraño pensamiento.
—Por supuesto que sí.

SikHyeon se reía de las locuras que Henry decía constantemente, al igual que yo, mi chico malo parecía ignorarlo y disfrutaba de un helado sabor café y arándanos. Mientras que Henry devoraba tres bolas de nieve de limón, fresa y mango a la vez que hablaba.

Cuando terminamos de comer nos despedimos de SikHyeon, quien amablemente nos prometió una bola extra de helado la próxima vez que llegáramos. Henry me hizo jugar con él a no pisar las líneas de la calle, pero no era tan sencillo, ya que incluía empujones que debía soportar e igualmente devolverle a Henry, me dijo que era algo que le gustaba jugar desde que era niño, a mi nunca me permitieron hacer algo así, lo disfruté, realmente me divertí. Henry me empujó con más fuerza de la habitual, al sentir que iba a caer definitivamente, lo tomé de ambos brazos y caímos juntos golpeando nuestras cabezas el uno con el otro, sin poder evitarlo, reímos descontrolados, mi chico malo rió con nosotros y nos llevó de la mano lo que restaba de camino, como si fuésemos verdaderamente niños pequeños; cuando estuvimos cerca, en la esquina de nuestro hogar vimos que había una pequeña pelea.

—¡Lárgense de aquí maricones! No están en su territorio.
—¡Queremos saber en dónde diablos está! Si lo secuestraron considérense muertos.

Casi pierdo el color al ver a HyungSik, TaeMin, Key, SunGyu agarrando a golpes a KiBum.

—Aquí… no hay… ningún… bombón, así que… regresen por dónde… vinieron.
—Maldito retal —HyungSik le dio un golpe certero en la cabeza a KiBum que lo dejó bastante mareado, los demás aprovecharon para patearlo y golpearlo como salvajes. Al instante pude ver como EunHyuk, KangIn, LeeTeuk y el resto de chicos salían con palos a defender a KiBum, incluso DongHae, entré en pánico, así que con todas mis fuerzas corrí y grité.

—¡BASTA! POR FAVOR, DETENGANSE —atravesé la calle tratando de detenerlos a gritos, vi a KiBum ponerse de pie con dificultad justo cuando todos los demás llegaron y empezó una gran pelea con bates, pelea que mis amigos no ganarían, así que grité con fuerza —¡DETENGANSE!

Para sorpresa mía todos se detuvieron, mis lágrimas ya habían recorrido todo mi rostro y mis hipidos eran bastante fuertes. KiBum tenía horribles golpes en el rostro y sabía que era mi culpa. La mirada que me dirigió fue de odio absoluto, respiré agitado y contuve un sollozo causando un ruido extraño.

—Espero que te vayas pronto, solo nos traes problemas —dijo escupiendo sangre a mis pies, después de eso se alejó. Nadie sabía que decir ni que hacer, JongWoon llegó junto a mí y esperó a que yo dijera algo, más lo primero que sentí fue un puño estrellarse contra mi cara.
—Así que no fue un secuestro, ¡huiste! —Gritó HyungSik colérico, JongWoon lo empujó haciéndolo caer, antes que  TaeMin, Key y SunGyu lo ayudaran ya tenían a los demás impidiéndolo. Mi chico malo lo tomó del cuello de su chaqueta, así que lo detuve antes que lo golpeara.
—No lo hagas hyung, lo merezco.
—Claro que lo mereces —escupió HyungSik con ira, —eres un cobarde —JongWoon le dio un golpe en la cara y luego otro y otro más, se me partió el corazón, HyungSik era mi amigo desde que tenía memoria.
—Dije que no lo hicieras hyung —dije sin levantar la voz, me sentía tan mal como para querer hacerlo, JongWoon se puso de pie y me regalándome una mirada furiosa.
—No tiene derecho de llamarte cobarde, él es el jodido tipo sin huevos para hacer un cambio, por eso sigue atrapado en su jaula de oro, tú ya eres libre RyeoWook, no mereces ser insultado, si lo vuelve a hacer, juro por mi vida que lo mato.

Mi chico malo dio la señal que todos se fueran a excepción de SiWon, HanGeng, KangIn y ShinDong, él se marchó, supongo que no podía aguantar mi nivel de estupidez. Sequé mis lágrimas y hablé intentando contener mis sollozos.

—Chicos, no podía quedarme en casa… odiaba esa vida —mis amigos parecían estar más calmados a excepción de HyungSik.
—¿Y esta vida está bien para ti? —preguntó furioso —Son retales, ¿olvidas lo que le hicieron  a mi hermano?
—Sabes como fueron las cosas, no puedes seguir mintiendo con eso, no te puedes engañar, tu hermano está así no por culpa de ellos, sino por su propia estulticia.
—¿CÓMO TE ATREVES? —gritó colérico.
—Basta HyungSik —TaeMin lo detuvo. —Te extrañamos y estábamos preocupados por ti ReyoWook, tus padres te están buscando y aunque no lo creas están desesperados.
—¿Mis padres? coetáneos crueles, impíos, ¿me dicen que están preocupados y me piden que vuelva con ellos? Ellos son los culpables que yo no haya sido feliz estos dieciséis años.
—No les diremos en dónde estás, pero recuerda que este no es tu lugar, no perteneces aquí, piénsalo.

Se marcharon, pero sus palabras golpearon mi corazón, mi mente. Volvimos a casa y vi a KiBum sin camisa mientras SungMin sanaba las heridas que habían por todo su cuerpo. Lo escuché gruñir de dolor, su torso tenía un profundo color morado, varios raspones y muchas cicatrices, su rostro estaba hinchado y no pude evitar morder mi labio para no llorar.

