Nivel 20: Encerrar/Aislar

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Sollozaba en silencio. El dolor que le ocasionaba sus moretones, era menor a comparación de la desolación, miedo y aquejo que le ocasionaba el recordar el compartimiento de Murdoc.

¿A caso fue error suyo el que su amante lo tratara mal? En su mente cruzó la idea de que sí estaba en lo correcto. Después de todo amaba al bajista, por lo que era capaz de tolerar todo para demostrar su amor y lealtad hacia él.

Los daños ocasionados a su cuerpo no era nada a diferencia de los que en un pasado vivió, lo que cambiaba era que lo olvidó, creyendo que jamás volvería ese temible Murdoc Niccals.

Transcurrió dos horas desde que la Cyborg Noodle se retiró. Él no era capaz de levantarse. Aunque de poco en poco le era más sencillo el no llorar.

Cuando el tormento se redució, se paró. Caminó hasta pasar por la cocina, el satanista no estaba, ¡ninguna señal de él! Ni siquiera de la máquina.

"¿Y si me abandonó aquí"? No... Él me ama...pero entonces, ¿dónde está?"
Apresuró los pasos. Llegó hasta la arena de la isla. Su vista se posó en el horizonte. Al parecer estaba completamente solo.

—N-no...la soledad no me gusta... M-murdoc —su voz se quebraba. Se acercó hasta la orilla del gran océano. Sus lágrimas empaparon todo su rostro.

En un momento de locura se metió al mar. El agua le cubría los talones, pronto ya estaba en sus muslos, en unos segundos más le llegaba al cuello. Quería nadar para escapar de su abandono.

Un ruido se escuchó. La ballena provocó un espantoso alarido.

Las olas se movían, de frente para atrás, devorando el cuerpo del chico que osaba huir de la isla de plástico.

(. . .)

Sus oscuros fanales se posaban en el cuerpo de aquel inconciente hombre de cabello azul, que estaba mojado.
Murdoc estaba realmente furioso. ¡Stuart Pot lo quiso deja! De no ser porque la Cyborg le contó que vio salir al vocalista, él no se hubiera enterado. Apenas si logró salvarlo de su segura muerte.

Abrió sus ojos. Su mirada tardó en ver claramente, logrando toparse con su amado. Se levantó un poco de la arena.
—¡Murdoc! —estaba tranquilo—, no te fuiste...

— ¡¡¡Idiota!!! —su ropa escurría agua, a lo que 2D dedujo lo que pasó: lo había rescatado—. ¡Mal nacido!

Se quedó estático, su felicidad desapareció y un profundo miedo le inundó. El terror de lo que vendría le dejó sin habla. Sin embargo trató de articular unas palabras.
—P-pensé que te...fuiste.

—Deja de mentir —se levantó, pues hasta entonces estuvo de cuclillas—, tu intención era largarte. ¿Pero sabes qué? No contaste con la idea de que ordené a CNoodle que te vigilara.

—No era mi intención —musitaba, ni siquiera era escuchado. — Te amo, Mudz —fue jalado fuertemente​ de la cabellera— ¡Ahh! Noo. Por favor... ¡Duele! —era arrastado por toda la playa.

—Traté de ser amable contigo. Te di permisos para salir de la isla si así lo deseabas —sua oidos hacían caso omiso a los gritos—, pero se acabó —llegó a la puerta de su hogar.

—¡Ya! ¡Basta! —un quejido salió de sus labios al ser lanzado contra el piso, chocando un poco con la pared.

—Vaya, quedó un poco de cabello en mis manos —rió Murdoc. Estaba fuera de sí—. Escucha, te amo. Pero tú últimamente te haz portado muy mal. La gota que derramó el vaso fue lo que acabaste de hacer.

—No fue...

— ¡Shhh! Guardate tus explicaciones —dio pasos hasta donde estaba él—, Stuart, Stuart, mi hermoso ángel de bella voz. Lo dije una vez, ¿recuerdas? Que estaría a tu lado hasta el último día de mi vida, que nunca te abandonaría y siempre te buscaría.

Asintió.

—Y para cumplir mi promesa debo hacer unas cosas que quizá no te agradarán tanto, pero no tengo opción —se arrodilló— Jamás podrás salir de Plastic Beach.

La verde mano estaba en su mejilla. No era capaz de ver a Murdoc a los ojos, optando por ver el suelo.
—¿N-nunca?

—Ni aunque lo desees. Cyborg y la ballena que merodea el mar me ayudarán en esa acción —le dio un beso en la frete. –Sabes que te amo.

Violentómetro (Studoc/ Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora