Capítulo 12

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Chico malo...

Me duelen los párpados, los ojos me pican, quizás la razón es por haber llorado toda la noche junto a él, quizá fue porque mi sandez se convirtió en el tormento del chico a quien más amo en el mundo. Me pregunto, ¿qué será de nosotros en la otra vida?, ¿nos encontraremos, nos amaremos?, ¿son tan afines nuestros corazones y almas como para perdurar a través de la eternidad?

Me intenté levantar pero los fuertes brazos de mi chico malo me lo impidieron, me apretó contra su cuerpo para luego besar mi cabello, podría acostumbrarme a despertar todos los días así ¿¡Pero qué digo!? Si ya me he acostumbrado.

-Quédate, permanece a mi lado por siempre.

Sonreí, y es que tanta dulzura en su rostro apacible hacían temblar mi corazón y mi cuerpo, era tan bello estar con él, como la primera nevada, como la primera palabra de un bebé, como el primer retoño de primavera. Mis dedos se deslizaron por su piel, atravesando la cicatriz en su labio, tan perfecta, tan sexy, tan vesania. Acaricié sus párpados tan delicados, sus cejas que son arte, su nariz respingada, hermosa, sus mejillas suaves, tersas, su mandíbula rígida, deleitable y sus labios, gruesos, con las curvas idóneas, deliciosos, con una sensualidad inusual, sin preverlo, abrió los ojos, me absorbió en sus agujeros negros y con su boca me llevo al universo, me invitó a explorar ese sentimiento gratificante y tan lleno de él. Me besó al compás de sus exhalaciones, me abrazó queriendo fundirse en mi cuerpo, sus manos inquietas acariciaron cada milímetro de mi espalda, su boca... ¡Santo Dios! Su boca, me derretí en ella, escuálido, sin vida, rendido a sus pies, dejándome hacer, él tomando el control como cada vez. Ahogue un gemido entre nuestra boca, sus besos descendiendo a mi cuello, besando mi fruta prohibida, delineando con su cuello cada vena resaltada, sus manos en mis glúteos, buscando despejar el área, tenerme a su merced, desnudo en su cama.

-RyeoWook no me creas pervertido, me gustas con ropa, pero sin ella me haces perder el juicio.

Sin saber mi valentía, me quité la camisa, desabroché mi pantalón, cabe decir que aún conservaba la ropa del día anterior, pues con todo lo acontecido la noche de ayer, simplemente me rendí al llanto hasta caer inconsciente entre sus brazos.

Me desnudé sensual para él, solo para él, siempre para él, él hizo lo mismo con su cuerpo, desnudos nos abrazamos deseando más de cada uno, me besó, hambriento, desesperado y en pleno frenesí, llamaron a la puerta.

-¡JODER AHORA NO! -gritó molesto, besando nuevamente mi cuello y deslizando sus manos hasta mis glúteos.
-YeSung, es Young, necesita hablar contigo.
-No me importa, dile que la busco después.
-Dijo que es importante -la voz de SiWon del otro lado se escuchaba preocupada.
-He dicho que no.
-Deberías ir -dije al escuchar las pisadas de SiWon alejarse.
-Pueden joderse todos, el único que me importa eres tú.

Y continuó con su destajo de acariciarme, besarme, explorarme, tan lento, tan sensual y cariñoso, me derretía su tacto, sus ojos, solo bastaba que me vieran para hacerme suspirar, para alejarme de la realidad, esos hermosos ojos negros que me tienen loco.

-Tú y yo...
-¿Qué haces? -le pregunté al sentir su lengua recorrer desde mi sien hasta mis pies.
-Te grabo en mi mente, quisiera que tu olor se impregnara en mi nariz y tu sabor en mi boca, para sentirte mío a cada instante. -Friccioné una pierna mordiendo mi labio.
-Vida de mi vida, seré siempre tuyo.

Me tomó por la espalda y me levantó, me sentó sobre él pegando mi cuerpo al suyo, buscó mi entrada acariciándola, suspiré de amor entre sus labios. No sé que siguió, quedé inconsciente en sus caricias, sumergido en un océano de sensaciones gratificantes, reconfortantes, lo sentí apresar mi cuerpo entre la pared y el suyo, restregando su hombría con la mía, volviéndome un completo majareta. Mordí mi labio extasiado. Su miembro se abrió espacio entre mis piernas, entrando a mi cuerpo con un poco de dificultad. JongWoon chupaba mis pezones con impaciencia, saboreándome, degustándome. Completamente dentro de mi empezó con penetraciones suaves haciéndome jadear en su oído, una y otra y otra vez sintiendo como poco a poco su miembro entraba cada vez más en mí hasta que sus arremetidas fueron tan profundas que me hizo gritar al sentirlo acometer contra mi próstata, haciendo que mi mente delirara, que mi cuerpo ardiera cual volcán furioso y es que lo amaba, con cada parte de mi enjuto ser. Su lengua buscó la mía, su cuerpo seguía los movimientos, tan salvajes y tan tiernos, solo él podía hacerme sentir tan bien, tan amado, tan querido. En un segundo de placer, explotó en mi interior y yo en su mano, que acariciaba con devoción mi miembro necesitado, me abrazó a su cuerpo, me llevó a la cama y con tan solo una sábana blanca cubrió nuestros cuerpos, acariciando mis piernas por encima de la suave tela.

YeWook/ ¡Chico malo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora