16. Perdón

132 20 6
                                    


Conseguir que se durmiese no había sido tarea fácil, pero tras mucho hablar con ella y tras mucho insistirle, se había quedado dormida llorando en su sofá.

Aquello le había encogido el corazón a Luna, no tenía ni idea de lo mal que lo había estado pasando Raven, y mucho menos aún de que fuese la única que lo sabía.

Tras deliberarlo durante muchísimo tiempo sentada en silencio en su habitación con el teléfono entre sus manos decidió enviar aquel mensaje a Anya, una amiga y supervisora del hospital.

Pedir su ayuda en aquello podía costarle más de un problema, especialmente porque estaba pidiéndole incumplir la ley de protección de datos y la confidencialidad propia de medico paciente pero Anya la conocía demasiado bien como para saber que aquello no era un gesto fortuito y mucho menos un capricho o divertimento.

Si Luna le pedía aquello, detrás debía existir un importante y buen motivo.

Así que cuando Luna recibió el mensaje de texto con la información que le había pedido, cerro sus ojos y respiro aliviada.

Dirigió su mirada hacia la puerta de su habitación que permanecía sin cerrar del todo por si Raven despertaba y la necesitaba, pero dudaba que pudiese hacerlo tras prepararle aquella fuerte infusión y administrarle un calmante.

Cuando marcó el primer y el segundo numero las dudas le asaltaron y el corazón comenzó a latirle con fuerza.

Era verdaderamente tarde para una llamada así y aunque fuese sábado no era excusa para importunarle, no tras estar al tanto de los últimos acontecimientos.

Aún así, necesitaba hacerlo o sería incapaz de parar de pensar en ello.

Según terminó de marcar los números se llevó el teléfono al oído y, aguardó contestación en silencio.

Primer tono fallido, segundo tono angustioso, tercer tono desesperante, cuarto tono y...

—¿Si? —respondió una masculina voz al otro lado algo soñolienta.

—¿Finn? —preguntó insegura Luna tras unos momentos no reconociendo bien la voz—. ¿Finn Collins?

—¿Quién es? —preguntó desconcertado él con preocupación.

—Soy Luna, la... la amiga de Raven, la camarera del Arkadia, nos presento hace un par de noches, ¿recuerdas?

La voz de Finn al otro lado se volvió más áspera por momentos.

—Mira si te ha enviado a llamar ella, yo no...

—No, no, no me ha enviado ella no me cuelgues, por favor —le pidió Luna percatándose de su reticencia al momento—. Te juro que ni siquiera sabe que te estoy llamando...

—¿Qué es lo que quieres, Luna? —preguntó fastidiado Finn al escucharla.

—Escúchame por favor, Raven me ha contado lo ocurrido y sé que no hay excusa para lo que te hizo pero está muy arrepentida.

—No lo parecía cuando me lanzó uno de sus zapatos con fuerza —replicó Finn reticente a creerla y un tanto molesto—. Creía que le gustaba, que...

—Y le gustabas, le... le gustabas es que... —repuso precipitadamente Luna interrumpiéndole algo sobrepasada—. Mira sé que... sé que es difícil de entender todo lo que te digo pero de verdad, ella no quería hacerte daño, ella...

¿Cómo explicárselo sin traicionar a Raven de algún modo?

—Ella está atravesando un mal momento personal ahora mismo y... y de verdad siente muchísimo lo que te hizo. Lo hizo sin pensar, no lo midió y sé que no tengo ningún derecho a excusar su comportamiento, ni a pedirte esto pero por favor, ahora mismo lo último que necesita es añadir otro problema a su vida.

Al otro lado de la linea Finn pareció reflexionarlo no muy convencido, no había sido ninguna tontería, le había hecho daño de verdad. Le había golpeado con fuerza y le había roto la nariz contra el volante del coche. No era una nimiería que perdonar sin más.

—Me hizo daño de verdad, Luna. Me agredió.

Luna que tragó al otro lado hizo un suave gesto.

—Sé que lo hizo pero de verdad, Finn, ella... ella no está bien... —reconoció Luna muy sentidamente, tanto que se hizo el silencio al otro lado de la línea.

—Retiraré los cargos por la mañana pero quiero una explicación, quiero hablar con ella y que me explique porque lo hizo.

Luna que se llevó la mano al pecho, cerro sus ojos con alivio llevando la mano a su rostro después sin dejar de escucharle.

—Gracias, muchísimas gracias Finn en serio, no sabes cuanto significa esto. Ella... ella te lo explicará todo en cuanto pueda —prometió Luna con un agradecido gesto—. Y por supuesto, yo te estaré eternamente agradecida, pásate por el Arkadia cuando te encuentres mejor y charlaremos.

—Solo quiero que todo esto pase y volver a estar bien, que ella lo este —dijo Finn tras unos segundos repasando mentalmente todo cuanto hizo en el coche que pudiese incomodarla de aquella manera—. Raven, me gusta muchísimo y... y no quisiera estar a malas con ella pero lo de volver a salir juntos... —titubeó él por si Luna quería animarle a ello—. Es algo que por el momento no considero...

Luna que tragó lentamente al escuchar aquello sintiendo una punzada atenazar su corazón, humedeció sus labios asintiendo.

—Es comprensible... —murmuró Luna algo queda—. Muchísimas gracias Finn y... y disculpa por molestarte a estas horas.

—Me ha gustado que lo hablemos, necesitaba entender algo de todo esto —repuso Finn tras un segundo asintiendo—. Nos vemos...

—Nos vemos... —se despidió Luna al otro lado de la línea colgando instantes despues y quedando sentada en la cama, contemplando el teléfono en silencio.

Había ido bien la llamada, todo lo bien que podría haber ido. Finn no parecía mal tipo y que accediese a retirar la denuncia aún sin merecerlo, hablaba bien a su favor.

Había cosas que escapaban a su control y se alegraba de haber podido arreglar al menos una de ellas.

Luna dejó el teléfono sobre la mesilla y después se llevó las manos a la cara intentando serenarse un poco y tomarse un momento para ella.

Al levantarse, se dirigió a la puerta y la abrió sin hacer ruido encaminándose por el pasillo hacia el salón.

Raven aún seguía durmiendo, acurrucada en el sofá y con las mejillas aún húmedas por las lágrimas que había vertido llevada por tanto dolor.

Aquella imagen de ella le rompió el corazón...

Raven no se merecía aquello, no se merecía nada de todo ello y aún así, ocurría sin que pudiese hacer nada para remediarlo.

Luna se acercó al otro sillón, aquel que utilizaba para la lectura donde había varios cojines y una pequeña manta, y acercándose a donde estaba Raven con sumo cuidado la cubrió con su suavidad quedándosela viendo al separarse por unos largos momentos.

Debía hacer algo por ella, debía hacerlo antes de que aquello fuese demasiado grave para ella y la presión le pudiese.

Se había prometido a si misma ocuparse de ella, y justo eso haría hasta que la mismísima Raven así lo quisiese.

Continuara...

La Llamada (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora