-43

342 37 11
                                    

Me gusta ver cómo caen las gotas de agua de mi cabello en el suelo alfombrado, observar cómo la alfombra marrón claro se va oscureciendo con mis mojadas pisadas. Suji me regaña, diciendo que me seque de una vez y deje de mojar la alfombra. Ella no está de acuerdo con mis extraños hábitos. Me parece hipócrita, yo no le digo nada cuando ella lava sus propias medias en la ducha y después las deja secar en cualquier lugar de su habitación.

Me pongo algo cómodo, un suave pantalón de algodón y una camiseta púrpura con pajarillos de cuando estaba en secundaria, que por alguna razón todavía me entra (en realidad si lo sé, no crecí ni un mísero centímetro desde secundaria)
Son las 4 y todavía faltan cuatro horas para la cena, pero me gusta bañarme antes, una costumbre que tenía cuando mi cabello era largo, ya que tardaba mucho en secarse y me disgustaba usar secadores.

Suji me hace señas para que tome asiento en la cama, tiene el cepillo y la toalla en cada mano. Me siento en cuanto escojo un par de calcetines de algodón y me los pongo. Seca mi cabello con tranquilidad, y luego pasa el cepillo por este, la sensación familiar de sus dedos en mi cabello sumado al tarareo de una melodía cualquiera hace que mis ojos se cierren solos.
Ella siempre tomó cuidado de mi ,cuando éramos pequeñas nuestros padres nunca estaban en casa por el trabajo. Suzy asumió la responsabilidad de hermana mayor en cuanto pudo, a pesar de que ella solo era tres años mayor que yo. Cuando estábamos en primaria, ella me vestía , me peinaba, me ayudaba en las tareas de la escuela y hasta me cocinaba. Suji es más una madre para mi, que mi propia madre.

En cuanto termina, bajamos los escalones y las dos nos disponemos a mirar un drama cualquiera para pasar el tiempo, en compañía del famoso té de durazno de Suji. Apartó por un segundo los ojos de la pantalla para observar el ir y venir de personas, el leve murmullo llena cada espacio de la casa. La mesa está llena de decoración exuberante, el tafetán dorado y beige cubren toda la casa, los colores de nuestra empresa se alzan gloriosos.

Dos toques cautelosos en la puerta se ven silenciados entre todo el ajetreado barullo de la habitación, frente a esto los dos toques se vuelven a repetir, en esta ocasión más insistentes. Miro a mi alrededor en busca de ayuda mi hermana está inmersa en su novela y todos los empleados se encuentran demasiado ocupados como para ocuparse de atender la puerta.
Me levanto en cuanto escucho esta vez cuatro fuertes toques. El humor de la persona del otro lado al parecer se está acabando.

—¡Ya voooy!— me enfundó en mis pantuflas blancas y me dispongo a abrir la puerta antes de que el visitante la tire abajo.

Sus ojos me recorren de arriba a abajo, la sorpresa en ellos casi me hace reír como maniaca.

Está más alto, o tal vez es que yo estoy más baja, no, pero definitivamente está más alto, sus brazos están tonificados y sus hombros son como cuatro cabezas mías. Realmente me siento un perro miniatura ahora.

—¿Si? ¿Que necesita?— Mi voz sale con naturalidad, sus manos aprietan la carpeta con papeles. Me mira un poco más, realmente estoy esforzándome para no fruncir el ceño con desagrado. Cambia su postura tratando de verse más grande y carraspea un poco.

—Quería dejar esta carpeta antes de que comience la reunión— La extiende hacia mí con precaución, tanto que casi me hace soltar una risa irónica.

La tomo sin ser demasiado brusca, pero tampoco siendo suave, y me adentro en la casa, buscando un lugar donde dejar la carpeta de terciopelo negro, al final lo dejo en la mesa principal.

Los ojos de Suzy me siguen en todo mi recorrido, su ceño frunciéndose, hasta que sus ojos caen en el umbral de la puerta. La mejor de las sonrisas alumbra su rostro, sus ojos resplandecen de felicidad y de repente se encuentra a su lado dándole la bienvenida e invitándole a pasar.

••Weak••-|kim seokjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora