Capítulo 15

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Los siguientes segundos se sintieron eternos debido al silencio en el que nos vimos envueltos, yo por el arrepentimiento y él por la sorpresa que acababa de darle. Los ojos parecían a punto de salirse de sus órbitas y su boca formaba una pequeña "o", con la que luego trató de articular palabra tras palabras en busca de un mensaje coherente. Aquella reacción, más que hacerme sentir aliviada por quitarme una carga, me hizo angustiar más de lo que ya estaba. Llegué a imaginarlo corriendo lejos de mí en busca de los guardias que poco antes estuvieron en el colegio para que me lleven a mí también o contándoselo a Greg, quien reaccionaría con ira por estar manteniendo a uno de los seres que tanto repudiaba.

—No me lo esperaba —logró expresar Jaime por fin su sorpresa—. Es decir... nos dijeron que eras humanas, luces como humana —continuó con sus dudas señalándome como si quisiera poner de manifiesto que mi apariencia realmente me camuflaba entre los dueños del mundo real.

—Baja un poco el volumen —le pedí antes de continuar—: me hechizaron para que así sea.

—¿Quién?

—Una hechicera que no conocí hasta que...

No pude continuar, la herida aún seguía ahí, doliendo cada vez que alguien me hacía hurgar en ella. El miedo de que alguien nos estuviera escuchando o mirando seguía presente, haciéndome desconfiar del siguiente paso a dar. Ya había tomado la iniciativa, tenía que continuar y dar las explicaciones que él pidiera, aunque resultaba doloroso. Hasta que se me ocurrió el modo de hacerlo más fácil para mí, pero un poco más duro para él.

—Jaime... mírame a los ojos.

—Te he estado diciendo la verdad, te lo prometí sinceramente —comenzó él a explicarse antes de que le contara mis planes.

—No te voy a pedir que me jures nuevamente, te voy a compartir mis recuerdos. Mírame.

Aun indeciso, Jaime obedeció mis órdenes y fijó sus ojos en los míos. Se veía asustado, pero gracias a la cercanía me llegaron un par de pensamientos que gritó en su mente: no se debía a mí, sino que a los guardias que cercaban la zona y la incertidumbre de lo que iba a ver en mi memoria. Se removió un poco como si un escalofrío le recorriera la espalda, pero se mantuvo concentrado. Él ya veía mis recuerdos, mientras yo me mantenía alerta de qué clase de memorias le mostraba, asegurándome de no delatar a otros seres con los que se pueda encontrar. Así él me vio a mí de pequeña viendo cómo los humanos acababan con nosotros, la muerte de mis padres, las pérdidas de amigos que había sufrido, las noches de miedo y angustia y la forma en que me había tenido que esconder desde entonces.

Cuando le permití regresar a la realidad sus ojos estaban inundados en lágrimas y tuvo que tomarse varios segundos para reponerse antes de hablar. Me dolió verlo así, aunque el alivio para mí era notorio, por fin tenía a alguien con quien desahogarme. No me di cuenta de que lloraba yo también hasta que él me abrazó para consolarme, buscando las palabras correctas que pudieran aliviar mi pena y dolor.

—La verdad que no sé qué decir —admitió luego de unos segundos—. Todo parecía tan irreal... son el tipo de cosas que no muestran en la tele... y pensar que mi papá apoya todo eso.

—No es tu culpa ni la de él.

—De él sí, podría informarse mejor y recapacitar... te debiste sentir tan sola.

Sus pensamientos eran un torbellino, en su cabeza caían como lluvia todas las ideas que se le ocurrían y no era capaz de tomar una y quedársela antes de recibir otra. Comencé a arrepentirme de lo que había hecho, tal vez Jaime no era el tipo de persona que pudiera lidiar con esa clase de información. Lamenté haberlo hecho y no poder remediarlo.

—Perdón por hacerte ver todo esto —le dije sinceramente.

—No, no digas eso. Gracias a ti por confiar en mí.

—¿No te importa que yo sea... esto?

Pese a todo el apoyo que me estaba demostrando, el miedo no me abandonaba, menos cuando él se alejó y me miró tan seriamente. Luego comprendí que él jamás sería como Greg.