—Lo siento mucho KiBum hyung.
—Voy a decirte algo bombón —era la primera vez que KiBum me veía con ojos serios, no de odio —Si te quedas, lo que me hicieron tus amiguitas no serán más que cosquillas, cada día que estás aquí nos condenas.
—Basta KiBum —dijo SiWon mientras me tomaba de los hombros —es parte de la familia, lo cuidaremos.
—¿Acaso crees que yo no lo cuido? —KiBum se puso de pie, SungMin limpió una lágrima que traviesa se deslizó de su rostro —¿Crees que ésta es la única paliza que he recibido por su culpa? Que fácil sería ir a reclamar ese dinero y devolverlo a sus padres, ¿pero sabes por qué no lo he hecho? Por YeSung, por él que sé sufriría yo recibo los golpes en su lugar —dijo señalándome, haciendo que mis lágrimas corran sin dar tregua.
—RyeoWook ve con YeSung —dijo SiWon, comencé a caminar mientras las lágrimas seguían consumiéndome.
—Sé que la cagué en el pasado, pero llevo muchos años tratando de remediar esta mierda, no quiero perder a mi familia y mucho menos por un maldito bombón al que no le tengo ni el más mínimo apreció.

Subí las gradas y antes de entrar a esa habitación que encerraba nuestro pequeño nido de amor, me ahogué en terribles sollozos que no podía permitirme expresar, como cuando mi padre me gritaba, me lastimaba psicológicamente y mi madre solo observaba, debía ser fuerte, tragarme el dolor y soportarlo, como siempre lo he hecho, entré a la habitación de mi chico malo, sequé esas lágrimas que quemaban mis mejillas ardientes y lo vi, me observaba detenidamente, estaba sentado a la orilla de la cama, me analizaba, me escudriñaba y yo me sentía desfallecer de dolor y pesar.

—Lo lamento JongWoon hyung.
—¿Qué lamentas?
—Todos los problemas que te he causado desde que me conociste, y lamento los que se sumaron con mi llegada para todos.
—¿De qué hablas? No has causado problemas.
—Volveré a la mansión.

Se puso de pie, pude ver en su mirada la confusión, para luego convertirse en enojo.

—¿De qué mierda estás hablando Kim RyeoWook? —se acercó a mí, colocó ambos brazos, uno a cada lado de mi cabeza, sus ojos me vieron tan intensamente, acercó sus labios a los míos y giré el rostro para evitar que me besara, ¡por Dios! Lo amo tanto —Bésame y después atrévete a decirme que te vas de nuevo.
—N… no —susurré con apenas voz audible —Me voy hyung, no pertenezco a este lugar —dije con el dolor más grande de mi alma.
—¡No me vengas con esas ESTUPIDECES! —terminó gritando. Golpeó la puerta con furia resaltando las venas de sus brazos, me sentí como un pequeño gatito entre leones hambrientos, como una lombriz entre mil serpientes, como un pájaro en un nido de águilas harpías. ¿Qué más podía decirle? —Prometiste que jamás te irías, que nunca me abandonarías, dijiste que éste era tu hogar, dijiste que yo lo era.
—Me equivoqué.
—No —dijo mientras se separaba de mí, dio una vuelta desesperado antes de gritar —¡NO! —y dar otro golpe a la puerta a un lado de mi cabeza poniendo sus nudillos rojos y haciéndome sentir miedo, dolor y tristeza, ¿qué clase de persona soy?, ¿quién le hace esto al hombre que ama?
—Hyung…
—No te creo, fue ese grupo de imbéciles que te dijeron cosas extrañas, por que no puedes entender que ya no se trata de lo que siento por ti, sino de lo que no siento por nadie más que por ti. —se me encogió el corazón, pude sentir como me era arrebatado cruelmente.
—Somos tan diferentes hyung… tengo sueños y quizás tú no —cuanto daño me hacia decir esto, tanto que ya no pude controlar mis lágrimas ni los espasmos que recorrían mi cuerpo, porque lo amo, y no quisiera irme jamás, porque sin él no sé si podré vivir ya.
— Un rompecabezas no se arma con piezas iguales RyeoWook.

Sus palabras me desmoronaron completamente haciendo que mi corazón muriese lentamente y no pude evitar llorar como un niño pequeño egoísta, con aquel sentimiento que me abrumaba, me quedaba sin aire para gritar de nuevo mi pesar, sus brazos me envolvieron en un abrazo estremecedor, mis lágrimas mojaron su pecho, absorbí su aroma a tabaco y café, besó mi frente con ternura y luego buscó mi boca, la que no lo evitó una segunda vez, lo abracé como quise hacerlo desde que lo vi por primera vez, lo besé como siempre en mis sueños lo hice, con amor, ternura, parsimonia y dedicación.

—Lo siento —susurré sobre sus labios, mientras mis hipidos, sollozos y espasmos no censaban
—Nunca me vuelvas a hacer lo que hiciste hoy, promételo, mi vida se iría a la basura si no te tengo, puedes entender mi sentimiento.
—Mi vida estuvo a punto de irse a la basura por mi sandez, sé lo que se siente que te intenten arrancar el corazón —le respondí entre lágrimas con las más sinceras palabras que encontré en mi vocabulario.
—Tienes razón, no somos iguales —juntó su frente con la mía mientras besaba mi nariz —tú eres un bombón, yo soy un retal, no compartimos sueños, porque mi sueño eres tú y tus sueños los desconozco, pero quiero formar parte de ellos.

Chico malo, chico malo, disculpa a este pequeño bobalicón que cree salvarte y solo te causa dolor. Dormí entre su abrazo posesivo, entre besos prolongados, entre mimos y caricias certeras, con la promesa de un felices para siempre pronunciada como en la bella y la bestia, como un bombón a un retal.

CONTINUARÁ…

YeWook/ ¡Chico malo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora