23. Mal, Muy Mal

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Cuando Lincoln llegó a casa y dejó las llaves sobre el aparador, una extraña sensación invadió su cuerpo.

Había demasiado silencio, demasiada calma y no supo porque aquello le desconcertó.

—¿Lexa? —llamó entrando en el salón justo antes de oír un pequeño sonido a lo lejos—. ¿Bell?

Otro imperceptible chasquido y la expresión de Lincoln cambió al tiempo que atravesaba el salón llegando a la puerta de la cocina.

—¡Bellamy! —pronunció al tiempo que se agachaba rápidamente a dar con él que permanecía semirecostado en el suelo junto con una botella casi vacía junto a su regazo y otra a medio beber aún en su mano.

La expresión en el rostro de Bellamy permanecía tan triste, tan abatida que apenas era capaz de articular.

—¡Eh, eh Bell! —le sacudió un poco Lincoln tratando de lograr sentarle—. ¡Eh!

Bellamy que sintió todo moverse a su alrededor parpadeó aturdidamente viendo caer la botella de su mano rodando mientras su contenido se derramaba por todo el suelo.

—Lin.. Lincoln...

Lincoln le sostuvo por los brazos colocando las manos en sus hombros tratando de estabilizarle apoyando su espalda del horno.

—Tío, ¿qué ha pasado? —se apresuró a preguntar Lincoln—. ¿Qué ha pasado aquí?

Bellamy que trató de articular palabra para explicárselo apenas sintió las lagrimas atorarse en su garganta y sus ojos empañarse hasta sentir como todo volvía a darle vueltas a su alrededor.

—Lo... lo he intentado...

—¿Qué? —preguntó Lincoln sin entender mientras intentaba que no cayese hacia un lado.

—Lo he intentado —repitió Bellamy con voz llorosa comenzando a sacudir la cabeza—. No podemos seguir así, no podemos... tú... tú lo dijiste... no podemos seguir... no así...

Lincoln que hiló las palabras todo lo rápido que su mente pudo, se dio cuenta de lo que ocurría.

—¿Has vuelto a discutir con Echo? —preguntó él comenzando a negar con la cabeza al tiempo que le agarraba de la camiseta para mantenerle derecho—. Joder Bellamy, ¿hasta cuando vais a seguir con toda esta mierda, eh? ¿hasta cuando?

—Te juro que yo no quería, yo... yo quería hacer lo correcto por una vez, yo... —gesticulo Bellamy llevándose la mano al rostro sintiendo las mejillas calientes y las lágrimas lagrimear sus ojos—. Echo no quiere escucharme, no... no quiere... no quiere dejarme, yo... yo quise hacerla entender... no pude, yo... ahora sabe lo de Raven y... y no.. no sé qué hará.. no se..

Lincoln que le vio tremendamente mal le ayudó a levantar del suelo apoyándole de la encimera para llevarle a otro lugar, nunca antes le había visto de aquella manera.

No por una chica al menos, pero sospechaba que había algo más.

Un dolor mucho más profundo del infundado por la milesima ruptura con Echo.

—Vamos, debemos darte una buena ducha —dijo Lincoln rodeándole con el brazo para cargar con el peso de su cuerpo y conducirle hasta el baño—. Si Lexa te ve así, puede que Echo no llegue ni a Halloween.

No, de ningún modo la morena debía verle de aquella desastrosa manera o pondría el grito en el cielo y alguien saldría escaldado, probablemente Echo y después Bell, y tal como andaba de caldeado el ambiente era mejor no tentar la suerte.

—Le hice mucho daño... yo... yo le hice mucho daño, no sabía cuanto daño hice hasta que lo hice... y...—continuó murmurando Bellamy atropellada y lastimosamente apoyándose de la pared con la mano al pasar caminando con ayuda de Lincoln—. No fue un error, mentí Lincoln, no fue ningún error... yo... hice lo que hice con Raven porque...

—Bell, no digas nada de lo que te puedas arrepentir después, te lo aconsejo —le interrumpió Lincoln llegando a la puerta del baño encendiendo la luz a duras penas con la mano sin dejarle caer.

—Aún la quiero... —farfulló Bellamy con la voz tomada cerrando sus ojos ante la luz sintiendo a Lincoln llevarle a trompicones hacia la bañera—. Yo... yo aún la quiero y... y es cierto, fui un capullo con ella... fui lo peor... fui... la engañe... y luego... luego hubieron más y... y conocí a Echo y también la engañe... soy... soy un capullo egoísta que... que no piensa más allá de si mismo y al que habría que...

—Vale, vale tranquilo —repuso Lincoln tragando un poco al escuchar cuanto dolor había en aquellas palabras sentándole en la bañera no pudiendo soportar mucho más su torpe peso—. No hay nada que no se pueda arreglar, aún estás a tiempo de aclarar las ideas —sentenció él abriendo la llave del agua fría de golpe que cayó con fuerza sobre Bellamy que pegó un brinco comenzando a alzar las manos tratando de frenar el agua completamente empapado.

—¡Mierda!

Lincoln que alzó una ceja viéndole luchar contra la fría agua ladeo la cabeza.

—Trata de no ahogarte, iré a preparar la cafetera y tú y yo vamos a poner tu vida en orden antes de que termines mal de verdad.

Bellamy no podía seguir tal como estaba no si quería labrarse un buen futuro y Lincoln, le ayudaría como buen amigo que era.

Continuara...

La Llamada (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora