Una vez existió un niño que todas las noches observaba el cielo nocturno infestado de luces que flotaban en una oscuridad infinitamente hermosa pero lejana. Siempre sucedían cosas maravillosas, toda estrella tintineaba, bailaba y parecía reírse junto al niño.
Desde que tenía memoria eran las estrellas quienes le acompañaban, sus únicas amigas de siempre, por eso para él, eran su familia, y estaba dispuesto a vivir junto a ellas siempre.
Mientras los años pasaban, el chico fue creciendo, y finalmente se volvió un muchacho apuesto, y sus costumbres de jugar y revolcarse poco a poco se fueron apaciguando, aunque claro aún disfrutaba la compañía de las estrellas, notó su soledad, pues no podía sentir a las estrellas, solo verlas, sin saber si estas comprendían o no sus sentimientos.
Por mucho que expresaba su afecto, jamás le llegaba algo similar, entonces comenzó a sentir que tal vez las estrellas no lo querían tanto como él a ellas. Entonces comenzó a cambiar su actitud, ignorando los bailes y festejos de los destellos, que tanto hacían para animarle. Esta vez fueron las estrellas quienes sintieron un abandono.
La indiferencia hizo a las estrellas llorar, eran lágrimas que llenaban el cielo. Entonces el lo vió, era una lluvia de lágrimas, una lluvia de estrellas. La culpa lo carcomió, y como pudo intentó consolarlas y disculparse. Por más que trató, no sirvió para nada, terminó desanimando se por haber hecho sentir mal a sus amigas. Pero justo cuando menos lo esperó, en las cercanías cayó una de las tantas lágrimas de estrellas. Curioso se acercó a verla, era una chica. Se desconcertó y las estrellas cesaron el llanto en confusión. La chica estaba dormida, y ya que él siempre vivió en soledad con las estrellas, no sabía como tratar una situación así. Decidió esperar a que se levantara, así que caminó, jugó y hasta rodó por el suelo para hacer tiempo, aunque siempre estaba pendiente de si ella se levantaba o no, la lágrima de estrella no parecía querer despertarse aún.
Finalmente se sentó cerca de ella mirándola, era muy bella y silenciosa, y estaba inmóvil, excepto por su pecho, en donde podía apenas escuchar un palpitar. Fue ahí cuando notó que en su pecho también se escuchaba un palpitar, eso significaba que tenían algo en común. Entonces le surgió una maravillosa idea: Tal vez si la imitaba podría entenderla. Sin nada más que hacer decidió apoyar esa idea, y se recostó en la misma posición que ella, y cerró sus ojos, abriéndolos cada tanto para espiar si ella despertaba. Pasó un rato allí, pero era realmente aburrido, así que renunció, ¿Como podía ella pasar tanto tiempo así? Era demasiado para él, de un momento para otro, sucedía algo desconcertante. Miró a las estrellas buscando alguna ayuda, pero ni siquiera tintineaban, como si hubieran quedado petrificadas. Volvió a mirarla, le generaba un sin número de dudas nuevas que buscaban respuestas. Se acercó a ella y observó mejor a la chica, por algún motivo sintió deseos de tener contacto con ella, entonces siguiendo esa corazonadas, con timidez su mano se acercaba a la contraria, las estrellas estaban muy nerviosas y finalmente cuando tocó su mano, desaparecieron a la vez que ella comenzó a abrir sus ojos, y lo primero que sintió fue la calidez de aquella mano que sujetaba la suya, pero cuando finalmente sus miradas se cruzaron. La sorpresa fue tanta que ambos saltaron hacia atrás, sus corazones se aceleraron, y durante unos cuantos segundos se quedaron paralizados, como si estuvieran frente a un espejo, ambos tenían la misma cara de susto y desconcierto equivalente. Finalmente él se levantó y ofreció algo inseguro su mano a la contraria, quién solo la observó y recordó la calidez que esta le había proporcionado, así que aceptó, levantándose del suelo con su ayuda. Ahora estaban nuevamente mirándose, pero esta vez había curiosidad en lugar de dudas, entonces ella llevó su mirada hacia la mano que la había ayudado y despertado, y sin previo aviso, pegó su mano a esta y abrió sus dedos mientras la subió hasta la altura de su vista, entonces cuando sus palmas estaban pegadas, ambos lo notaron: Eran iguales. Ahora en la mente del chico se generó una duda: Si ellos eran iguales . . ¿Entonces él también había aparecido con la lluvia de estrellas?. Decidió preguntarles, pero entonces lo notó por primera vez, desde que ella despertó, las estrellas no estaban. Tal vez aún seguían tristes y habían decidido marcharse de una vez. Entonces se puso triste, mientras ella no sabía como responder ante aquello, así que solo se acercó al chico y lo rodeó con sus brazos, tal vez así el encontraría consuelo. La calidez de aquel abrazo, abrió los ojos de este, tal vez las estrellas se fueron, pero ella estaba ahí, y la calidez que irradiaba era relajante. Juntos en ese abrazo sus torsos se pegaron, y los latidos de sus corazones se sincronizaron, volviéndose un movimiento al unísono. Sus ojos se cruzaron y se anclaron el uno al otro, y como polos opuestos de imanes, sus labios terminaron buscándose mutuamente, hasta impactarse entre sí, aumentando la velocidad de los frenéticos latidos de ambos, era amor.
Mientras paseaban juntos por ahí, otra lágrima de estrella cayó cerca, pero esta vez no dejó ningún rastro, entonces decidió ir a revisar, pidiéndole a ella que esperara allí. Cuando llegó a donde había impactado la lágrima, no había señales de nada, pero otra cayó, y otra, y otra más, definitivamente las estrellas estaban cerca. Con todas sus fuerzas corrió, y alcanzó a verlas, estaban allí, con un llanto de dolor corrió, intentando alcanzarlas.
Sin embargo, la chica ahora se sentía sola, y se había alejado de su amor, así que temiendo ser abandonada sin poder sentir aquella calidez de nuevo, corrió a buscarlo. El problema era que su resplandor hacía desaparecer a las estrellas, mientras el jóven volvía a perseguirlas intentando redimir el daño que les hizo, siguiendo las lágrimas de estrellas, pero a su vez alguien igual de triste lo buscaba.
Es así como una infinita persecución alrededor del mundo comenzó, y por siempre ellos vagarían infinitamente, la luna y el sol.
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Amor y Esperanza
RomanceEl amor inspira, el amor apoya, el amor brinda, el amor simplemente es. Todo eso es lo que nos gusta pensar, pero la realidad es distinta. El amor fulmina, el amor desestima, el amor quita, el amor es lo que no es. El dulce es placentero hasta que e...