—¿Cómo podría importarme? Eres mi hermana y te acepto así como eres y papá y Ruth tendrán que hacerlo también. Ahora podrán aprender a valorarlos a ustedes también y odiar la injusticia por la que han pasado.

Sentí que tenía un peso menos, como si estuviese libre, ya no tenía aquella presión que sentía en mi interior que buscaba salir de alguna forma. Le había confesado a alguien lo que me acomplejaba y me aceptaba además de deshacerme de una gran cantidad de magia. Solo quedaba esperar que el radar siguiera en reparaciones y, de ese modo, que no hayan podido rastrearme.

Vi salir a un inspector del edificio que se dirigía directamente a nosotros, por lo que dejamos de hablar de mí y esperamos a que él se nos acercara. Nos regañó por estar fuera de nuestros salones y juró que si aquel hubiese sido un día normal, nos habría llegado un buen castigo. Pero lo cierto era que con la visita de la Liga nada estaba marchando como correspondía en el colegio.

A la hora de almuerzo comí una manzana por obligación. Ver a Jaime compartir con sus amigos me recordó a los que yo había perdido y a los chicos que la Liga se había llevado. Debería haber estado feliz, celebrando que se me había concedido una segunda oportunidad, pero lo cierto era que no podía quitar de mi mente esos rostros de desesperación, el miedo de sus ojos e imaginar que Alain debió haber estado igual. Él no estaba en el colegio, a alguien habían encontrado para dirigirse a nuestro recinto y nadie me quitaba de la cabeza que era él.

—¿Qué pasa, Laura? —Preguntó Richard, por primera vez adoptando un tono preocupado para dirigirse a mí—. La liga ya se fue y aunque estuvieran aquí, no le hacen nada a los humanos.

—Shh, Richi —lo reprimió Lorena—. Se llevaron a dos niños de su salón.

Tenía envidia de que ellos se tuvieran entre ellos, que no supiera lo cruda que podía ser la vida, mientras yo me quedaba con un sabor amargo de no poder disfrutar como me habría gustado, de no poder ser la adolescente que era. Tomás me miraba en silencio con notable preocupación, pero había algo más en su mirar, como si quisiera decirme "te entiendo". Recordé que él sabía quién era Alain y me pregunté si no sospecharía su naturaleza. A mi mente llegaron los recuerdos de nuestra salida, no el final desagradable, sino que los momentos bonitos que me dejó compartiendo conmigo, aquellos sentimientos sinceros que sentí cuando me apoyé en él y escuché su mente sin querer. Comprendí que a Tomás lo quería de un modo diferente y en ese momento realmente lamenté ser un ser mágico.

***

Cuando regresamos a casa subí directamente a mi habitación, donde me encerré, lancé mi mochila a un rincón y me dejé caer en la cama para desahogar todas las emociones del día, haciendo recapitulaciones para luego volver a sumirme en la nostalgia y melancolía de un pasado que fue mejor.

Al ver entrar a Karen a mi dormitorio, lo primero que pensé fue que Jaime había roto su promesa y le contó los secretos que yo le confié solo unas horas antes con la promesa de que los guardara para sí. Supe que mis sospechas eran erróneas cuando comenzó a hablarme de la amistad verdadera y que la muerte no es impedimento para ella.

—Ahora duele y nunca los olvidarás, pero aprenderás a vivir sin tu amigo y vas a ver cómo poco a poco tu dolor se calma.

—¿Cómo sabes de todo esto? —Pregunté confundida.

—Enviaron un comunicado en la mañana después de la hora de las clases avisando que iba la liga porque encontraron a un joven mágico que estudiaba ahí. Supuse que tú lo conocías cuando te vi llegar y ahora me lo confirmas —continuó mientras limpiaba las lágrimas que aún caían.

—Se lo llevaron —dije simplemente ya perdiendo las esperanzas de alguna vez volver a ver a Alain con vida. Me dejé abrazar y consolar por esa mujer que con tanto cariño me había recibido en su casa, teniendo la imagen de todos quienes habían partido en mi mente.

Por primera vez en años sentí como si mi madre aún viviera y la estuviera abrazando a ella y fue esa sensación la que llenó mi corazón del consuelo que necesitaba. Karen sin darse cuenta se estaba volviendo en un gran pilar para mí.

La última hechiceraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora