II: Gerbera.

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El alfa se levantó bruscamente al disminuir el aroma de cacao en sus fosas nasales. Louis no estaba a su lado. Se levantó rápidamente de la cama, caminó por los pasillos para bajar las escaleras y llegar a la planta baja.

—¡Marissa! —gritó a la sirvienta. La muchacha llegó al instante, se paró a unos metros de él con la cabeza gacha—¿Dónde está?

—E-en la cocina señor. —Harry pasó por su lado empujando la con su hombro.

—¿Por qué no estás en la cama? —habló el alfa. La firmeza con la que hablaba hacía tener escalofríos a cualquiera.

—Y-yo quería prepararte el desayuno. —su cuerpo comenzó a temblar, su mirada clavada en el piso, jugando con sus pies descalzos.

—Hay servidumbre por la cual pago para que lo haga. —la amabilidad no era algo que acostumbraba usar en sus palabras.

—N-no quería molestar, yo... No quiero causar molestias, m-me iré. —con la cabeza gacha caminaba descalzo. Sintió presión en su muñeca, era Harry.

—Quédate a comer algo, estás muy delgado, pareces muñeco de trapo —habló— ¡Vístanlo! —demandó. Entraron dos sirvientas las cuales se llevaron al pequeño omega.

El alfa después de vestir su traje, tomó su acostumbrada taza de café. Se encontraba en el comedor con su laptop sobre la mesa leyendo algunos correos que su asistente había dejado en su buzón.

—Es de mala educación tener la laptop sobre la mesa cuando estas comiendo. —la voz aguda se hizo presente tras de él.

Vestía unos pantalones de manta y una camisa de manga larga color blanco, en los pies solo llevaba unos calcetines del mismo color.

El castaño tomó asiento a lado del rizado otorgándole una cálida sonrisa la cual solo fue correspondida por una mirada sería de los ojos esmeraldas, cerró su laptop haciéndola a un lado.

—Gracias, por la ropa y el alojamiento, en serio. —posó su pequeña mano sobre la mano del alfa.

—Si, yo me tengo que ir, puedes pedir lo que quieras. —se levantó de golpe. Una de las tantas sirvientas le trajo su maletín para marcharse rápidamente.

Harry estaba apunto de salir cuando el pequeño omega hablo—: Harry, ¿puedo ir al lago?— pidió amablemente.

—No.

—Por favor. —rogó.

—Si sales de esta casa, no pienses en regresar. —sin mirarlo, giró el picaporte de la puerta para salir.

Los ojos azules se aguaron. Harry realmente era muy grosero, pero quería un techo donde quedarse. Había sido muy amable al darle ropa y comida, no podía ser mal agradecido después de tan grato acto.

No tenía a dónde ir. Nada de familia, amigos o algún conocido para pedirle ayuda. No contaba con efectivo, nada de dinero realmente.

No había a dónde ir, y de cierta manera, se sentía a salvo en el castillo de la bestia.

—Nadie sale. —ordenó el alfa a los guardias que cuidaban la entrada.

Louis después de comer, o mejor dicho, devorar un omelette acompañado de un jugo de naranja y dos piezas de pan francés, agradeció a las mucamas. Paseó por el interior de la casa, era realmente muy grande.

Había una sala de música donde se encontraba un lindo piano color caoba, había unas guitarras firmadas por el famoso Elvis Presley en las paredes, un violín al igual que un arpa reluciente color dorado.

Búsqueda Mortal |L. S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora