¡Un Príncipe Azul para Sam...y otro para Danny!

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—Cariño, ¿Ya está adentro?

—Sí.

—¿Te lastima?

—Sí un poco, mételo despacito que me duele cuando entra.

—¿No sería mejor metértelo de un solo golpe? Luego que lo tengas adentro se va acomodando solo y ya no duele tanto.

—¡No seas bruto, Danny! ¿Me quieres dejar sin dedos?

—Pero... ¡Sam! ¡Ya estoy cansando! ¡Tenemos toda la tarde intentando calzarte esos tacones! ¿Por qué mejor no escoges otro modelo que tenga tu talla?

—¡Pero es que son tan hermoso! ¡Empuja ese maldito taco! ¡Me lo pondré aunque me tenga que cortar los dedos!

Danny respiró profundo, tomó el zapato de tacón alto y empujó con todas sus fuerzas hasta que logró que entrara en el pie de la adolorida Sam. Esa tarde acompañaba a la castaña hacer compras, y aprovechaba de contarle a ella sobre su ultima salida con Scott.

—¿Seguro que se lleva ese número señora?

La vendedora veía la cara de dolor de Sam, pero esta de forma muy decidida sacó la tarjeta de crédito y la puso en el mostrador.

—¡Me los llevo!

—¿Me permite los zapatos para meterlos en la caja?

—No, no se preocupe. Me los llevo puestos...

De forma orgullosa y muy sonriente Sam salió de la tienda con sus zapatos nuevos puestos, aunque Danny se reía al verla caminar algo zigzagueante por el dolor en sus pies.

Después del triste episodio con Albert Mitchell, Sam intentaba continuar su vida. Aunque aún le afectaba el hecho de no poder encontrar a alguien que la quisiera, sin cuestionar su pasado. Se detuvo frente a un salón de belleza a ver una de las fotografías de modelos que suelen colocar.

—¿Crees que debería teñirme el cabello?

—¿Teñirte? Pero si tienes una hermosa cabellera castaña. Luego te tienes que decolorar y vivir con la necesidad de estarte pintando las raíces todos los meses para no verte como "pascualita de pueblo".

—¿No has escuchado el dicho que "las rubias se divierten más"? Quizás luzco algo aburrida y debería verme más llamativa y provocadora. Hay muchas chicas bellas en esta ciudad, la competencia es fuerte.

—No pero si ya con esas tetas plasticas enormes les sacas los ojos a los pobres hombres cuando pasas...

—Si pero... ¡Quiero un cambio! Algo más sexi... ¡Lo haré!

Sam arrastró a Danny al salón de belleza para darse el anhelado cambio de "Look". El pequeño azabache era paciente con su amiga porque sabía que necesitaba subirse un poco su autoestima femenina.

Minutos después, Sam esperaba que el decolorante que le aplicaron hiciera efecto, entretanto se enteraba de los detalles de la relación de Danny y Scott:

—¡Me encantó su departamento! ¡Es enorme! ¡Todo de Lujo! Se ve que ha hecho dinero vendiendo su cuerpo, digo, su imagen... Pero me fascinó el jacuzzi, la pasamos tan bien allí... ¡Tú sabes a lo que me refiero! Scott me dijo que no solía llevar sus conquistas a su departamento, que ese era su "refugio personal", que invitarme había sido una rara excepción...

—¡Quizás les diga lo mismo a todo los chicos que se lleva! ¿No te estarás creyendo sus cuentos? ¿No, Danny?

—¿Pero por quién me tomas? ¿Acaso crees que soy un chico tonto e ingenuo? Por supuesto que estoy clarísimo que Scott es un puto infiel, debe tener más chicos que calzones, y los deben cambiar con la misma frecuencia. Pero por ahora, lo disfruto, ¡Y mucho! Es que ese hombre es bello de pies a cabeza y aunque es un cretino prepotente, sabe como tratarme y hacerme sentir especial.

¡Quiero un gordito para Llevar!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora