Caos en la oficina

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Las mañanas siempre eran de lo peor, levantarse a las cinco am nunca era bueno. Pero todo es parte de la vida ¿no?

Tomé una ducha justo después de que abandoné mi cama. El agua fría era mi aliada para despertar.

Ya con mi traje negro y corbata azul, tomé mi gabardina beige antes de salir; no sin antes tomar mi portafolios negro.
Comencé mi pequeño trayecto al trabajo, solo tenía que caminar unas cuadras. Paré en un Starbucks por un café.

Al fin, llegué a las puertas de Salmonel Enterprises. La empresa especializada en la protección de datos que se reciben de Internet y de otras empresas. Se diría que Salmonel Enterprises no es muy conocida, pero es para mantener el perfil bajo a posibles robos o ciberataques. Cuando comencé a trabajar aquí, tuve que firmar varios documentos de confidencialidad y tuvieron que checar mis expedientes. Es todo un rollo meterse a esta empresa, pero lo que importaba es que podía recibir buena paga.

Me subí al elevador para llegar casi a la cima del gran edificio. Digamos que a pesar del tiempo me ascendían, hacía todo lo que me pedían sin hesitar.

—Buenos días Castiel —me saludó mi ayudante Hanna, su pelo ondulado negro se revoloteó cuando se paró de su asiento.

—Buenos días —le respondí sonriendo.

Antes de poder meterme a mi oficina, Hanna me llegó por atrás tocándome el hombro.

—¿Qué pasó? —me volteé chocando mi mirada con sus ojos azulados y me dio una pila de papeles.

—Naomi quiere que cheques estos informes —dijo Hanna con esa sonrisa que siempre me dedicaba.

—Sí, está bien, dile que los tendrá a más tardar a las dos —me metí a mi oficina, a mi lugar privado, lejos de Hanna.

No es que me caiga mal, pero suele ser muy empalagosa. Creo que quiere que salga con ella.

—¡Castiel, tienes una llamada en la línea dos! —exclamó Hanna desde su pequeño escritorio.

—¡Hanna, sabes que puedes usar el comunicador! —exclamé antes de tomar la llamada que de seguro era de Naomi.

—Castiel Novak —dije al teléfono al apretar el dos en el aparato.

—¿Podrías venir a mi oficina? —preguntó Naomi.

—Ah, claro, sí —dije algo nervioso, normalmente nunca me pedía ir a su oficina.

—Muy bien, te veo en 15 minutos —colgó el teléfono.

Suspiré bastante hondo, me quite la gabardina. Este día iba a estar algo pesado.

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Llegué lo más rápido que pude a la oficina y me recibió Samandriel. El chico rubio me abrió la puerta.
Naomi estaba ahí sentada con su pelo recogido y su traje gris. A veces me daba cosa estar en la misma habitación que ella.

—Toma asiento —me señaló una silla enfrente de su escritorio y me senté.

—Haz cumplido muy bien con tu labor estos últimos dos años —prosiguió Naomi— eres un empleado del cual podemos confiar y por eso he decidido dejarte un trabajo especial.

Comenzó a checar sus cajones, me sentía halagado por lo que me decía pero ya tenía suficiente con informes.

—Necesito que cuides muy bien este disco duro —me puso enfrente una cajita negra— últimamente hemos detectado varios virus que querían entrar a nuestros servidores. En este disco duro hay una copia de todo archivo importante de empresas que respaldamos. Los datos que nos envían del Internet parecen estar seguras en nuestras computadoras de Washington.

Al filo del amor //Destiel (en hiatus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora