Bokuto Koutaro se estaba muriendo.
O eso era lo que pensaba él, por lo menos.
La gente alrededor seguía caminando; los semáforos continuaban cambiando de color; el ruido del tráfico y las charlas seguían superponiéndose; el tiempo y el mundo entero continuaban moviéndose. Todo seguía su curso habitual. Todo, menos los latidos del corazón de Bokuto Koutaro.
—Oye, ¿estás bien?
A Bokuto le tomó unos segundos reaccionar ante su interlocutor. Se había llevado una mano al pecho mientras respiraba agitado y su vista se había desenfocado durante unos instantes.
—Oikawa... —Murmuró Koutaro, sus dedos se cerraron en un puño sobre su propio pecho, estrujándose la ropa.
—¿Qué sucede? —Quiso saber su amigo.
—Estoy..., raro.
—Siempre eres raro, Boku-chan —replicó el otro, dándole una probada despreocupada a su propio postre—. Sé más específico, por favor.
Bokuto hizo a un lado el plato con sus tres hamburguesas extra grandes aún sin probar, apoyó los codos en la mesa y se sostuvo la cabeza con ambas manos.
—En serio, Oikawa, creo... —Tomó aire—. Creo que me va dar algo.
—¿Algo como qué?
Hubo una pausa momentánea y Bokuto alzó la vista, muy serio.
—Me dará un ABC.
La cucharada de postre que Oikawa se estaba por llevar a la boca quedó suspendida a medio camino, mientras el chico se quedaba contemplando a su amigo fijamente.
—Se llama ACV, Bokuto —rodó los ojos.
—Como sea —su expresión se iba volviendo más dramática—. Me dará uno.
—Imposible.
—No lo sabes.
—Pues lo sé.
—¿Cómo?
—Para que te dé un ACV necesitas un cerebro, Boku-chan —le sonrió—. Algo de lo que, francamente, careces.
Mientras Oikawa continuaba comiendo como si nada, Bokuto se quedó mirándolo con gesto enfurruñado; pero al mismo tiempo iba sintiendo que las palpitaciones en su pecho remitían, así como el breve aturdimiento que le había embotado la cabeza. De pronto todo su organismo volvió a retomar el ritmo del entorno, junto con los semáforos cambiantes, los ruidos, las conversaciones, la gente y el tráfico en movimiento. Su corazón y su mente volvieron a girar con el mundo, aunque el eje se le había desajustado durante unos extraños momentos.
Era una ajetreada tarde de otoño, y ambos amigos estaban ubicados en una de las mesas exteriores de un pequeño café que habían encontrado por casualidad; tenía el estilo del Rock&Roll norteamericano de los años cincuenta, pero lo mejor del lugar era el menú. Según Bokuto servían las mejores hamburguesas de todo Tokio, y a Oikawa le encantaba el postre del menú infantil, un sundae galáctico que incluía jarabes de muchos colores, confites con formas de estrellas y planetas, y en la punta llevaba de adorno un muñequito coleccionable con forma de alenígena. Oikawa ya tenía guardados veinticinco de los cincuenta diseños que habían en total.
—Sabía que no debí presentarte a Kuroo —rezongó Bokuto mientras volvía a acercarse el plato de hamburguesas para atacarlas.
—¿Por qué no? —Inquirió Tooru, concentrado en degustar las capas de jarabes de su postre en el orden correcto.
![](https://img.wattpad.com/cover/107921025-288-k645225.jpg)