4. Verdades inesperadas.

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—¡Buenos días estelares, Generala Halley! —saluda Andrómeda, estirando el brazo dentro de la pantalla y poniendo la palma en vertical

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—¡Buenos días estelares, Generala Halley! —saluda Andrómeda, estirando el brazo dentro de la pantalla y poniendo la palma en vertical.

  Roza la de su interlocutora, que está en la misma posición, y luego la retira.

—¡Buenos días estelares, Comandante Andrómeda! —Se advierte que se encuentra ansiosa—. Es un placer hablar contigo. Todos los miembros del concejo están revolucionados con tener a un P1  en una de nuestras naves espaciales. Creen que, gracias a ti, contamos con una oportunidad excelente para apreciar cómo interactúan al lado de una neutrina. Dime, ¿a qué conclusiones has llegado?

—Bueno, es difícil saberlo, generala, los P1  son muy diferentes de los habitantes de nuestra federación. —Duda la chica, mordiéndose el labio inferior—. Sospechamos que el rayo transportador le ha causado algún efecto nocivo inesperado porque da la sensación de continuar mareado todavía. Además, según Canopus, el ceño fruncido denota enfado. Deducimos que con nosotros a causa de proseguir nuestra misión con él a bordo. Fuera de esto las lecturas del MMAT  son completamente normales. Excelentes diría yo, aunque...


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—¿Aunque? —La conmina la generala, impaciente por saber.

—Aunque estuvo a punto de acabar con la máquina médica de alta tecnología durante el proceso de reconocimiento. —Andrómeda se rasca la cabeza—. Cuando la cúpula apareció de la nada y vio que se quedaba encerrado empezó a patearla y a darle tantos golpes que el MMAT estuvo a punto de soltarle una descarga eléctrica masiva ante tanta falta de respeto. Canopus lo detuvo a tiempo, utilizando mucha persuasión, y solo se contentó, a regañadientes, con anestesiarlo.

—¿Y dices que las lecturas fueron normales? —se extraña Halley, dándose golpecitos con el índice en la mejilla derecha.

—Completamente normales para un P1. —Se vuelve a morder el labio—. Por esto no comprendemos la razón del atontamiento. Lo vimos defendiéndose de los enemigos y sus reacciones eran rapidísimas. Ahora está lento, apenas habla, casi no come, siempre luce la mirada perdida y suspira cada pocos minutos...

El guerrero de Andrómeda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora