Viviendo de las apariencias...

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—¡La cagué! ¡La cagué pero enormemente, Scott! ¡Puse una mierda inmensa! Ahora el señor Smith no quiere saber nada mí. Si hubieses visto la forma fría en la que me trató. ¿Ahora cómo voy a ser para acercarme a él de nuevo?

—Fácil, Ian: ¡No te acerques a ese gordo más nunca! ¿Hasta cuándo voy a repetirte que es un estúpido capricho el que tienes con ese hombre? ¡Lo único que falta es que baje el Santo Niño de la Melcocha y te abofeteé a ver si despiertas! Hermano: ¡Ese hombre NO es para ti! Ustedes son como dos polos totalmente opuestos en la escala de la estética. Y sabes muy bien que si llegasen a ser pareja, alguno de los dos tendría que ceder para amoldarse al estilo de vida del otro. ¡Eso es lo que pasaría y de hecho fue lo que intentaste y fracasaste de manera terrible!

—¿Qué estás tratando de decirme? ¿En verdad crees que estaba tratando de convertirlo en alguien como yo?

Ian estaba en el departamento de su mejor amigo. Esa noche saldrían a celebrar el cumpleaños de Scott; aunque el sexi modelo tenía el ánimo por el piso luego de lo sucedido en el cumpleaños de Papá Oso. El rubio se miraba al espejo mientras se anudaba la corbata y desde allí le respondía:

—¿Y no fue eso lo que hiciste y por lo que se ofendió? ¡Yo en su lugar te hubiera metido un puño en la boca!

—¡No! Yo no trataba de cambiarlo. Sólo le estaba dando una sugerencia, e inclusive me ofrecí a ayudarlo. Quería que sintiera que tiene alguien a su lado que puede apoyarlo realmente, podría ayudarlo con su problema de peso: Tendría una vida mucho más saludable, mejoraría mucho su autoestima y lo más importante es que las personas ya no le menospreciarían por su peso. ¿Qué tiene de malo eso?

—No, no tiene nada de malo; de hecho pienso como tú. Pero... Eso es lo que tú piensas que él necesita, pero quizás no sea así. Lo más seguro es que más bien sea lo tú necesitas de él. ¡Quieres amoldarlo a ti! Quieres que la gente que te rodea lo acepte y así poder presentarlo como tu pareja. Te avergüenzas de él, Ian, admítelo.

—¡Eso no es cierto!

—¡Sí! ¡Si lo es! Dime algo: ¿El tipo es un obeso mórbido que no puede ni salir de su casa? ¿O es alguien tan gordo que eso le impide desenvolverse bien en su trabajo? A mí sólo me parece un gordo muy alto con el que no me atraería lidiar en la cama para cogérmelo, pero eso no significa que tenga que bajar de peso a juro porque su salud lo requiera. Y en cuanto a su desempeño profesional, no sé qué tiene que ver su peso con su inteligencia y creatividad. Me has contado que es un hombre muy profesional en lo que hace. Así que, ¿por qué tiene que bajar de peso para destacarse en una agencia de publicidad? ¿Acaso él va a ser modelo de algún comercial? Esto nos deja con la única razón por la que necesita bajar de peso: es porque la gente del medio se burla de él y lo critican. Y a ti eso te afecta porque quieres a ese gordo y sabes que no podrá pararse a tu lado sin que lo señalen y lo ataquen. ¿Cierto?

—Yo... Scott, creo que tienes razón. ¿El mundo se va acabar hoy y no me he dado cuenta? Me acabas de hacer ver el error de cometí de forma muy sensata y madura.

—Sí, lo sé. Me pongo así cuando cumplo años, me dan ataques de madurez y reflexiono sobre la vida, el amor y la paz mundial. Por eso es que necesito salir y beberme todo el alcohol que haya en esta puta ciudad hasta ahogar mis pensamientos y volver a ser el cretino de siempre. ¿Te vas a ir así en esas fachas? Escoge lo que necesites de mi armario y levanta un poco ese ánimo: ¡Estoy de cumpleaños! Hoy no te quiero ver con esa cara de borrego a medio morir a mi lado. Nos embriagaremos, bailaremos, la pasaremos muy bien y terminaremos la noche con par de sexis culitos divinos a nuestro lado. ¿Lo captas?

—No lo sé, Scott... No tengo mucho animo de celebrar. 

—¡Ian! ¡Perdiste! Y fue lo mejor para ambos. Si en verdad lo quieres a veces es mejor dejarlo ir, porque aunque te duela es mucho mejor a aferrarte a alguien a quien luego le harás mucho daño.

¡Quiero un gordito para Llevar!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora