El dueño de la estancia, al ver a su mujer cayendo desmayada delante de él, bajó del tractor frenéticamente para socorrerla, sin saber aún el suceso trágico del cual él era el principal actor.
Bajando de la máquina, vió el panorama dantesco que lo rodeaba. Los paisanos, que también trabajaban en la estancia corrieron todos al lugar, sin poder creer lo acontecido.
Un silencio sepulcral invadió todo el lugar. La señora de la estancia no estaba desmayada sino muerta, ya que su corazón no resistió la situación, al ver como una parte del tractor cruzaba por encima del cuerpito de su pequeño hijito matándolo en el acto.
El dueño de la estancia, ahora sí, viendo toda la tragedia provocada involuntariamente por el mismo, gritaba: "No lo ví, no lo ví".
Mi hermano y yo, con gran tristeza seguíamos escuchando el relato de Don Alberto, quien continuó diciendo:
Aquel hombre al ver que nada más se podía hacer, decidió enterrar a su esposa y al pequeño hijo de ambos, ahí mismo en el campo.
Al día siguiente de la tragedia, el dueño de la estancia les pagó un dinero a las personas que allí trabajaban y los recomendó, a uno por uno, a otros campos para que siguieran trabajando.
En cuanto a los animales, los vendió rápidamente y así vació los corrales de la estancia.
Ya en total soledad y sin consuelo, en esa enorme casa, aquel hombre comenzó a beber sin control y así se emborrachaba escapándose de la dura realidad que transitaba.
A veces se lo veía vagando por los alrededores del pueblo a cualquier hora del día. Y otros días no salía de la estancia por varias semanas. Hasta que un día no lo vieron más por el pueblo y tampoco en la estancia, ya nadie supo nada de él.
Por eso, la imagen de la estancia era algo fantasmal, vacía y abandonada, ya que no quedaba nada de aquella familia.
Así terminaba su relato Don Alberto con la anuencia de Tomás su hijo.
Y ahí seguíamos mi hermano y yo, tratando de digerir el trágico relato de Don Alberto, pero nos seguía faltando conocer que había pasado con mamá y nuestros cuatro hermanitos.
En realidad, después de escuchar el relato de Don Alberto, mi hermano y yo, sospechábamos lo que finalmente habría pasado con nuestra familia.
Ahora sí, supimos realmente que pasó con mamá y nuestros hermanitos.
Don Alberto nos confirmó nuestra sospecha. Con lágrimas en los ojos y una rara sensación de impotencia y un escalofrío que recorría nuestros cuerpos, mi hermano y yo, escuchamos la verdad:
Nuestra familia había sido vendida a patrones de otros campos muy lejos de aquel pueblo.
Estábamos destruídos mi hermano y yo ante semejante situación. Y con tantas preguntas:
¿Porque nos era tan difícil tener una familia?.
¿Que pasó con papá?. ¿Vender a una familia?.
¿Porque nos separaron de mamá y nuestros hermanitos?.
¿Estamos signados por la mala suerte ó algo así?.
Demasiadas dudas nos perseguían, mi hermano y yo, no podíamos más seguir con tanto dolor y desencuentro. Por eso, nos abrazamos y llorando nos rendimos.
***
Llegando al final, poquito más. Gracias, buena vida.
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VIDA de REY
Short StoryUn galpón enorme y frío, y una vieja estufa que nunca se apagaba. Don Eusebio, el abuelo y nosotros los pequeñitos junto a mamá. Aquel día, sería decisivo en nuestras vidas, ya que papá...