Parte sin titulo 39

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Miras a Bonbon a los ojos, pero no te le acercas.
Ella en cambio da un par de pasos rápidos para rodear el viejo librero que las separa.
Ya no hay entre ustedes nada, y tu cuerpo tiembla con el miedo y vergüenza que éste hecho te causa.
Ella pregunta, en voz fuerte y clara, qué quieres y cómo te llamas.
Pero no hay mucho que alguien como tu pueda decir, con la garganta destrozada.
Es entonces cuando comienzas a entonar aquella suave melodía que te pertenece y entristece por igual.
Las notas de esta te llevan a un recuerdo lejano al que arrastras a la peli azul.
Y eres tú, la pequeña tú. Esa que temía a los monstruos debajo de la cama y a los que decían cuidarla.
Eres la pequeña tú, viviendo otra vez con mamá, papá y hermano.
¡Oh mamá! ¿Por qué eres tan cruel conmigo? No es culpa mía no entender bien tus palabras.
¡Por favor papá! No creo tener nada raro, no ignores mi presencia te ruego.
Tu hermano es al final el único al que parece importarle tu inútil existencia.
Pero sus juegos te duelen.
Una y otra vez pregona buscar una salvación para ti. Dice poder arreglarte.
Pero yo no soy una muñeca o algún otro de tus juguetes, no se me puede "arreglar" hermano.
Y entonces viene aquel recuerdo teñido en palomas rojas, y haces un esfuerzo para separar la metáfora de la escena real.
Pero es demasiado cruel.
Hermano sostiene en su mano el arma que él dice es símbolo de libertad. Mamá y papá se cubren de flores rojas y las palomas del mismo color vuelan por la cocina.
Y tu no puedes, no puedes moverte.
Y el se ve como los monstruos, los que te devoran.
Y te extiende una mano, porque tu eres una musa destinada a la inspiración con miles de avispas picando tu interior.
Y tienes miedo, tanto miedo.
A él que peina la cascada de tu cabello con suavidad y todos los demás, que parecen ser iguales a él aún sin conocerlos.
Y te encierras, y nunca nunca nunca más deseas ver a alguien más.
Hermano te lleva con esas personas, pero no, no las quieres. Ellos terminan por darte una habitación y dejarte allí.
113, 113, 113; Odio el número 13.
Y en un inicio sóla estás allí.
Pero la biblioteca va llenándose poco a poco, de otros niños que tampoco quieren ser molestados. Están tristes.
Y ellos te hablan, del otro lado de la puerta, lejos, lejos.
Entonces cantas, porque es lo único que puedes hacer bien.
Y eres felíz.
Y entonces hermano vuelve, y el miedo lo acompaña.
Los niños desaparecen de uno en uno. Lloras porque es tan triste.
Hermano es tan cruel, tiñendo en la negrura aquel pequeño lugar que habías comenzado a llamar hogar.
Y llega el momento en el que solo quedan dos. 112 y 113, ¿Cuál numero lleva la peor suerte?.
113, obviamente.
Y le dices a Mary que corra y corra, que es ella la próxima.
Pero Mary no quiere irse. "Me casare contigo" ella dice.
Adiós Mary, adiós Mary.
Una vez dentro de tu habitación, la empujas tras el paredón. Y Mary no es capaz de gritar, o hablar.
Hermano está tan enojado, que destruye tu puerta sin reparos.
Adiós Mary, adiós Mary.
Un pinchazo basta para controlar tu ataque de pánico y obligarte a la docilidad.
Perdóname, lo siento tanto.
Y él te lleva lejos, lejos. Y es apenas el rostro de Mary lo que alcanzas a ver sobre su hombro.
Y Mary ya no vuelve jamás, jamás.
Y tú te quedas.
Y las sombras empeoran y toman formas. Pero tú estás confinada en tu pequeña habitación.
Y cantas, cantas.
Porque es todo lo que puedes hacer.
Y vuelves a ser la tú del presente, temerosa de las sombras que Usagui a molestado sin saber.
Y La peliazul te mira, con lágrimas en los ojos.
Y tú vuelves a tu habitación.
Y Usagui no hace nada.
Y no te resistes a susurrarle tu nombre, para que al menos ella pueda saber quién fuiste.

Room 113 (#SickFNAFHS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora