Persecución

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Quedé profundamente dormido a pesar del movimiento y ruido. Dean tenía su música en volumen bajo, tarareaba la canción "Ramble On" de Led Zeppelin. De vez en cuando cantaba el coro en voz baja:

"Ramble On, And now's the time, the time is now, to sing my song.
I'm goin' 'round the world, I got to find my girl, on my way.
Gotta find the queen of all my dreams."

Su voz transmitía paz y tranquilidad, como si no hubiese pasado nada. Actuaba como si fuésemos a un campo abierto a hacer un picnic y charlar sobre las cosas de nuestras vidas.

¿En qué carajos pienso? No, basta.

—Buenos días bello durmiente —dijo Dean al ver de reojo que me enderecé y bostecé.

—¿En dónde estamos? —pregunté medio adormilado.

—Nebraska —afirmó Dean con su estúpida sonrisa.

—¡¿Nebraska?! —me sobresalté, estaba lejos de mi hogar y de Chicago. Miré a mi alrededor y ciertamente, estábamos en una ciudad distinta.

—Estamos en camino a South Dakota.

—¡¿Qué?!

—Tranquilízate, cuando acabe todo esto podrás tener tu vida aburrida de vuelta.

—No creo que esto acabe —musité.

—¿Qué dices? —dijo Dean.

—No entregué el disco a donde me habían dicho y si tú me quisiste matar, seguramente alguien más lo intentará.

—Tienes razón. Supongo que tendré que darte un nuevo nombre y mandarte lejos —dijo Dean pero lo último me pareció que lo dijo en broma.

—Muy gracioso, sólo espero que no vuelvas y me intentes matar de nuevo.

Dean rió y volteó a verme con un brillo en sus ojos esmeralda.

—No me veas así —dije enojado.

—¿Cómo? —volteó Dean confuso.

—Como si fuésemos amigos del alma.

No respondió pero no quitó su cara confusa.

—Me atacaste en mi trabajo y dañaste los frenos de la camioneta en la que viajaba.

Dean se sorprendió porque mencione los frenos, la verdad era que él fue quien en una parada por gasolina durante el viaje hizo algo de mecánica en el Lincoln sin que Charles se diera cuenta. Él rompió la manguera que transporta los líquidos del freno y cortó el cable del pedal para frenar.

—¿Sabes qué? ¡Ya me tienes harto, todo el tiempo me echas en cara lo que hice! Sí, es cierto, yo dañé el auto en el que viajabas pero sólo seguía órdenes —no me esperaba eso de Dean— Lo siento Cas, en serio. Ahora haré lo correcto y te protegeré.

¿Se acaba de disculpar? ¿Cómo respondía a eso?

El vidrio trasero del Impala se hizo añicos interrumpiendo la incómoda conversación. En medio de la ciudad, un maniaco en motocicleta comenzó a dispararnos. De seguro era uno de los de la empresa Salmonel, según Dean.

—¡Hijo de puta! —maldijo Dean al ver los daños a su precioso auto.

Un chico rubio, más rubio que Dean, se acercaba más con su motocicleta, vestía todo de negro y no paraba de disparar contra nosotros con una metralleta.

—¿Sabes manejar? —preguntó Dean.

—Sí, ¿por qué? —le contesté sin saber a dónde iba con eso.

Al filo del amor //Destiel (en hiatus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora