Un osito en apuros...

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—¿Mejor...?

Thomas terminaba de vendar la herida de Joe luego de sacar los restos de vidrio, limpiarla y aplicar un analgésico en Spray. Miraba al Osito como embelesado mientras lo hacía. Danny lo miraba con mucha extrañeza ya que le resultaba muy curioso conocer a un "Chaser".

—Sí, Thomas, ¡gracias! Disculpa por haberte hecho venir hasta acá. Nos quedamos aquí varados. —Joe se sentía algo apenado por haberlo llamado y que Thomas se tomara tantas molestias.

—¡No digas más! Sabes que puedes llamarme y así esté donde esté vendré por ti. Así tengas un pequeño rasguño...¡yo voy a estar allí para curarte!

—¡Cof! ¡Cof! ¡Vayanse-a-un-hotel! ¡Cof! ¡Cof! —Por supuesto que Danny comenzaba a fastidiarse un poco del cursi admirador de Joe.

—Thomas, este es mi amigo Danny —El osito le presentó a su impaciente amigo.

El paramédico vio al pequeño chico de cabello negro y ojos grandes que le sonreía, le estrechó la mano de forma muy educada pero pasó de nuevo su atención inmediata a Joe. Es que para Tommy los chicos como Danny -Pequeños, delgados y lindos- no eran de su atracción. Este Chaser sólo tenía ojos para el enorme oso rubio frente a sí.

—No te preocupes por el auto. Conozco unos buenos mecánicos que me han sacado de más de un apuro cuando se nos ha accidentado alguna de las ambulancias. Los llamaré y vendrán de inmediato.

Entretanto que Joe estaba sentado en una silla plegable junto a la ambulancia, notó que el compañero de Thomas, otro paramédico, se recostaba junto al chofer a matar el rato mirando algunas cosas en sus teléfono móviles. El osito se sintió muy apenado al ver que había acaparado toda la atención de Thomas sin pensar que él estaba de guardia.

—Thomas, ya has hecho suficiente por mí. Te agradezco mucho que vinieras a auxiliarme, pero no quiero que tengas problemas en tu trabajo. Disculpa, sé que hoy estás de guardia y quizás tengas casos más urgentes que atender...

—¿Pero qué dices, Joe? No hay nada más importante para mí que salvar a mi oso si se encuentra en problemas.

—Pero...Thomas, tu trabajo... No quiero que vayan a llamarte la atención por mi culpa o causarte problemas con tus jefes.

Al oír eso el chico paramédico se echó a reír. Entonces acarició de forma tierna el cabello de Joe como si de un cachorro se tratase y pasó a explicarle porque le causaba tanta gracia su comentario:

—Mi dulce oso, me emociona que te preocupes por mi, pero no van a llamarme la atención por estar aquí contigo. ¿Y sabes por qué lo sé? Porque soy el dueño de este servicio de emergencia.

—¿Tu eres el...dueño?

—Bueno, uno de los socios para ser más preciso. Mi hermano es el socio mayoritario, pero él está ahora residenciado en Alemania y yo estoy encargado de la Gerencia General de Green Cross M.E.S. Sólo que no voy a sentarme detrás de un escritorio a cumplir un horario de oficina. Ser paramédico es mi pasión, es mi verdadera vocación; por este motivo es que me conociste trabajando.

—¡Eso es muy lindo, Thomas! Te admiro de verdad... ¿Pero si ocurre algo y estás aquí?

—¿Ves este aparato aquí en mi cinturón? Si algo pasa encenderá una "lucesita roja" y recibiré una alerta. ¡Simplemente nos iremos a atenderla! Mientras soy todo tuyo...

—Disculpen que los interrumpa... —Danny se interpuso entre el apasionado paramédico y Joe— Pero tenemos que regresar. Mañana tengo una prueba muy temprano y me gustaría llegar a mi residencia a estudiar.

¡Quiero un gordito para Llevar!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora