Lamentos Cotidianos

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En el mundo actual, se desestiman muchos aspectos de la vida, cosas cotidianas y "mágicas", aspectos que no podemos manipular. Esto nos lleva a creer en dioses y magia, porque queremos entender de donde surgen estos aspectos.
¿Y que pensarías si te dijera que puedo ver tu muerte? Si, es algo loco, entiendo que no lo creas, así que ten cuidado cuando termines tu jornada, una bala perdida no pide permiso a nadie.
No veo la hora de ir a tomar el café con mis viejos amigos, un poco alocados, pero tienen sus motivos, así como yo tengo los míos. Suelen etiquetarme como alguien frío e imparcial, pero es lo que sucede cuando cada persona que se refleja en tu retina tiene un final, muertes horrendas, algunas pacíficas, pero absolutamente siempre esas personas borran de su rostro toda expresión.
Pero no hay que atascarse en detalles, ha suficiente con la poca fluidez de las carreteras en la ciudad.

Llegué al café acordado, sereno y rústico como siempre. Tomé asiento en una de las mesas pegadas a las ventanas.

En pocos minutos apareció la suerte, siempre con su buen humor. Y como no, si nada malo se interponía en su día a día. Se sentó frente a mí, nos saludamos mutuamente, y conversamos un poco sobre los últimos días.
En eso que charlamos, llegó el amor, tarde como siempre, pero... Tranquilos, tarde o temprano aparece en alguna esquina.

Al estar los tres, pedimos un café, charlamos en lo que el sol descendía a paso de caracol por el cielo. Pasado un tiempo, la suerte se levantó, se despidió de ambos y se fue a continuar con sus labores. Fue ahí cuando crucé miradas con el amor. Me miró con un semblante sereno que mantenía su belleza intacta, como la Mona Lisa. No había mucho que decir sobre nuestra relación de viejos amigos, es más, me atrevo a decir que las palabras sobran entre nosotros.

Es irónico pensar que el amor pueda enamorarse, pero es la más pura verdad la que de mi boca emana.
Ya con el atardecer a punto de culminar, decidí ir al baño a refrescarme un poco.
Entré, lavé mis manos, luego mi rostro, y entonces me miré en el enorme espejo que estaba delante de mí. Allí estaba el reflejo de alguien inconforme con su vida, al menos porque ésta significaba la muerte de otros, ya que nada es eterno, ni siquiera el amor, ni siquiera la suerte.

En ese momento en el que ví mis ojos vacíos, encontré una fuerza más poderosa que nosotros, algo de lo que nadie puede huir: el destino.
Y creo que fue el destino el que alejó a mi ser de los espejos, pues cuando la muerte se presenta en una ventana, la gente se aterra, pero... Cuando la muerte mira a los ojos, entonces ni la misma muerte se salva.

Amor y EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora