Ayer recibí su llamada, me preguntó «¿Con qué derecho me pongo a follar con alguien más? que pasa contigo Si yo soy tu dueño, tú solo eres mía» ¿A qué se refiere, a que cuando se le antoje puede dejarme y simplemente volver a llamar?, ¿a derrumbar el poco olvidó que ya le tenía?, ¿quién se cree? ¿de qué derecho cree que goza? ¿de qué?.
La verdad que me alegro de su llamada, yo sé que el maldito hijo de puta me ama, que no puede estar sin mí, pero me encantó follar con él, que me penetrara así de rico, tan grande como me gusta, grandotes aunque me peguen.
Pero por Dios, sus ojos, su boca, ese pecho, poder sentirlo en mí, en mi boca, claro, claro que pensé en él, que era él quien me mordía la espalda, mis piernas, mis nalgas, mi vientre, mis tetas, pensé que él me tomaba de la cadera y me pegaba cogiéndome duró, tan duro como me gusta, jalando mi cabello haciéndolo terminar en mi boca.
Claro que me lo tenía que follar, son similares tanto en edad, en esos hermosos ojitos, esa bonita sonrisa, esa rica voz, los besos aún no sé si sean iguales, la forma de hacer el amor no sé si sea la misma, pues a pesar de decirme que es mi dueño jamás, jamás he sido suya, nunca me ha tenido entre sus brazos, jamás he sentido el calor de sus besos, de sus abrazos, ni siquiera una caricia, nada, no sé a qué sabe el cielo en su cama, aún no lo sé, pero con el otro probé su infierno y me fascinó como quema, como ardo en sus manos, como tiemblo al escuchar su voz, al recibir un mensaje, al verle esa bonita sonrisa, como me encanta pero a este, a este no lo amo, al otro lo amaré toda mi vida.-Lourdes Cuevas