Amor y Esperanza

Por ti

Le pregunté al hombre frente a mí si debería comenzar, el me dijo que si, así que, aquí voy.

—Me llamo Lay, tengo 17 años. Mi hobbie es la carpintería, si, se que probablemente no sea un hobbie habitual entre chicos jóvenes, nadie dice "Hey, hago figuras en madera" y se vuelve popular, y hago énfasis en el nadie.

En la escuela siempre pasé desapercibido, ya sea porque no destaco en ninguna clase, o porque mi aspecto físico no es nada fuera de lo "normal". Aún así, había una chica que me gustaba, si, su nombre es Sophie. Ella es atlética, linda e inteligente, ya sabes, cuando el cerebro ve algo perfecto, lo desea, supongo que por eso una persona tan perfecta se vuelve la indicada para ser la causa de tu sufrimiento.

Sin embargo no por ser impopular precisamente estoy solo. Hanna es mi amiga desde inicio del grado, es una chica enérgica y grandiosa; es muy bella, aunque siempre es desestimada por su falta de "atributos".

Para serle sincero, siempre me molestó, o al menos se me hizo incómoda la presencia de Hanna a mi lado, porque se que ella quería que fuéramos más que amigos, pero, Hanna no era mi tipo. Para empeorar la situación, todos solían molestarnos con eso de "Deberían ser pareja" o "Se ven bien juntos". Por favor, puedo dejarme en ridículo frente a la persona que me gusta por mi mismo, mi torpeza es increíble.—

Guardé silencio unos instantes. —No te detengas, siéntete libre de hablar cuanto quieras—dijo el hombre. Lo miré, tomé aire y continué.

—Hace una semana más o menos, no recuerdo con claridad, mi padre salió de viaje, por lo que la casa quedaría para mi sólamente, por dos semanas, papá suele viajar mucho por su trabajo. Olvidé mencionar que vivo solo con él, aunque supongo ya sabías eso, no importa.

Recuerdo que en el instante antes de irse, me dijo "No hagas nada que yo no haría" y me guiñó un ojo mientras cerraba la puerta con apuro. Es gracioso que un hombre que trae mujeres a la casa siempre que puede, diga "Nada que yo no haría" ¿no cree? Yo si.

Ese día no noté mucho la soledad, porque en el instante en el que el salió, tomé mis cosas y marché a la secundaria.

En la entrada pude ver a Sophie, era tan hermosa como siempre, realmente me hipnotizaba con solo su presencia, y puedo jurar que en ese momento, ella me miró sonriente. Entonces Hanna llegó, "Lay" dijo y me abrazó, "Que tal" contesté y voltee a ver a Sophie otra vez, pero ya no estaba allí. Continué un poco la charla con Hanns, fué hace varios días, por lo que no recuerdo que hablamos exactamente, pero si recuerdo mencionar el viaje de mi padre. También que ella se ofreció a quedarse en casa ese tiempo. Su madre trabajaba de sol a sol, y su padre era un borracho inútil, por lo que no habría problemas con su ausencia.

Por mi parte, me venía de perlas, ya que la cocina no se me da bien, y uno no puede comer madera, al menos no sin astillarse la boca, créame, lo he intentado de pequeño, y no es muy sabroso tampoco.

Después de la jornada de clases, quedamos en que la acompañaría a su casa a buscar sus pertenencias para lo que ella llamó "la pijamada más larga del mundo". Una vez llegamos a su casa, decidí esperar afuera, mientras ella traía sus cosas.

Allí, aunque pareciera cosa de novela juvenil, Sophie pasaba por allí, y aún más novelesco, ella se acercó a hablarme.

Recuerdo que su saludo estaba lleno de confianza, fue algo como "Hey, pinocho"-

—¿Pinocho?— Preguntó el hombre

—Si, es el apodo que me dieron en la secundaria por mi hobbie

—Ya veo. Lamento la interrupción, puedes continuar

—Después de saludarme, me contó acerca de lo mal que le iba con literatura, y de lo bien que me iba a mi. Si, ella me pidió que le ayudara con algunos análisis de textos que tenía atrasados. Me sentí dichoso, no todos los días la chica de tus sueños tiene un mal rendimiento en una materia que te encanta, y aún menos te pide ayuda. "Entonces, pasaré por tu casa algún día de estos. Nos vemos Pinocho" y tocó mi nariz con su dedo índice. Me encanta, su actitud tan suelta y osada, es sin lugar a dudas, es única.