¿Lugar seguro?

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Muchas horas de estar en la autopista es incómodo. Dean de repente me hablaba pero estaba siendo algo cortante. Si tan solo supiera que pasaba por su cabeza.

El letrero de "Bienvenidos a South Dakota" me fue un gran alivio, aunque Dean parecía cada vez más preocupado. Parte de mi se carcomía de la curiosidad, ¿qué es lo que tanto le preocupa?

Horas después llegamos a Sioux Falls, suponía que ese era nuestro destino ya que llegamos a un lugar completamente forrado de un gran muro.

Paramos frente un gran portón negro con cámaras por todos lados. Dean por su ventanilla apretó el botón del intercomunicador.

—Identifíquese —habló el aparato.

—Dean Winchester, abre el portón Ash.

—¿Dean? ¿Dónde quedó tu tarjeta de acceso? —preguntó la persona por el intercomunicador.

—La olvidé, solo... abre —contestó Dean de mala gana.

El portón se movió con algo de lentitud y abrió paso a una especie de casa rústica, pintada de un tono beige, ventanas completamente cerradas y una gran puerta café rodeada de dos agentes.

Había unos cuantos automóviles estacionados al frente de la casa, Dean aparcó a lado de estos.

Bajamos del Civic y nos dirigimos a la entrada. Uno de los sujetos reconoció a Dean y le abrió la puerta, a mi me vieron de una forma sospechosa.

No podía creer lo que veía, su centro de operaciones era nada más y nada menos que una simple casa con su cocina, comedor, sala de estar y unas escaleras de madera bastante rústicas. Todo estaba impecable, pero no había rastros de que usaran algo, parecía más bien una casa en venta.

—Esto es solo una fachada, lo mejor está abajo —dijo Dean sonriendo y me guío al final de la sala de estar que estaba a nuestra derecha.

Había un gran librero frente a una pequeña chimenea falsa. Dean sacó un libro que abrió una pequeña parte de la pared con un lector de mano.

¡Genial!

El lector cambio un foco de rojo a verde y el librero comenzó a recorrerse para dar paso a un elevador.

Nada extraño, solo un elevador en una casa de dos pisos.

—No te va a pasar nada, ven —me dijo Dean dándome la mano.

Correspondí a su mano, de cierta forma me sentía algo seguro con él a pesar de todo.

El elevador tenía un aspecto parecido a los qué hay en los hoteles, el tono gris metálico cubría las cuatro paredes, unas barras de metal paralelas y la música de elevador. Dean apretó el número seis de los botones, era el más abajo. Así es, estábamos descendiendo, era un centro de operaciones subterráneo.

Las puertas se abrieron, y ante mis ojos había un piso completo con unas cuantas oficinas y una sala de juntas. Un pasillo blanco separaba las oficinas de la sala. Todo el lugar estaba iluminado y con aire acondicionado. El blanco de las paredes y del techo hacían la luz de las lámparas incandescentes iluminar cada rincón. Dean soltó mi mano al salir del elevador, se puso todo serio y avanzó a la oficina del final del pasillo.

Al filo del amor //Destiel (en hiatus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora