—Un brindis más, por Alcanto y su recuperación —pidió un hombre poniéndose de pie y alzando su copa, siendo imitado por todos los presentes.
—¡Salud!
Aún me costaba entender lo que estaba viviendo. Había pasado ya dos semanas desde que me colé en la reunión, desde que regresé a la mansión animándome con el hecho de que tarde o temprano debería llegar el último hechicero de verdad. Los días pasaban y todo seguía igual, recibía los mismos tratos, mis heridas sanaban, mis fuerzas se reponían y a la vivienda no llegaba nadie nuevo lo suficientemente importante como para ser anunciado a todos.
Poco a poco mis nervios iban aumentando, más cuando esa mañana me avisaron que se realizaría una pequeña fiesta para celebrar mi completa recuperación.
—Van a estar todos los que viven aquí —comentó Dan.
—¿Por qué le ponen tanto a algo tan nimio?
—Es importante, eres la...
—No lo digas, no lo soy —lo interrumpí. Aquel día tuve que explicar a Geox el motivo de mi intento de escape, por lo que era comprensible que mis razones estuvieran ya en boca de todos.
—Algún día tendrás que aceptarlo.
Regresé a la realidad cuando un fauno me ofreció en bandeja distintos dulces para degustar. Sonaba una melodía de fondo, cuyo ritmo aprovecharon varias parejas para bailar al aire libre. Parecía una auténtica pista de baile, sin más luz que la de las estrellas y pequeñas antorchas en lugares estratégicos para aprovechar mejor su luminosidad.
Tanto rostro desconocido comenzaba a marearme, no había visto a tantos seres mágicos desde que me mudé al mundo real. Lucían felices pese al contexto que nos mantenía unidos, como si sus preocupaciones desaparecieran por esa noche. Los envidié porque para mí no era igual, mi cuerpo estaba ahí, pero mi mente vagaba entre el presente y el pasado, entre el miedo que me daba el aceptar el título que me estaban dando y rechazarlo para pensar solo en mí y nadie más.
Miré a las parejas bailando y logré distinguir entre ellos a Dan junto a Yami y aquella espalda que vi durante la reunión. La había olvidado completamente hasta ese momento. Deseé que se diera vuelta para comprobar si la conocía o no, o al menos tener el valor para caminar y verlo desde lejos.
—La curiosidad ya te jugó una mala pasada —me dije a mí misma recordando mi paseo por la reunión, por lo que mordiendo mi labio y apretando los puños volví a sentarme a mirar al resto.
La fiesta era a mi nombre, sin embargo fui la que menos la disfrutó.
***
—Alcanto... despierta niña.
Una mano sacudía levemente mi hombro hasta que lentamente abrí mis ojos encontrándome con un par de ojos grises fijos en mí. Necesité un par de segundos para acostumbrarme a la luz y poder ver con claridad a Geox, quien me dio un par de segundos para quitarme la somnolencia.
—¿Qué pasa? —Pregunté con confusión, no había entrado a mi habitación desde aquella primera vez que vino a ver cómo estaba y me dejó con más dudas que certezas. Además, siempre esperaban a que yo me despertara, nadie iba a levantarme.
—Tenemos que salir.
—¿A dónde?
—A un lugar muy importante para nosotros. Anda, vístete que voy a estar abajo esperándote.
No alcancé a hacer mayores pregunte porque salió rápidamente de mi dormitorio. Con pequeñas quejas a bajo volumen obedecí y bajé a reunirme con él luego de diez minutos. Cuando intenté interrogarlo al respecto volvió a interrumpirme, tomándome de la muñeca para arrastrarme fuera de la casa. El cielo aún estaba oscuro, por lo que deduje que no habían pasado tantas horas desde que me acostara luego de la fiesta. Se había extendido hasta las tres de la mañana, razón por la que caí rendida a mi cama, dispuesta a dormir hasta la tarde del día siguiente.
ESTÁS LEYENDO
La última hechicera
FantasyOculta de los humanos, fingiendo ser una chica normal, así es como tiene que vivir Laura, una joven hechicera de 16 años que ha sufrido más de lo que debería. La vida le ha enseñado que no puede confiar en los mortales, pero luego de ignorarlos por...