59. Pesadilla hecha realidad

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Daehyun comenzó a seguirlo mientras le decía que no podía enojarse por ello. Reí por lo bajo al igual que Taemin, Minho, Woohyun y Onew.


—Se pelean siempre, pero a los dos segundos están como si nada hubiese pasado —dijo Minho divertido.

Mi celular comenzó a sonar. Detuve mi paso y lo busqué en mi mochila. Miré la pantalla y el número que aparecía era desconocido.

—Vamos Jong, estamos por llegar tarde —dijo Onew.


—Vayan yendo —les dije y me alejé un poco para contestar —¿Hola?

—Lo intenté, juro que lo intenté —su voz paralizó mi cuerpo —Pero no lo comprendiste y no me hiciste caso.

—¿Qué es lo que realmente quieres, maldita sea? —pregunté nervioso.

—Yo quise hacer las cosas por las buenas y tú me obligaste a hacerlas por las malas. Tú no lo puedes dejar, bueno, yo voy a ayudarte a hacerlo.

—¿De qué estás hablando? —dije sin entender.

—¿Dónde está Kibum ahora, Jonghyun? —me preguntó.

Mi corazón se detuvo en ese mismo momento. Solté el teléfono y comencé a correr lo más rápido que pude hacia la salida. La luz de afuera se veía lejana y yo sentía que mis piernas jamás iban a llegar hasta allí. Salí casi volando hacia el exterior y miré hacia donde estaba el estacionamiento. Kibum salía del auto.

—¡Kibum! —le grité. Él levantó la vista y me sonrió. Y entonces un auto negro salió de la nada y se detuvo a su lado. Unos hombres salieron de allí y colocaron sobre su nariz un pañuelo —¡No, Kibum!

Corrí hacia ellos pero fue demasiado tarde.

Se habían llevado a Kibum en menos de cinco segundos.

Corrí hacia donde se había dirigido el auto, pero ya se había alejado demasiado.


—¡No! —volví a gritar mientras sentía aquella sensación de impotencia en mi pecho.

—¡Jonghyun! —me giré a verlos, Minho y Taemin venían corriendo hacia mí —¿Qué pasó?

—Se lo llevaron —dije mientras me daba cuenta de ello. Mis ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Kibum? —preguntó a Taemin.

—A Kibum —susurré.

—¡¿Qué?! —dijo él sin poder creerlo.

—Tranquilo, Jonghyun... vamos a encontrarlo. Necesitamos llamar a la policía y ¿Por qué se lo llevaron? —dijo mi amigo.

—Mi padre —dije y lo miré a los ojos.

Minho asintió levemente y estiró la mano para entregarme el celular que había tirado antes de salir corriendo. Lo tomé y sin pensarlo marqué el número de su celular.

—¿Qué pasó, hijo? —me preguntó al atender.

—¡¿Dónde está maldita sea?! ¡Por tu bien no le toques un pelo porque juro que voy a encontrarte y acabaré contigo! —dije mientras apretaba los dientes.

—Solo estoy intentando ayudarte. Quiero salvarte, aunque no lo creas.

—¿Por qué no me dejas en paz? —Mi voz se quebró y las malditas lágrimas comenzaron a salir de mis ojos – No le hagas daño, por favor.

Arriesgada Adicción • JongKey  [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora