VI: Apolo y Afrodita.

12.6K 1.1K 903
                                    


Unos días habían pasado, el invierno estaba por comenzar. Harry había comprado todo un guardarropa nuevo para Louis, necesitaría mas que ropa de manta para el frío invierno de Inglaterra.

—Hey, Louis-

—Shh. —indicó silencio sin apartar la mirada de su libro.

—No me calles, pequeño omega. —frunció el ceño.

—No me interrumpas cuando este leyendo, enorme alfa. —respondió.

—¿Todo el día lees?

—¿Todo el día trabajas?

—Son las cinco de la tarde, trato de llegar temprano para estar contigo y así me recibes.

—Ayer dijiste que era molesto. —reprochó.

—Estaba haciendo una importante llamada y tú estabas llorando con la película de la bella durmiente. —dijo cruzado de brazos.

—Hey, fue triste. Ven, siéntate. —dijo mostrando una pequeña sonrisa.

—Debería de regresar al trabajo. —levantó sus cejas viendo se bastante infantil.

—Vamos, Harry. Por favor. —mostró su dentadura con una enorme sonrisa.

El alfa se sentó junto a Louis en el sofá. El pequeño estaba descalzo como de costumbre, llevaba su ropa de manta, pantalones blancos y camisa azul marino.

—¿Has comido? Sigues bastante delgado. Debes ser un omega sano, no quiero que enfermes por el próximo invierno.

—Estaba esperando que llegaras. Te preparé algo, no es algo cinco estrellas ni nada de eso como lo que comes a diario. Es algo simple.

—No tienes que hacer eso, hay personas aquí a las cuales les pago para que lo hagan.

A veces su arrogancia y soberbia le picaba en la piel.

—Yo solo quería darte una sorpresa. —agachó su cabeza, sintiéndolo como un regaño.

—Solo no quiero que te presiones haciendo eso, no tienes por qué.

—Yo antes cocinaba para mis hermanas ¿sabes? No es ningún sacrificio.

Solo se había nombrado a la familia tres o cuatro veces desde que vivían juntos. Era un tema que no dejaba nada bueno, no era algo de lo que quisieran hablar.

La familia estaba quedando en el pasado para Louis, aunque en ocasiones se preguntaba cómo estarían.

—¿Hermanas?

—Y para mamá. Cuatro hermanas menores y mamá. —hubo unos segundos de silencio. Harry tenía tantas preguntas formuladas en su cabeza, pero sabía que no era el momento de preguntar.

—Yo nunca cocine para mi familia, en realidad no sé hacerlo. Mis padres pensaban que no era algo digno para personas como nosotros. Nunca me permitieron intentarlo.

—Bah, que tonterías.

El alfa se encogió de hombros. La incomodidad se estaba apoderando del lugar.

—Iré a calentar la comida. En un momento te llamo. —se levantó del sofá para ir a la cocina.

—Una sirvienta puede hacer eso.

—Pero quiero hacerlo yo —se dio media vuelta mirándolo—. No tardó. —dijo para retirarse.

Harry subió a su oficina por el momento. Colgó su saco en el perchero, se quitó el nudo de la corbata, se sentó frente a su computadora inspeccionado varios correos y facturas.

Búsqueda Mortal |L. S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora