El pianista┇SooKai/KaiSoo

Nebulosa oscura

—¿Entonces entrarás en el concurso? —fue la tersa voz de JongIn la que rompió el acogedor silencio en ese instante.

Habían pasado dos semanas desde aquel rencuentro en el hospital y ambos habían comenzado a asistir a la escuela con normalidad nuevamente, visitando el auditorio después de las clases para conversar tal y como antes lo hacían y tener un buen momento a solas, en donde las caricias se perdían sobre el cuerpo del otro con naturalidad, las palabras se susurraban con cariño y los besos se lucían furtivos sobre los labios contrarios.

El piano había vuelto a su lugar, KyungSoo se mantenía sentado y recargado sobre parte de la escenografía justo a espaldas del pesado instrumento, en donde nadie fuese capaz de observar en primera instancia. JongIn apoyaba su cabeza confiadamente sobre el regazo del mayor mientras este le acariciaba los cabellos de manera dulce, enredando sus dedos entre las finas hebras y notando cómo el muchacho era capaz de volver a relajarse.

—Quiero que entres conmigo —había confesado el de labios acorazonados ese mismo día, mientras la lluvia fuera del lugar acariciaba los sentidos de ambos amablemente, acunándolos. 

El moreno se reincorporó de golpe entonces hasta quedar sentado y le miró totalmente incrédulo, estupefacto. Ambos llevaban bastante tiempo sacando a conversación el tema del nuevo concurso de música que daría lugar en el establecimiento durante las vacaciones de invierno, en el cual, KyungSoo dudaba de si debería participar o no, sintiendo que algo le faltaba. Varias veces se había intentado convencer de hacerlo en honor a su madre que ahora yacía enfermiza; ambos sintiéndose estúpidamente felices entonces, porque, de ser así, no tendrían una razón para apartarse el uno del otro durante los prolongados días en los que las clases no estarían presentes. Los preparativos se harían de manera voluntaria por cualquier persona que no fuese participante y, por supuesto, las grandes puertas de la escuela también estarían abiertas y el espacio dispuesto, para cada tipo de práctica en base a la explosión de cultura que sucedería a mediados de Febrero.

Era un largo trabajo que ambos estaban dispuestos a realizar juntos, pero JongIn nunca imaginó qué tan juntos KyungSoo querría que estuviesen en ello. No pensó que su artista esperase lucir su arte de esa manera, tan atrevida, tan confiada y tan grata.

—¿Cómo podría hacer eso...? —cuestionó el moreno, perdido. Buscaba una explicación en los profundos y expresivos ojos del mayor, sintiéndose inseguro de sí mismo.

Pero para aquel de piel lechosa, era una cuestión muy fácil el leer al más joven. Rodeó su cintura, pegó sus labios cálidamente a los ajenos, besando todos sus miedos, juntando sus frentes al finalmente apartarse sin abrir los ojos.

—Baila para mí, como aquel día.

JongIn sintió el corazón latir con fuerza al escucharle, apretando los ojos también fuertemente, con sus mejillas y la punta de las orejas tornándose acaloradas al recordar aquella vez en la que su chico le tomó desprevenido. KyungSoo había llegado más tarde de la hora habitual a causa de haber pasado el día con su madre en el hospital, pero el moreno se sentía tan alegre de volver a estar juntos sin mayor complicación, que sin siquiera pensarlo dos veces, él había recreado en su mente una de las tantas melodías que el mayor había tocado en su presencia. Entonces los movimientos surgieron con tal naturalidad, su cuerpo meciéndose con destreza. 

Tuvo que confesar acerca de los varios años de ballet que había acumulado en forma de aprendizaje cuando era apenas un niño.