Capítulo Seis

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Agonía #6

Drogadicción

Este chico ha sido muy amable desde que llegué a su destrozada casa. Está apunto de caerse y provocar un derrumbe. Él es alguien que inspira alegría y felicidad en todo lo que hace, sin embargo sé - por lo que está apunto de contarme - que no siempre es así.

" Marihuana:

Estaba con mis amigos. Después de salir de la escuela nos habíamos reunido en casa de uno de nosotros, en la de Owen. Hablamos sobre el colegio, sobre chicas, y sobre drogas. Ellos habían empezado a insistir, me negué. No quería intentarlo, pero fueron muy convincentes y terminé accediendo.

El humo pasó por mi nariz quemando mis fosas nasales, luego llego a mi garganta irritándola y haciéndome toser. Lo había fumado. Había fumado el humo de la marihuana. Mientras los latidos de mi corazón aumentaban mi respiración disminuía. Era increíble.

«¿Por qué no lo había intentado antes?»

Estuve un rato sentado disfrutando de las sensaciones que lo ingerido me provocaba, tiempo después intenté levantarme de dónde estaba y al hacerlo, mi cuerpo se sintió débil, me mareé y terminé cayendo al suelo. Golpeé mi cabeza con un mueble, pero no me importo pues yo me sentía tan bien. Sin duda lo fumaría de nuevo. Por ahora sólo me quedaba disfrutar el momento.

Luego de eso quise experimentar con algo más.

Cocaína:

La probé estando solo. Puse el oro blanco en mi mesa y con un billete hecho rollo, inhalé. Pasados unos minutos lo sentí. Sentí esa alegría en mi sistema y como mis músculos se relajaron.

Lamentablemente el efecto duró muy poco abriéndole paso a lo malo. Ya no estaba feliz, ni relajado. Tenía un nudo en mi garganta, ganas de llorar. Temblaba, me encontraba tenso, nervioso y muy triste. Quería aliviar lo que sentía.

Intenté hacer todo lo que me gustaba, lo que me tranquilizaba, aquello a lo que estaba acostumbrado.
Pero no funcionó. Así que, desesperado por sentirme mejor, volví a repetir el proceso.

Comencé a sentir espasmos musculares, mis extremidades realizaban movimientos que mi cerebro no demandaba. Me desesperé tratando de controlar mi cuerpo.

El sentimiento fue peor que antes. Tuve una convulsión.

Al salir de eso, mi cuerpo pedía algo más fuerte.

Éxtasis:

Coloqué la píldora bajo mi lengua y al instante se deshizo. Al pasar una hora, la droga comenzó a hacer efecto en mi sistema. Mi mente estaba adormilada y mi cara igual, no sentía ninguna parte de mi cuerpo. Sólo estaban las alucinaciones y las sensaciones, esas que me gustaban durante un momento y al siguiente ya no.

No podía dejarlo. Ya era parte de mí.

Aquellos agradables síntomas se intensificaron un rato después. Euforia y excitación eran los que predominaban. No sabía cuanto tiempo había estado drogado, pero para mi necesitado cuerpo no fue lo suficiente.

Al regresar de mi viaje a otro mundo, me sentía bien, relajado, enérgico a pesar de no haber dormido en toda la noche. Como de costumbre eso sólo fue en la mañana, ya que después de la comida tenía ganas de vomitar. Mi boca se encontraba seca, ni toda el agua que estuve bebiendo ese día luego de devolver fue suficiente para calmar mi sed.

Esa noche no dormí, no tenía sueño. Cerraba los ojos y mi mente gritaba "drógate" "hazlo, lo necesitas".

Volví a hacerlo más veces de lo que me gustaría admitir. Pero ya no era suficiente, pues yo quería más. Mucho más.

Y ahí fue cuando la probé.
Mi perdición.

Heroína:

Lo peor que puede probar un drogadicto como yo. Estando dentro ya no hay vuelta atrás. Esta es "la reina de las drogas"

Me inyecté la droga. Esta hizo efecto de inmediato, una oleada de sensaciones agradables recorrió mi cuerpo. Vinieron las alucinaciones. Estaban en todo mi alrededor. Las veía por allí y por allá. Todo lo que sentí fue increíble e inexplicable.

Mis latidos disminuyeron tanto que de haber estado consciente creería que iba a morir. Me costaba respirar con normalidad, era tanto desesperante como agradable el tener que tomar bocanadas de aire para no morir.

Ninguna otra droga había provocado en mí lo que hizo la heroína.

Después de que el efecto hubo pasado, estaba sudando, tenía calor.
Tenía sueño, picazón, sentía náuseas y a pesar de eso yo sólo pensaba en la próxima vez que me inyectaría la heroína.

Pensaba en cuando volvería a sentir todo aquello a lo que de una manera repulsiva era adicto. Esa fue mi perdición y ya no había remedio alguno. Mis padres murieron y yo en vez de entristecerme, vendí todas sus pertenencias y compré más heroína. Algunas veces tenía recuerdos que me hacían creer que en uno de mis viajes yo los había matado, por la euforia y enojo que sentía. No podía recordarlo. Me drogaba y sólo así la culpa se iba.

Veía a mis viejos amigos con los que tuve mi primer experiencia en drogas y ellos eran felices puesto que jamás volvieron a hacerlo. A diferencia de mí. Yo me había jodido solo."

Al salir de aquella casa, no puedo ni pronunciar palabra. Las drogas son algo serio. Eso me queda claro.
Vuelvo a casa, estoy algo cansado.

Yo sufro esta agonía con quienes ya lo han hecho. Con quienes ya han sufrido.
Por favor, que la gente abra los ojos.
Ojalá esto sirva de algo.

Con dolor, Russell Adams.

Hola de nuevo.

Aquí una nueva agonía.

Lamento haber tardado tanto en actualizar pero he estado trabajando en otras historias que quiero compartir con ustedes, ojalá quieran leerlas. Espero que lo hayan disfrutado.

Nos leemos pronto.
Ximena LA.

Agonías de un adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora