24 de diciembre del 2016
Querido Matías
El recuerdo del día en el que cumplíamos nueve meses de estar juntos sigue atormentándome a día de hoy. Mi cabeza duele de solo pensar en ello, fue catastrófico a niveles que me costaba creer que podía llegar a alcanzar. Pero, lo que más recuerdo de ese día, fue la forma en la que mi razón se nubló y me exigí a mí misma escribirte como si fueras a responder al día siguiente. Ese día entregué cada parte de mi dolor a ti ¿y tú qué hiciste? Nada, por supuesto ¿y sabes? nunca había probado el amargo trago de la decepción en la forma que lo hice bajo tu nombre hasta ese día.
Anhelé tanto que volvieras, que mi corazón pareció desgarrarse por cada lágrima que soltaba en honor a ti, no sé si lo has sentido alguna vez pero llega el punto en el que estás tan roto que cada sollozo se convierte en una batalla entre dejar que tus pulmones reciban el oxígeno que necesitan o ceder ante la presión en tu pecho y dejar que todo salga, incluso cuando quema. Oh, Matías si tan solo alguien me hubiese avisado que este sería mi cruel destino, estoy segura de que hubiese saltado con el mismo fervor, debido a que siempre fui una fiel seguidora de tus encantos.
Ese día deseé con todas mis fuerzas que nunca me hubieras cantado aquella canción, Can't help falling in love del mismo Elvis Presley. Deseé haber tenido la fuerza de voluntad para borrar nuestras conversaciones, deseé no haber guardado todas y cada una de las cosas que escribías y me decías cada vez que tu lado sensible salía a la luz, lo cual no era todo el tiempo sino el necesario. Recuerdo una conversación en especial donde me dijiste que no importaba lo que pasara, que nunca me dejarías.
Me mentiste y yo te creí como un niño le cree a su padre cada cosa que dice sin importar qué tan tonto suene ¿Era necesario romper tantas promesas? ¿Realmente necesitabas hacerme sufrir de esa manera?, si tan solo pudiera evitarlo, sé que no lo haría. Éramos especiales, Matías y ya sé que esas son el tipo de cosas que suelen decirse siempre, pero nosotros realmente lo éramos. Tal vez sí eras tú, pero no era el momento o tal vez estuvimos forzando aquella majestuosa conexión todo ese tiempo, fuese lo que fuese no me arrepiento de nada.
El recuerdo del día que me dedicaste esa canción me hace estremecer, tú tocabas la guitarra mientras Sam cantaba. Aquello fue increíblemente cursi y no sabes cuanto lo amé, en ese momento deseé poder eliminar toda distancia entre nosotros y besarte hasta que sintieramos que nuestros pulmones fallaban porque en realidad era cierto, a pesar de mis esfuerzos yo tampoco pude evitar enamorarme perdidamente de ti.
Entonces aquellas deseadas palabras fueron emitidas con tu característico tono de voz que sigo considerando adorable, te amo. Creo que si pudiera volver en el tiempo escogería escuchar cada una de las veces que me dijiste que me amabas y sentir aquel hermoso calor recubriendo mi corazón. Ahora me encuentro mirando atrás nuevamente y honestamente siento que todo esto pasó hace años, pero si quieres que te diga la verdad cada vez que escucho esa canción solo puedo pensar en ti y en lo feliz que me hiciste en su momento.
En esos momentos no sabes cuánto odié no poder tenerte en mis brazos , no poder enredar mis dedos en tu cabello y escucharte quejar porque te había despeinado. Odié no poder decirte que eras un árbol andante incluso cuando apenas me llevabas unos seis centímetros, odié no poder acariciar tus mejillas y plantar besos alrededor de todo tu rostro mientras te veía sonreír. Porque eso era todo lo que deseaba contigo, deseaba hacerte feliz.