20 de diciembre de 2016
Querido Matías
Es increíble que haya esperado casi un mes para cruzar palabras por solo dos días contigo, mientras pretendía que no me importaba el hecho de que cabía la posibilidad de que lo hicieras a propósito ¿Lo hacías? ¿O era solo yo haciendo un drama de todo aquello?
Nuestra relación se basaba en autoengaño, ambos sabíamos que las posibilidades eran mínimas. Pero, aún así seguíamos cada día diciendo lo que haríamos en cuanto nos viéramos ¿No es eso divertido? Un par de niños de 15 y 16 años jugando con el amor por la vida, como si todo fuese así de fácil.
Si hay algo que puedo afirmar con certeza es el hecho de que me confundes, ahora y siempre lo has hecho. Aunque, era una de las muchas cosas que me encantaban de tí, suena tonto decir que me gustaba el misterio que te envolvía, mientras que a cualquier otra persona le hubiese generado desconfianza.
Finalmente, luego de meses en nuestro noviazgo adaptaste esta nueva costumbre, en la cual te encargabas de abatirme con tus palabras cariñosas y repentinamente tratarme como si fuera cualquier persona. Lo odiaba, tengo que admitirlo, aunque a pesar de eso muy pocas veces llegué a reclamarte por ello ¿Qué puedo decir? odiaba discutir contigo.
Si bien no necesité tenerte frente a mi, el desinterés nunca pasa desapercibido, mucho menos el que tenias hacía nosotros y como respondías casi por obligación, cierta parte de mi deseaba excusarte pese a todo lo que ocurría. Quise pensar que tal vez tenías problemas en el liceo, puse una excusa tras otra, hasta formar un muro sólido en el cual me ocultaba de la cual podía ser la verdadera razón con toda certeza; el hecho de que posiblemente ya no me querías.
Entonces, en ciertos momentos tu corazón parecía tener piedad de la pobre tonta que estaba siempre pendiente de tí y un "te amo" se deslizaba por el chat. No se sentía igual, pero era suficiente para mantener mi muro protector intacto y dirás que fui una exagerada pero, sabes que al final tenía razón.
Te conocía, Matías y sabía que solo lo hacías para no recibir preguntas por mi parte. Aunque lo cierto es que nunca terminas de conocer completamente a nadie.
La peor parte de todo esto es que yo lo permití, a ciegas y con una sonrisa asentía hacia lo que sabía, sería mi perdición. Pero, tal vez estaba perdida desde que mis labios empezaron a curvarse en una tonta sonrisa por cada uno de tus mensajes y aún peor, cuando tus pequeños piropos cubiertos por bromas empezaron a hacerme sonrojar.
Después de todo ¿Cómo más podría perderme si no era en el timbre de tu risa?, ¿Cómo más podría encontrar mi paz si no existía entre el siseo de tu acento?, ¿Qué me dices de tu sonrisa? la forma en la que tus labios se estiraban dejando que la luz diera a conocer al mundo esas perlas perfectas que me hacían suspirar. Entonces allí me doy cuenta cómo a pesar del tiempo yo aún sigo recordando a la perfección cada centímetro de tu rostro y la manera en la que mi corazón duele al pensar en lo que perdimos.
Pensándolo bien ¿Realmente perdimos algo? Aparte de las conversaciones tontas, nunca tuvimos "momentos" juntos, puede que todo fuese una ilusión creada en mi mente y mi necesidad sin sentido de idealizarte.
Sé que si volvieras a pedirme perdón y movieras las cartas correctas, te recibiría con los brazos abiertos preguntándote "¿Por qué tardaste tanto?" Saber que tú aún tenías tus reservas hacía mí por un daño que yo no había causado dolía, ella te lastimó en formas en las que nadie debió haberlo hecho y tal vez debías entender que yo no era ella.
Cada tanto mi mente traidora me mantenía despierta divagando entre las dudas acerca de nosotros, la principal que a día de hoy ya puedo entender, pero en su momento me causó muchos malos ratos era la verdadera razón por la que te fuiste. Créeme que por mucho tiempo pensé que tal vez había hecho algo mal, me juzgué de manera impremeditada una infinidad de veces, llegué incluso a pensar que tenías a alguien más, alguien que te podía dar todo lo que yo nunca pude. No sabes cuánto me alegra que todas mis paranoias hubiesen estado tan alejadas de la realidad.
Aún ahora me es difícil lidiar con tus recuerdos, Matías. Espero que lo sepas y lo tengas en cuenta, aunque ¿Cómo podrías? estas cartas claramente nunca llegarán a su destino, ya que primeramente no tengo el valor para hacerlo y segundo ¿Qué podrías pensar tú? Aparte de lo obvio, el hecho de que no te he podido superar del todo a pesar de todo este tiempo, lo cual es bastante patético, pero demuestra que mis sentimientos eran reales. La pregunta es ¿Los tuyos lo eran?
En estos momentos me pregunto si Tracy sabrá todo el daño que causó en ti, ¿Acaso pensaste que sería como ella? ¿Qué mi amor por ti no podría sobrellevar el hecho de que no te tendría físicamente por un tiempo indefinido? Pues no, jamás seré como ella. Nunca mencioné ciertas cosas que tuve la oportunidad de hacer, pero nunca las hice por ti.
Realmente me lastima pensar que tal vez lo que tuvimos no eran más que tonterías en el aire, un triste amor adolescente como cualquier otro que quedará en el olvido luego de un par de años. Porque lucía bastante real cuando murmuraste entre risas lo increíble que era escuchar mi voz por el teléfono, dijiste que se sentía como si estuviese a tu lado y se sentía bastante real cuando me reía como una tonta sonrojada porque tu voz sonaba graciosa diciéndome que era adorable. Entonces dime, Matías ¿Fue todo aquello un invento?