Abriéndonos más

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No pude dormir nada, lo intenté pero con todo lo que me ha ocurrido ya no he querido pegar los párpados.

Dean seguía sin hablar, ni siquiera ha prendido el radio desde la persecución. Seguía teniendo esa fría mirada, extrañaba su otra mirada con sus ojos brillando a todo.

Faltaba mucho trayecto y los dos estábamos bastante cansados como para soportar manejar las veinticuatro horas.

Dean paró en un pequeño motel cerca de la carretera. Me pidió que bajará y que fuera bajando lo necesario, nos íbamos a quedar una noche ahí. Él fue a pedir el cuarto.

Regresó con unas llaves en la mano, me ayudó con una maleta y fuimos al cuarto.

Nunca antes había entrado a un motel y menos a uno donde el cuarto estaba no tan cuidado como el de un hotel de cuatro estrellas.

Había dos camas, genial.

No pasó mucho antes de acostarnos, él casi no habló. Su mirada cambió a cansancio y preocupación. Me gustaría saber que hablo por teléfono el día anterior, eso fue lo que lo dejó sin ese brillo. Me gustaría saber que le preocupa, qué piensa... qué siente.

~•~•~•~•~•~•~•~

El sol comenzó a asomarse por la ventana iluminado todo. No dormí mucho, está vez si lo intente con más ganas pero mi mente no paraba de pensar, no quedaba en blanco como cuando uno duerme.

Volteé a la otra cama y Dean no estaba, me senté en la cama para ver si seguía en el cuarto. No estaba en ningún lado, ¿a que hora se levantó? ¿Por qué no me di cuenta?

Alguien entró al cuarto, era Dean, tenía su celular en la mano y su pelo estaba mojado, se había duchado y yo ni en cuenta. Tenía puesto su camisa de cuadros de ayer y encima una chaqueta azul marino.

—Oh, estás despierto —se sorprendió.

—¿Qué hacías afuera? —pregunté y mi voz sonó algo más ronca de lo normal.

—Un buenos días no estaría mal en vez de cuestionarme —dijo pícaramente y se dirigió al baño cerrando la puerta a la vez.

Lo miré con una cara confundida, ayer era una persona ahora era otra. Este tipo tiene diferentes caras y oculta mucho. Dean es todo un enigma que no sé resolver.

—¡Será mejor que te cambies! —exclamó Dean desde el baño— ¡En un rato tengo que entregar el cuarto!

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Me duché con cuidado de no mojar el yeso de mi brazo roto y empaqué todo de nuevo. Dean me esperaba acostado en una de las camas con los brazos extendidos. Se enderezó cuando ya todo estaba listo.

—¿Cómo sigues de tus... —empezó a preguntar Dean— golpes?

Nunca se había tomado la molestia de preguntar eso.

—Mejor —mentira— es decir, el dolor viene y va pero es poco.

—Bien —dijo y luego agregó— será mejor partir ya.

—¿Aún tienes el disco duro? —de repente me acordé de esa estúpida cosa, quería saber si con todo lo qué pasó no se había quedado en el Impala o el tipo de la moto lo haya robado.

—Ha estado todo el tiempo conmigo —Dean sacó el disco de un bolsillo de su chaqueta— ¿Ya estás listo? —me preguntó mientras agarró todas las maletas.

Yo solo asentí y me fui detrás de él.

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Volvimos de nuevo a la carretera, Dean hacía paradas por comida y otras por gasolina.

Mientras manejaba prendía la radio o me sacaba plática que yo en minutos cortaba.

En la radio pasaron una nota informativa acerca de la persecución del día anterior en Omaha, Nebraska. "Los sospechosos aún no han sido identificados, las autoridades siguen buscando un Chevrolet Impala del 67 negro". Habían comentado una mierda sobre cometer actos terroristas en la ciudad. ¿Por que todo esto lo relacionan con eso? Siempre es lo mismo, terroristas.
Pero bueno, al menos sólo los que nos seguían en la camioneta resultaron heridos, las autoridades planean encarcelarlos e interrogarlos.

Dean se molestó y apagó la radio, no escuché la nota completa.

—No escuches, son puras idioteces para mantener la calma de los ciudadanos —dijo Dean.

—¿Por qué no han encontrado aún tu auto? —pregunté por curiosidad.

—¿No te cansas de preguntar y preguntar? —sonaba algo irritado, no contesté.

—Lo han escondido unos compañeros míos —dijo segundos después.

—¿Eres un criminal o qué?

Dean rodó los ojos.

—Soy un agente secreto del gobierno estadounidense —afirmó.

—Un espía —reafirmé.

—Algo así. A donde vamos está el centro de operaciones.

—¡Vaya, fui a dar con un espía! —dije sarcásticamente.

Dean ignoró mi comentario y siguió con lo suyo, manejar.

Me he metido en algo grande y ya no puedo salir fácilmente.

Al filo del amor //Destiel (en hiatus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora