Capitulo 24

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— Pareces un pollito gordo –río Galen nada más verla– lo siento, culpa la droga.

Maya miro a Kat quién sólo rodó los ojos ante la burla de Galen.

— Ignora su estupideces eso le pasa con la anestesia.

Soltó una risita cuando Galen comenzó a ser ruido de un carro, ahora si le creía a Kat sobre los delirios de Galen después de ser anestesiado.

— Maya, ¿sabes lo que compre? –Galen se levanto tambaleando y fue hacia ella– unos peluches para mis sobrinos...

Galen la abrazo y comenzó a describirle los peluches y otras cosas, su cuñado la abrazaba muy fuerte y se sentía hostigada e intentó que Galen la soltara pero él parecía muy feliz hablando sin parar.

— ¿Segura que no es droga? –le pregunto a Kat–

Kat soltó una carcajada y dejo el libro de sopa de letras en el sillón, se levantaba e iba hacia donde estaba ella, le quitó a Galen de encima.

— Muy segura –sonrió Kat– iré a que duerma para que se le pase la anestesia mejor, si vas comer dile a Dalia que te haga algo, la mayoría estará ocupado con unos asunto por lo que dudo que coman.

Asintió, Kat llevo a Galen hacia la planta alta mientras el susodicho murmuraba un montón de cosas. El estómago le gruño de hambre y sus hijos comenzaron a moverse impacientes por lo que si fue a la cocina.

Tarareó un canción de Adele mientras caminaba a la cocina, Dalia estaba preparando unos sándwich y se le antojaron nada más verlos.

— Señora Sarova –saludo Dalia– ¿desea que le prepare algo de comer?

Le sonrió a la encargada de la cocina, Dalia era un mujer mayor de unos cincuenta y tanto muy amorosa y risueña, se la pasaba al pendiente de ella como debía ser una madre con su hija, al principio le parecía extraño que alguien la tratara así pero luego comenzó a entender que no todas las mujeres eran así como su madre de fría y sin sentimientos.

— Se me antojaron unos sándwiches –rió al sentir a sus bebés moverse– sino es mucha molestia

Dalia le regaló una sonrisa maternal, le encanto. Ojalá su madre hubiera sido así pero no ganaba nada lamentando el poco amor que había tenido a la largo de su vida.

— Ve al comer a descansar, yo llevare tu comida.

Con Dalia no se podía discutir no ganaría nada, se fue al comedor y se encontró con Aaron tomando un vaso de jugo, un hombre como Aaron de todo macho alfa tomando jugo era una cosa de sorprender, su aspecto era de hombre malo sexy que daba miedo aquellos que no lo conocieran pero aún así maya sabía lo que Aaron era capaz de hacer sin pestañear.

Tomo asiento a lado de él en la parte derecha, un iPhone de último modelo que apenas había salido o iba salir estaba en la mesa, Aaron estaba ido mirando a la ventana.

— Hola –saludo– ¿Hay algo fuera?

Los hermosos ojos verdes con muchos secretos la miraron, los mismos materias que desprendían los de Aaron lo hacían los de Aleksei, algo le decía que eran secretos que consumían el alma de un ser humano que no dejaba vivir al recipiente.

— Kitty Maya –sonrió Aaron pero aún así la oscuridad en esos ojos no se iban– ¿me vas a acompañar a comer?

Quería preguntarle por que había tanto dolor, misterios, tristeza, agonía y soledad en él pero si era como Aleksei evitarían el tema.

— ¡Claro! –esbozó una sonrisa– Pedí un sándwich ¿y tu?

— Lo que sea más rápido, pero creo que será lo mismo que tu –Aaron esbozó una hermosa sonrisa que derretiría a cualquier mujer–

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