Cero Absoluto.

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Las pequeñas motas de nieve caen en mi nariz al punto de hacerme estornudar de dos por tres, el frío cala mis huesos y maldigo por milésima vez por no haber traído mi barbijo en el cual refugiar mi sensible nariz, la cual esta completamente roja como si del reno rudolph se tratase.

Pero no me molesta el frío, me gusta ver cómo los árboles tiñen sus copas de un color blanquecino,me fascinó expeliendo el característico bao de mis labios, y en como los delicados copos caen por el cielo hasta aterrizar deshaciéndose.

Tan frágiles, tan delicados.

Pateo un montículo de nieve y salto encima de él aplastándolo y riendo como niña pequeña.

Pero de repente me pongo en alerta al recordar que estoy yendo a clase y no de paseo de campo.

Tambaleó mi muñeca perezosamente, ya que no soy una persona de mañana y doy un vistazo rápido a mi reloj, apuro el paso en cuanto compruebo que solo quedan 5 minutos para que la clase de administración comience.

Tan despistada como siempre.

La nieve resuena en cada zancada apresurada que voy dando y mis dientes castañean generando un molesto sonido.

Tampoco ayuda que hoy las calles de la ciudad estén más llenas que de costumbre por una celebración que ni siquiera me molesto en averiguar de qué se trata.

Así que cuando el paso se habilita me dispongo a correr el resto del trecho a la universidad que me queda en una velocidad digna de un maratonista.

Divisó el gran edificio verde obscuro y las rejas inmensas negras, subo los escalones de dos en dos, ganándome un traspié en el penúltimo,y esquivo personas que me dan una mirada de odio que no me molesto en responder ya que estoy escasa de tiempo.

Giro un pasillo a la izquierda y sigo recto hasta dar con mi salón, en el cual la puerta ya está cerrada, pego un saltito bastante lamentable para espiar por el vidrio ya que altura es algo con lo que Dios no me bendició, compruebo para mi alivio que el profesor aún no ha llegado, tomó aliento y giró la manija ganando un chirrido de la vieja puerta a la cual le doy una mala mirada, ya que mi cometido era pasar inadvertida, todos enfocan su vista en mi, solo me dispongo a bajar la cabeza y ubicarme en algún sitio libre.

Al momento en que me ubico la ruidosa puerta vuelve a sonar y el ya anciano profesor hace su entrada, tiene tantas arrugas como uno de esos perros bulldog que le gustan a mi hermana y unos graciosos anteojos de montura que son demasiados pequeños para su cara, ajusta su sacon negro con parsimonia y se dispone a caminar al frente y comenzar la clase.

Luego de tres horas por fin salgo de allí con mis libros y mi bolso en mano, lanzo un estrepitoso suspiro y arrastró mis pies en un paso desganado hacia la salida, pero me detengo en seco en cuanto lo diviso apoyado en un árbol con el móvil y los cascos puestos, está solo, como acostumbraba a estar siempre y su cabello castaño cae de manera revoltosa por su frente e incluso desde aquí se pueden apreciar sus perfectas facciones.

Me debato internamente en si ir a hablarle o no, en si se lo merece o no, y mi cabeza se decide a seguir derecho el tramo que queda y subir a la camioneta negra que ya me está esperando e irme con mi dignidad intacta.

Me muerdo el labio fuertemente caminando derecho y mis botines marrones crujen debido a mis pasos firmes, pero captó su mirada por el rabillo de mi ojo así que siguiendo mis instintos doblo en un último minuto a la derecha y me posicionó frente a el, sus ojos me observan de arriba a abajo y se saca uno de los cascos.

-Hey-habla serio y con voz grave mientras se acomoda el cabello, que hace que me muerda el interior de las mejillas con rabia.

-¿Eso es todo lo que tienes para decir?-mi voz suena bastante quebrada y quiero cachetearme a mi misma.

••Weak••-|kim seokjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora