Epílogo
Durante el atardecer de un día cualquiera, Santiago decidió salir a caminar por la costanera. Tenía que resolver hacia dónde encaminar su vida.
–Hola –lo saludó Mefistófeles, apareciendo de repente a su lado.
–Me preguntaba qué habría sido de vos –comentó él, sin detenerse.
–Pues aquí estoy... Había pensado dar una vuelta para ver la ciudad antes de volver a casa...
–¿Buscando nuevas almas?
–Algo así... Vine a proponerte un trato.
–¿A mí? No, gracias.
–Vamos, no seas irreverente que es de mal gusto.
–No lo fui.
Aceleró el paso.
–No te podés escapar de mí, por muy rápido que vayas así que, por favor, caminá más despacio que tengo una rodilla lastimada.
Santiago enarcó una ceja pero igual desaceleró el paso.
–El asunto es este: el mundo está tan mal que hace unas décadas se celebró un concilio en el Más Allá. Yo no puedo seguir aceptando a la gente que termina en mi Infierno porque no saben muy bien qué hacer. Mediocres no. Las cosas no son así. Sino ¿qué me resta para ofrecerles a los espíritus que de verdad se esforzaron para ganarse un lugar en el Inframundo? Hace tiempo ya que di la orden de cerrarle la puerta a cualquiera que no tuviera unos cuantos méritos. Y "arriba" –hizo un gesto vago señalando –tampoco los quieren porque dicen que alborotan a los demás. Así que los empezamos a mandar de vuelta... El tema es que ahora ustedes tienen superpoblación. Los humanos siguen reencarnando, sin definirse ni para un lado ni para el otro, y estamos todos preocupados. No es posible que en este limbo haya más almas que en los otros dos Reinos.
Santiago le echó una mirada de reojo, sin decidirse a creerle del todo.
–¿Es una broma? –le preguntó.
El Diablo apretó los puños con furia. Lo único que le faltaba, que encima pusieran en duda sus palabras.
–No, es en serio –le aclaró de mal modo–. Los líderes de algunos países están desarrollando en secreto la tecnología necesaria para alcanzar nuestras realidades... Sólo podemos esperar lo peor si lo llegan a lograr. Nadie confía en sus decisiones.
–¿Y yo qué tengo que ver en todo esto? –inquirió Santiago con curiosidad. No fuese cosa que Satanás creyese que él era parte del complot para tomar el control de las Realidades Paralelas.
–Se decidió que cada uno enviase al mundo a sus embajadores para intentar enmendarlo. Demás está decirte que no funcionó. Es por eso que decidí tomar parte personalmente en este asunto. Y, además, seleccionar a las almas más adecuadas para llevarme conmigo. En el caso de que finalmente ocurra el levantamiento que tememos, quiero contar con buenos soldados con qué hacerle frente a tu especie.
Hizo una pausa para darle mayor énfasis a sus palabras.
–Y, para eso, necesito un compañero.
Santiago se frenó de golpe.
–¿Estás ofreciéndome que sea parte de tu séquito? ¿Te volviste loco?
–Más respeto con tus mayores, por favor.
–Entonces, no entiendo.
–El tema es este: por un lado, necesitamos a la mayor cantidad de personas que nos ayude a revertir la situación actual. Por el otro, el Universo es muy delicado. Precisa de un equilibrio muy sutil para funcionar. Por cada acción, tiene que haber una reacción ¿entendés? Los mortales necesitan de un ángel salvador, la otra campana, mientras el Diablo intenta seducirlos.
–A ver si entendí bien, ¿vas a dedicarte a ganar más adeptos y mi deber será impedirlo?
–Algo así. En realidad, tu trabajo consistirá más bien en impedir que ustedes mismos se autodestruyan por el exceso de estupidez que los está llevando a consumir todos los recursos naturales del planeta... Cuando tu raza se encuentre sin alimento ni agua potable, intentarán cruzar hacia los Otros Mundos.
El Demonio hizo un gesto de disgusto ante la idea.
–Es una buena oferta –insistió –considerando que trabajarías para ambos bandos y recibirías los beneficios de los dos. No recuerdo otro personaje al que se le hayan ofrecido tantas ventajas juntas.
–Precisamente. ¿Dónde está la trampa?
–No hay trampa. Me acompañarás en mi eterno deambular. Si querés, hasta nos podemos contar historias de terror por las noches, conozco algunas que no te dejarían dormir durante semanas enteras...
–No sé. Tengo que pensarlo.
–No tenés tiempo. Es una oferta que expirará en unos minutos. Vamos, decidite rápido. No tenías planeado ningún otro futuro que quedará sin realizar. Y serías un Mensajero del Más Allá. En realidad, es un honor la condecoración, aunque el que te la otorgue sea yo.
Pero el amigo del poeta seguía indeciso, calculando todas las posibilidades. Satanás, de golpe, levantó la cabeza como un perro, husmeó el aire y ubicó a su presa. Comenzó a caminar. Santiago corrió detrás de él.
–Todavía no dije nada. ¿Adónde vas?
–Mirá Santiago, no puedo perder el tiempo con vos. Ya dejé pasar a dos con mal de amor, no voy a dejar que se me escape el próximo. Ésos son mis preferidos. Los otros son tan vulgares... dinero y poder ¡ajj! –hizo un gesto de asco.
–¿Por qué?
–Porque el Amor es tan ancestral y legendario como yo mismo. Jamás pierde vigencia. ¡Y me da un trabajo!
Se acercó a una mujer solitaria que estaba sentada frente al río.
–Buenas tardes –la saludó el Demonio.
Ella se secó las lágrimas. Largos rizos negros caían desparramados sobre su rostro. Era muy hermosa.
–Hola –lo saludó, sorprendida.
–Un momento, por favor –intervino Santiago llevándoselo del brazo–. Mandinga, acepto el trato con una condición: dejá ir a esta mujer.
Él le sonrió y contestó:
–No. Necesito una secretaria y con su belleza puedo convencer a más de un magnate para que desista de emplear su dinero en armamentos de destrucción masiva, que me llenan la casa de escombros.
Le extendió la mano, ofreciéndosela.
–De una forma u otra, la vida de esta mujer será tocada por lo sobrenatural... para el bando que luego decida trabajar, es algo que ya se verá.
Ante eso, Santiago aceptó y estrechó su mano, cerrando el pacto.
–La dejaré ir si tú haces bien tu parte –lo desafió el Diablo–. Comencemos y ¡que gane el mejor!
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el Poeta, el Diablo y Margarita
Roman d'amourEn la cotidianeidad del Buenos Aires de 2002 sucede un hecho extraordinario: el poeta conoce a Margarita y se declara dispuesto a todo con tal de conquistar su amor... Con la cercanía de Marte a nuestro planeta, el Diablo aprovecha para meter la col...