Ya en el galpón, mamá y el doctor corrieron a la cama donde yacía Don Eusebio que seguía envuelto en un frío sudor y balbuceaba quien sabe que cosas. Mis cinco hermanitos y yo, ahí estábamos aterrados sin saber que hacer, cuando uno de los parroquianos, amigo del abuelo, nos llevó afuera, para que el doctor pudiera atender a nuestro abuelo, con la ayuda de mamá y otro de los dos parroquianos que ahí estaba.
Hacía frío y ya poco faltaba para el atardecer, ahí seguíamos mis hermanitos y yo junto al parroquiano amigo del abuelo, afuera, mirando al campo y esperando la palabra del doctor. Cuando oímos la voz de mamá llamándonos, entramos enseguida, y nos dimos cuenta que el abuelito había partido, porque mamá no pudo contenerse más y rompió en llanto como nunca antes lo había hecho. La abrazamos muy fuerte mis hermanitos y yo, a la vez que el doctor nos consolaba a nosotros y nos dijo que Don Eusebio murió de tristeza. La desaparición de papá nunca la pudo superar el abuelo, eran muy unidos. El doctor se encargaría de todo lo necesario en estos casos, certificados y papeles ajenos a nuestro conocimiento.
Imagínense el momento que vivíamos, sin papá y ahora también sin la presencia de nuestro abuelo, el que había cuidado de todos nosotros junto a mamá.
A la muerte de Don Eusebio, nuestro abuelo, le siguió el desalojo que sufrimos de ese gran galpón, ya que familiares de nuestro amado abuelo, querían su parte del campo en el cual se levantaba el enorme y frío galpón, lugar donde crecimos junto a la vieja estufa.
Por ese motivo quedamos abandonados, a merced de nuestra suerte con mis cinco hermanitos y mamá, buscando ayuda en el pueblo, bajando el monte, al otro lado del campo.
Mamá trató en un hogar, pero el problema era que no había lugar para todos nosotros. Teniendo que elegir mamá que hacer, y luego de agotar las pocas chances que había, consiguió dos lugares más. Pero fuera del pueblo, es decir mamá y cuatro de mis hermanitos tenían lugar en una hermosa estancia del pueblo, y otro de mis hermanos y yo en otro campo, en las afueras del pueblo.
Así fue que, ya en otro campo, mi hermano y yo, cuando los patrones bajaban a la almacén del pueblo en busca de alimentos y demás, íbamos con ellos y visitábamos a mamá y a nuestros hermanitos en la estancia que quedaba en el pueblo. De esta forma era más llevadera la separación, si bien nos extrañábamos sabíamos que pronto volveríamos a estar todos juntos otra vez.
Pero no siempre sucede lo que uno espera. Pasado un tiempo, ya no íbamos seguido al pueblo y tampoco a visitar a mamá y a nuestros hermanitos. Los patrones no nos llevaban en su camioneta, y nosotros nada podíamos hacer ya que quedaba alejado el campo donde estábamos del pueblo, y no teníamos otro medio para ir a visitar a mamá que poco sabía de nosotros dos.
Y sucedió lo peor, los patrones nos dijeron que nos íbamos todos a otro campo más lejos, que ellos después le avisaban a mamá, pero eso no sucedió.
***
Siguen ahí, espero que sí. Hasta la próxima. Gracias, buena vida.
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VIDA de REY
Short StoryUn galpón enorme y frío, y una vieja estufa que nunca se apagaba. Don Eusebio, el abuelo y nosotros los pequeñitos junto a mamá. Aquel día, sería decisivo en nuestras vidas, ya que papá...